La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Sevilla FC
Tenía que llegar este día. Pero la forma en la que llegó fue dramática, por inesperada y por reflejar perfectamente el estado de desazón absoluta en la que viven el Sevilla y el sevillismo. Jesús Navas se va. Las lágrimas que no pudo reprimir en el que seguramente será su penúltimo partido en el Ramón Sánchez-Pizjuán, antes de su despedida con honores en el cierre de la Liga frente al Barcelona, fueron como un introito doloroso a lo que estaba por venir.
Fue en el minuto 84. El Cádiz ya se había convertido en un inesperado vendaval que, como el viento de levante, era racheado. La laxitud del Sevilla en un partido en el que era juez de la lucha por el descenso sumió en la rabia de impotencia a su gran capitán. Lo relevó Juanlu y Jesús Navas no pudo evitar un llanto que es el trasunto perfecto del Sevilla actual: un club a la deriva que ha salvado la permanencia en Primera División por segundo año consecutivo y con la peor puntuación del siglo mientras el futuro se presenta con horizontes inquietantes.
Jesús Navas continuó sin poder reprimir sus lágrimas ya en el banquillo. No quería ver lo que estaba viendo... y previendo. A falta de menos de 10 días para que concluya una temporada para olvidar era inviable una renovación. Y el club no ha manejado bien el adiós de su mayor leyenda, del hombre que, si juega en San Mamés frente al Athletic y con el Barcelona en la que debe ser su despedida del estadio en el que debutó un muy lejano 23 de noviembre de 2003, con 18 años recién cumplidos, habrá defendido la camiseta del club de sus amores en 690 partidos oficiales. No merece este adiós. Ahora cada uno manejará su verdad. Y si es cierto que Jesús ya había tomado o empezó a tomar la decisión en enero y el club lo sospechaba o lo sabía cabe preguntarse cómo no preparó con mimo el final de su legendaria estela en el Sevilla. 690 partidos y ocho títulos... El hombre de todos los récords en Nervión. Por tener récords los tiene hasta con la selección: es el primero del mundo en ganar tres títulos distintos y el más longevo de la española.
Un hito labrado en oro que lo convierten en el mayor mito de la historia del club, al que ayudó a ganar los ocho títulos de la mejor era de la historia del club: cuatro Copas de la UEFA Europa League, dos en su primera etapa entre 2003 y 2013 y dos en la segunda, entre 2017 y 2024. En veinte años dedicó 17 al Sevilla, que lo traspasó en 2013 al Manchester City en una situación de crisis económica previa a la resurrección que dio inicio en Turín 2014. Ayer celebró el Sevilla el décimo aniversario de aquella cita, una efeméride dinamitada por el terremoto producido desde que en la mañana de ayer, justo cuando se cumplían 17 años de la UEFA de Glasgow 2007, Jesús Navas anunció que se iba.
“Desde ya, pensando en cuándo y cómo va a volver al Sevilla. No hace falta que diga que tiene las puertas abiertas”, dijo en el acto de presentación del documental sobre Turín 2014 José María del Nido Carrasco. “Me hubiera gustado que se hubiera retirado en el Sevilla y Jesús sabe que ésa era mi idea. Tenemos que aceptar su decisión. Ha sido doloroso para él, ya que siente el Sevilla como lo sentimos los sevillistas”, añadió. Sonó todo algo hueco, vacío, impropio para una leyenda que no quería seguir sufriendo al ver cómo su equipo, frente al Cádiz, arrastraba la camiseta por el césped del Sánchez-Pizjuán.
El terremoto, con el sevillismo aún conmocionado por la inesperada mala nueva, tuvo otro epicentro en el mismo estadio, donde el comité de dirección comunicó al consejo de administración que Quique Sánchez Flores tampoco seguirá la temporada que viene. Pero esto es una gota de agua en el mar de orfandad que deja Jesús Navas, el dorsal 16 con el que seguirá honrando, aún en dos partidos de Liga, la memoria de su amigo Antonio Puerta.
Porque tras la marcha de Monchi, las de Fernando y Rakitic en enero por las necesidades económicas del club y su evidente caída de rendimiento, también la de Sergio Ramos -“vivo al día”, dijo fría y lacónicamente al ser preguntado tras la derrota con el Cádiz por su futuro-, con un presidente sin carisma y que se ve bamboleado por la tempestad como un cascarón de nuez en el océano y un director deportivo en el que sólo creen los más acérrimos y cándidos sevillistas y un comité de dirección de escasa credibilidad, el adiós de Jesús Navas es la puntilla para la conmoción y la tremenda incertidumbre sevillista. ¿Con quién se identificarán ahora los más jóvenes aficionados blanquirrojos?
El club debe hacer tabla rasa. Jesús Navas se va por muchos motivos, no por rendimiento deportivo porque a sus 38 años es probable que vaya a la Eurocopa. Se va por otros factores y no sólo por la oferta o las ofertas irrechazables en los nuevos paraísos para retiros dorados. Dicen que de la segunda división de Arabia -el equipo de Míchel- es la más jugosa. En otro contexto, con un Sevilla campeón, en Champions, luchando por altos objetivos y sin la gravosísima rescisión económica que sufre, Jesús Navas habría renovado sin dudar, incluso a la baja para intentar cumplir su sueño de colgar las botas en la taquilla del dorsal 16 y haber hecho su último entrenamiento en el estadio que lleva su nombre...
Pero a este Sevilla, que terminará la Liga con la peor puntuación de este siglo, que ni siquiera entrenará hoy, a dos días de jugar en San Mamés tras suspenderse la sesión anoche en pleno seísmo de informaciones inquietantes, no se le ve destino alguno. Y Jesús Navas no quiere sufrir más partidos como el del Cádiz. Ni un año después de que levantara la Europa League en Budapest -el 31 de mayo se cumple el aniversario-, el legendario Jesús Navas se va. Ay, Sevilla. Cuándo se frenará tu caída. Ahí se sustancian las lágrimas del palaciego, las lágrimas de la vergüenza.
Con la derrota frente al Cádiz, el Sevilla se garantizó la peor puntuación del siglo XXI. Ya no puede alcanzar los 49 puntos que sumó la temporada pasada (fue 12º), en la que palió de forma brillante el mal concurso liguero con el título de la séptima Europa League conquistado en Budapest. Con 41, aunque ganara a Athletic y Barça se quedaría en 47, tres menos que en las campañas 12-13 y 11-12 (9º) y la 02-03 (10º). Pues esta temporada 23-24, con el Sevilla eliminado de Europa en diciembre por primera vez en décadas, y de la Copa en enero, y con la peor puntuación del siglo, se remata con el adiós inesperado de Jesús Navas, la gran leyenda.
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