El aire purificador de la coherencia
Granada-Sevilla
Quique Sánchez Flores se estrena con la tarea de convencer a la plantilla de que es la cuarta mejor de la Liga y que debe demostrarlo cuanto antes en el terreno de juego
Quique: "Hay una calidad humana extraordinaria en el vestuario"
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Con la esperanza de que Quique Sánchez Flores ponga toda la coherencia que ha faltado en una de las fases más negras de la historia del Sevilla en Primera División y –seguro– la peor en este siglo, a las faldas de Sierra Nevada y con el invierno empezando a apretar inicia el club de Nervión una nueva era deportiva que si no vuelve a torcerse durará un año y medio.
Y lo hace con la sensación de haber perdido dos meses preciosos, pues en octubre se podía haber cerrado una relación que el comité de dirección decidió no formalizar al decantarse por una opción más barata y que además daba la posibilidad de encumbrar a su ideólogo, la de Diego Alonso. Por el camino se han perdido una competición europea y entre 30 y 40 millones de euros de bocado al presupuesto, lo que prácticamente garantiza que otro ejercicio más, el cuarto, dé pérdidas.
Quique Flores deberá enderezar el rumbo de una nave que ha ido a la deriva y puede que llegue en el momento de madurez de su carrera que precisa una situación como en la que se encuentra el Sevilla. Al menos, sí puede decirse que entra por las puertas del vestuario un entrenador que, como ocurrió con Mendilibar en su momento, conoce la Liga, sabe lo que hace y puede dar con la tecla exacta con relativa facilidad.
Lo primero será volver a hacer creer al grupo que es mejor de lo que es. Para eso lo debe tener fácil al menos en su discurso de presentación, pues en los números y sobre el papel dirige desde ayer la cuarta plantilla de la Liga mejor valorada, confeccionada con el cuarto mayor presupuesto del campeonato y con el cuarto mayor límite salarial. Que vuelva a comportarse como tal en el campo será la labor clave para que funcione el recurso de urgencia del técnico madrileño, aunque a partir de ahora la lógica dice que los lesionados empezarán a recuperarse y que quien antes volvía la cara a partir de ahora apretará los dientes.
Y la reacción no puede tardar mucho en verse porque los puestos de descenso están cada vez más cerca pese a que posiblemente sea una de las temporadas en las que, de momento, esté más barata la salvación. De hecho, el Celta tiene ya los mismos puntos que los sevillistas y ocupa la posición decimosexta, ya con el piloto rojo encendido.
A Quique no le habrá dado tiempo más que de hacer recuento de efectivos y, tras analizar momentos, estados de ánimo, bajas y puestos que cubrir, lanzar un mensaje inicial que cale y elegir un once coherente.
La batalla va a ser dura y Quique lo sabe. Para eso ha venido. Para empezar, el Granada va a ir al encuentro con los sevillistas navaja en mano a defender lo suyo, pues cada punto es un botín de oro en esta liga de los fondos de la tabla, donde el que pasa hambre no tiene bocado que llevarse a la boca y donde un club como el Sevilla, acostumbrado al papel couché más que al de estraza, puede pasarlo mal si entra en el cuerpo a cuerpo que nadie quiere en Nervión.
Las cosas deben mejorar a partir de ahora y si el desconcierto de todo lo que pasa fuera de las paredes del vestuario no entra en él el Sevilla comenzará a ganar partidos más pronto que tarde. Lo ideal sería que la primera victoria llegara hoy y que a ello no siguiera lo de siempre, lo de sacar pecho por parte de quienes no deben y lo que deberían es estar escondidos en vez de aparecer a pie de entrenamiento para salir en la foto. Que dejen trabajar a los que saben y todo irá mejor.
La lista de bajas sigue siendo amplia. Se cae además para la cita en terreno nazarí un Rakitic que es el faro en ataque –así está el Sevilla– en un rol que en épocas de vacas gordas desempeñaba un tal Éver Banega y que estaba en su día llamado a serlo alguien que ahora está en la acera contrario, Isco Alarcón. Y es que no hay otro. Y también Sow causa baja por un problema físico, lo que complica la elección de los futbolistas que jueguen por dentro.
El rival también está en crisis, pero tiene jugadores que pueden formar un destrozo en una de las heridas que primero debe coser Quique: el sistema defensivo. Un Bryan Zaragoza es lo que quisiera el comité de dirección del Sevilla para cerrar otra hemorragia, la económica, pero hoy aún no tiene puesta la camiseta del Bayern Múnich y amenaza con dejar en evidencia a la defensa que pueda disponer el entrenador madrileño en su estreno.
Quique tendrá la idea de llegar hasta donde pueda en su escalada y así se lo habrá dicho a sus nuevos jefes. Si puede tocar Europa, mejor, pero de momento el aire purificador de la coherencia está. Ha llegado un entrenador. Algo es algo.
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