'You'll never give up', más verdad que ningún himno
sevilla - liverpool | el otro partido
La magia sigue presente en las noches europeas del Sánchez-Pizjuán, que cumple un año entero imbatido
El sevillismo vibró con una reacción histórica e impensable al descanso
Allá quien no crea en la magia. En este estadio todo es posible y eso es patrimonio del sevillismo. Muchas veces, la afición está por encima del equipo. Otras, es el equipo el que engancha a la grada, pero es que esta hinchada necesita muy poquito para responder.
En la noche en la que el club preparó el espectáculo de los himnos, con una -discutida por algunos- reproducción del del Liverpool por megafonía, lo que marcó la magia fue la verdad del fútbol y todo lo que hace vibrar y poner los sentimientos a mil revoluciones. El Sánchez-Pizjuán cumple un año sin ceder una derrota cuando menos parecía que lo podía hacer. Pero así es como se disfrutan los éxitos, levantándos de la lona y reponiéndose con raza de los golpes. Y el Liverpool golpeó... y muy fuerte.
Fue una noche muy parecida, calcada casi, a la de Anfield. Un desastre en el modelo de Berizzo que si en tierras inglesas pudo ser más castigado antes del descanso, aquí, delante de su propia parroquia, sí lo fue. Pero ya lo dice el himno, el del Sevilla o el del Liverpool, que ya ni se sabe cuál. You'll never give up. Y así fue, el que viste la camiseta del Sevilla, o la bufanda, o porta su bandera... nunca se rinde.
El primer gol de Ben Yedder metió el veneno en el cuerpo de los 40.000 sevillistas que vibraron con el himno, con el suyo. El absurdo penalti de Alberto Moreno permitió que los corazones a prueba de emociones empezaran a creérselo, con el suspense incluido de la repetición a la que obligó el meticuloso alemán del silbato. La locura ya era irrefrenable en esa combinación mágica de zurdas. La de Sarabia en un golpeo de cine y la de Pizarro, oportuna como jamás le habrá pasado en su periplo en América, con todos los respetos al Tigres de México.
Nervión sigue siendo un fortín. ¿Quién se lo podía imaginar cuando Firmino culminaba la letal contra con la que el Liverpool establecía el 0-3?
Y es que desde el 22 de noviembre, tal día como hoy hace un año, nadie mete la mano aquí. La retahíla es espeluznante y acorbadaría a cualquier visitante cual pasillo en boca de vestuarios decorado por el mejor intimidador posible. El Sevilla visitó hace dos veranos el del St. Pauli en Hamburgo, en el que bajo un ambiente en penumbras entre negro y rojo recreaba la puerta del infierno, con una inmensa y tridimensional calavera en el horizonte cuya salida se abría en sus mismas fauces.
18 victorias y 8 empates; a saber. Hincaron la rodilla después de aquel 1-3 con la Juve enfrente Valencia (2-1), Málaga (4-1), Formentera (9-1), Real Madrid (2-1), Eibar (2-0), Leicester (2-1), Athletic (1-0), Deportivo (4-2), Granada (2-0), Celta (2-1) y Osasuna (5-0) la pasada temporada; Eibar (3-0), Las Palmas (1-0), Maribor (3-0), Málaga (2-0), Leganés (2-1), Spartak de Moscú (2-1) y Celta (2-1) en la presente. Y lograron llevarse una parte del botín Real Madrid (3-3) en la Copa, Villarreal (0-0), Leganés (1-1), Sporting (0-0) y Real Sociedad (1-1) en la etapa de Sampaoli y sólo Espanyol (2-2) y Basaksehir (2-2) en la era Berizzo, un empate estéril este último para los turcos. A ésos, por supuesto, como colofón de oro y diamantes, hay que grabar con punzón de orfebre este 3-3 que pasará a la historia de este club que tantas pasiones y literatura levanta.
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