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¿Y si los buenos son los buenos? (0-1)

Sigma Olomouc-Sevilla FC | La crónica

El Sevilla encarrila su acceso a la fase de grupos de la Liga Europa con una victoria gestada con las entradas postreras de Jesús Navas y Andre Silva

Esa segunda línea en la que confió Machín sufrió ante el Sigma

Andre Silva celebra su gol con Sarabia. / EFE
Juan Antonio Solís

23 de agosto 2018 - 22:04

Los buenos son los buenos. En Sevilla y en Pekín. Y en Olomouc, por supuesto. Lo tuvo clarísimo Pablo Machín cuando se encaminaba al vestuario del Ander Stadium resoplando después de que el escocés Bobby Madden ordenada que el partido había terminado. Porque si terminó con victoria del Sevilla, sólo fue porque Jesús Navas y Andre Silva salieron al rescate en el último cuarto del partido. El palaciego, que le cambió la cara al ataque, dio continuidad a la buena salida del balón de Banega y el portugués, en un timing perfecto, habilitó aSarabia para un gol en el minuto 82 que dará muchísima serenidad a los de blanco dentro de una semana en Nervión.

Antes de ese final feliz, el Sevilla lo pasó mal. No es exagerado ni injusto afirmar que la victoria del pentacampeón de la competición tuvo tintes de fortuna. El Sigma estuvo más cómodo en la hierba, más intenso y con más mordiente. Y pisó área de verdad. Pero su falta de calidad afloró en la definición. Entre la ansiedad por la posibilidad de herir a Goliat y las propia impericia rematadora, los sevillistas se mantuvieron de pie.

También tuvo que ver algo Vaclik, que para algo le valió conocer el paño. El checo volió a evidenciar que esta temporada, la portería del Sevilla estará bien cubierta. Los checos llegaron mucho y, aunque resolvieron mal, pudieron torcer el destino sevillista mediada la segunda parte. En el único fallo grosero de Gonalons en el pase, Falta soltó un latigazo envenenado que enviaba el cuero a la red junto al palo izquierdo, pero Vaclik surgió a ras de hierba para alargar su brazo recio y desviar el balón. Para eso están los porteros, para sostener a los suyos en momentos de apuros.

Pablo Machín es prudente y comedido cuando habla, pero es audaz y arrojado cuando debe actuar. Va alternando al trío defensivo según toque Liga o Europa y, como el domingo aguardará el Villarreal en Sevilla ya bien entrada la noche, asumió sus riesgos disponiendo a Berrocal, un chaval del filial que aún está un tanto verde, más el medio Amadou reconvertido a central más Gnagnon, otro recién llegado que trata de acoplarse y asimilar el nuevo patrón.

El desempeño de los tres zagueros fue decepcionante. Pudo meter al Sevilla en un lío. El único punta de los checos, el aguerrido Nespor, olfateó las dudas de Berrocal abierto a la banda derecha y allá que fue a buscarle las cosquillas. Su trabajo sordo lo aprovechaban los compañeros de la segunda línea, que se sumaban con brío y con muchas piezas llegando al área.

Con el pivote Kalvach por detrás, manteniendo la posición y agradeciendo la permisividad del trencilla escocés con el juego duro, los cuatro del interlineado, Zahradnicek, Plsek, Houska y Falta, combinaban con celeridad en cuanto la zaga se descolocaba, lo que sucedía a menudo, en cuanto Amadou se veía obligado a salir de su zona y acudir en auxilio de Berrocal.

Poco tuvo que ver en la inseguridad del colectivo la sorprendente inclusión de Gonalons. Pocos entrenadores se llevan de viaje a un jugador recién llegado y con apenas dos entrenamientos. Y menos entrenadores aún le dan la titularidad de repente, como Machín hizo. El soriano es más comedido en la sala de prensa que en el vestuario, donde su audacia es manifiesta.

Gonalons no sabrá aún ni llamar por su nombre a la mayoría de sus compañeros, pero tuvo que empezar a mostrar la jerarquía que lo llevó de Lyon a Roma. Y lo hizo. Fue, junto a Vaclik, la mejor noticia del once.

Las imágenes del Sigma Olomouc-Sevilla / EFE

En el resto de titulares, muchas más dudas que certezas. O más bien, que certezas positivas. Porque una certeza negativa es que Muriel es pura candidez al remate. El colombiano actuó como punta de lanza y de nuevo fue pura inocencia. El culmen de su nulidad llegó entre los minutos 82 y 83, ya con Jesús Navas y Andre Silva afilando de verdad los ataques. En la primera ocasión cabeceó a las manos del portero un centro franco de Jesús Navas, y en la segunda, Andre Silva le sirvió una fantástica asistencia. Corrió con ventaja el colombiano hacia la meta, pero se dejó cazar por el defensor y ni remató.

Menos mal para los intereses del Sevilla que poco después, Banega sacó el tiralíneas, Jesús Navas profundizó, Andre Silva vio el desmarque de Sarabia hacia el corazón del área y el luso mostró que también tiene visión y calidad en el pase para darle medio gol al madrileño, quien a diferencia de Muriel, sí tiene veneno para definir.

Ese golpeo más preciso que fuerte a la red, como mandan los cánones cuando el portero está a tu merced en un mano a mano, acercó muchísimo el obligado objetivo sevillista de entrar en la fase de grupos de la Liga Europa. Ir en ventaja a la vuelta dará confianza y obligará a los checos a salir de la cueva tarde o temprano. También facilitará que descanse algún titular pensando en el derbi, que se anuncia para sólo tres días después de que el Sigma holle la hierba de Nervión.

Y preservar a alguno de la primera línea para batallas mayores no es cuestión baladí ahora mismo para Pablo Machín. El preparador sabe que no es lo mismo Mercado que Berrocal como no es lo mismo Escudero que Arana, Jesús Navas que Aleix Vidal, Mudo Vázquez que Nolito y, para rematar –la enumeración y el balón–, no es lo mismo Andre Silva que Muriel. Los buenos son los buenos. Castro y Caparrós lo vieron mientras el viernes 31 se acerca.

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