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No hay jornada en la que el VAR impida que siga existiendo la polémica en torno a la interpretación del juego por los árbitros. Al fin y al cabo, por mucha tecnología que se implante, detrás de todo está el ojo humano y ahí es donde el rasero chirría según qué equipos y qué partidos, según qué estadios y qué árbitros. En el Sevilla-Getafe, Juanlu fue expulsado por doble amarilla al interpretar Busquets Ferrer que había simulado un penalti. Le sacó la segunda. En el Real Madrid-Betis, Vinícius se salió con la suya y Alberola Rojas decretó penalti.
Al margen de la mano clarísima, despegada, de Bertug en el área del Getafe (54'), otra acción que se podría comparar con el penalti pitado a Isaac ante el Girona en este mismo escenario, las jugadas de Juanlu y Vinícius son casi idénticas, con matices. Una se produce en el Santiago Bernabéu y favorece al Madrid y otra es en el Ramón Sánchez-Pizjuán y perjudica al Sevilla. Las dos son interpretables. Las dos pueden entenderse como caídas exageradas de los futbolistas tras contactos leves y el resultado es que uno saca el penalti de la jugada y el otro deja a su equipo con uno menos.
Es el pan nuestro de cada día en LaLiga, que no puede quitarse la pelusilla del favor intrínseco que arbitrajes y prensa, muchas veces de forma inconsciente, algo difícil de corregir, hacia los grandes.
En el minuto 88 del Sevilla-Getafe, Juanlu encara a Berrocal en el área, en dirección hacia la línea de fondo en una jugada con poca expectativa de progresar. La bota izquierda del sevillista roza la rodilla del azulón, que por inercia no puede retirar su movimiento. Juanlu cae cuando podría haber evitado la caída con agilidad. Busquets Ferrer interpreta que simula penalti: segunda amarilla. "Para mí ha hecho un Vinícius y se engancha él. Decisión complicada", dijo Shuster en la transmisión de Movistar Plus.
En el Real Madrid-Betis, Vinícius encara a Rui Silva, pero el balón se va largo. La bota izquierda del brasileño roza la rodilla del portero y se cae, en una acción en la que también podría haber evitado con agilidad dicha entrada en la que el jugador bético también por inercia no puede retirar su rodilla. Alberola Rojas, a instancias del VAR, revisa la jugada y pita penalti.
En puridad, siendo lo más objetivo posible con las reglas del fútbol y los movimientos naturales de un deporte de contacto, ninguno de los dos debería haber sido sancionado con penalti. Tampoco con amarilla por simular. Son caídas algo forzadas, no piscinazos, tras un leve contacto. Pero el agravio comparativo es patente.
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