Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
Nadie en el mundo más afortunado que Víctor Orta
Entre los muchos problemas que tiene García Pimienta, hay uno que debe solucionar ya, porque los rivales han visto el agujero más grande en la zona de flotación de ese barco a la deriva que es el Sevilla. Hasta 5 de los 8 goles que lleva en contra el Sevilla han llegado desde la derecha del ataque rival, es decir, aprovechando el pasillo que hay en la izquierda de la zaga sevillista.
Desde los primeros minutos del partido Las Palmas-Sevilla ya se vio ahí un desajuste importante, con Pedrosa sufriendo mucho en la salida. Con Valentín Barco, que debutó recién llegado ante la búsqueda de soluciones, el agujero persistió. Y por ahora no hay solución.
La salida de Acuña era obligada desde la temporada pasada. El error, gravísimo viendo el desajuste económico arrastrado, del comité de dirección del Sevilla fue no traspasar al argentino cuando llegó la oferta del Aston Villa. Desde que Anthony Taylor dio el último pitido en la final de Budapest para que estallase de júbilo todo el sevillismo -qué lejos ya aquel 23 de mayo de 2023-, Acuña dejó claro que ya no tenía sitio en la nave sevillista.
Monchi ya había fichado a Pedrosa en enero de aquel año, en previsión de esa salida. Pero Víctor Orta, por las circunstancias de una planificación tan condicionada por el límite salarial, no dio luz verde a la llegada de otro lateral hasta que no fue efectiva, ahora sí, la salida del veterano lateral argentino.
La apuesta por Valentín Barco, “la mejor opción para el lateral izquierdo que había en el mercado” en palabras de Orta durante su presentación, acentuó el carácter ofensivo de esa posición en el actual Sevilla. El director deportivo le dio a García Pimienta otro lateral que en su debut ejerció prácticamente de interior, de organizador. Eso sí, quedó señalado por el 0-1 del Girona, uno de los pocos goles que no han llegado desde la izquierda: Lukébakio optó por seguir a Bryan Gil en lugar de tapar a Miguel Gutiérrez, quien superó a Carmona desdoblando por fuera y su centro paralelo no fue tapado por Marcao. Y Barco le perdió la marca a su par.
El agujero existe por el desajuste entre el central del perfil izquierdo y el lateral de esa banda de babor. En la fase defensiva, el Sevilla se sitúa con un 4-4-2: línea de cuatro zagueros, los dos medios centro de posición, dos extremos que deben ayudar a tapar las bandas y el mediapunta obturando la salida junto al delantero. Pero en ataque la variación es hacia 3-4-3, con los laterales actuando de interiores y uno de los medios de posición ubicándose entre los centrales. En la transición ataque-defensa es donde se produce la vía de agua, con el mayor riesgo a las espaldas de los laterales. De manual.
Ahí, en el flanco siniestro, castigó Las Palmas al Sevilla en sus dos goles, quedando evidenciado en el 1-1, autogol de Nianzou en su intento desesperado de despeje tras un centro que no taparon ni Gudelj ni Pedrosa; y más evidente fue el 2-2: balón entre ambos y Sandro colándose hasta las barbas de Nyland.
El tercer tanto que encajó así el equipo de García Pimienta fue el de Ayoze, aquel jarro de agua fría en las postrimerías del Sevilla-Villarreal con despeje muy forzado de Carmona tras un centro comodísimo que no tapó nadie en el flanco izquierdo y piscinazo absurdo de Marcao como central izquierdo en su intento de despejar.
El cuarto y el quinto tantos se sucedieron como un castigo al error reiterado en Mendizorroza, con Kike Salas y Pedrosa como encargados de tapar a babor esa vía de agua: el 1-0 llegó en un saque de banda y posterior centro desde la derecha ante la pasividad absoluta de la zaga, y el 2-0 llegó después de que Pedrosa quedara absolutamente en evidencia en un balón colgado por el portero Sivera a su espalda y centro desde su posición.
García Pimienta ha probado ya con seis parejas de centrales distintas. Parece que no da con la tecla para ajustar el sistema defensivo. Pero lo primero que debe hacer es obturar ese agujero tremendo que hay a babor de su nave.
De los ocho goles encajados por el Sevilla, todos no llegaron traspasando el agujero descrito, lógicamente. Tres nacieron por otras acciones en zonas distintas. El primero gol del Villarreal, por ejemplo, fue por la desconcentración inicial del equipo de García Pimienta, que abrió una autopista a Álex Baena para su pase a Danjuma en el pasillo central. Falló Agoumé en la presión y Kike Salas no pudo alcanzar al delantero. Otro tanto, ya descrito anteriormente, fue el 0-1 del Girona, desde el flanco derecho y que dejó en evidencia a toda la zaga. Y el tercero fue de penalti, por la polémica mano de Isaac también el Girona: la acción se inició con una falta de Badé desde el otro flanco.
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