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Krasnodar-Sevilla | La previa
Krasnodar/En el fútbol se dice que cuando entra una, todas van detrás. El Sevilla de Pablo Machín puede decirse que se encuentra en un momento dulce que, como todas las rachas positivas, no se sabe cuánto va a durar. La intención y el deseo es alargar ese momento con sabor a caramelo lo máximo posible en el tiempo, aunque ello obligue a esfuerzos continuados cada vez más exigentes, pero la verdad es que lo que parecía una subida escarpada y peligrosa –con las bajas que han ido debilitando la cuerda a la que agarrarse en la escalada– va camino de convertirse en una llegada a la cima con el cuerpo intacto y las mejores sensaciones.
Con ésta su segunda cita europea, el Sevilla está próximo a culminar su maratón de partidos antes del parón de octubre con la mejor racha jamás imaginada. Menos imaginada aún en ese momento de duda que fue la derrota ante el Getafe (0-2) que provocó críticas airadas a la gestión y hasta petición pública de cargos a los ocupantes del palco. Y todo empezó con aquel 5-1 al Standard de Lieja, una goleada con más valor terapéutico que competitivo a la que sobrevinieron nuevas exhibiciones y resultados escandalosos, incluida una al Real Madrid, que han instalado al sevillismo en una especie de pedestal de euforia e ilusión.
Eso es bueno, muy bueno, y debe aprovecharlo el equipo de Pablo Machín, pero sin olvidar que esto es fútbol y que los partidos empiezan con 0-0 y con un rival enfrente que puede tener igual o hasta mejores sensaciones.
Esta noche en Rusia convergen todas esas cosas. Al sur de un país que vive aún con la resaca de la derrota del Real Madrid en Moscú el pasado martes, el Sevilla tiene otra difícil papeleta más. Con la Liga Europa vuelve el cartel de favorito para los de Pablo Machín, que van a tener en el precioso estadio del Krasnodar la prueba posiblemente más dura de esta fase de grupos ante un equipo con una racha muy parecida a la suya. Tras un arranque irregular, el cuadro que entrena Murad Musaev llega acumulando cuatro triunfos y acecha el liderato del Zenit, a quien debe visitar el próximo fin de semana con sólo tres puntos de desventaja ya. Quizá pueda pensarse que los locales tengan la cabeza en otro sitio, pero nada puede ajustarse a la lógica en Rusia y menos en una ciudad fundada por los cosacos del Mar Negro.
Hasta este lejano punto del Cáucaso Norte han llegado los ecos de la varita mágica que ha encontrado Andre Silva para hacerse grande en las áreas rivales y los respetos que le tienen al equipo de Pablo Machín son bastantes, pero no hay que confundir eso con complejos, puesto que también es conocido por estos lugares aún cálidos en este época del año cómo salió de escaldado el equipo sevillista la última vez que visitó Moscú, por ejemplo, donde el Spartak goleó sin piedad al cuadro entonces entrenado por Berizzo con Quincy Promes como uno de los actores principales.
El holandés puede ser una de las novedades del soriano sobre el tapete de este imponente estadio por aquello de ir descargando a los que más juegan, pero eso ya se ha pensado antes de otros encuentros y Machín ha seguido confiando en los mismos con un resultado más que excelente.
La que sí se antoja una entrada obligada en el once por la decisión del preparador castellano de dejar en Sevilla a Carriço es la de Gnagnon, con la esperanza por parte del sevillismo de que el menor ritmo que a nivel individual se les presupone a los jugadores de una liga como la rusa esté más acorde con el momento físico de un jugador del que se ha dudado sobre su estado de forma y que habrá tenido su particular puesta a punto a modo de minipretemporada desde su última aparición en el equipo la tormentosa –en lo futbolístico– noche de Getafe.
Una de las claves de la metamorfosis de este Sevilla, pese a haber brillado por su verso punzante en el juego de ataque, ha sido la prosa firme de su sistema defensivo y ahí Machín deberá cuidarse de que ninguna variante dañe lo construido hasta ahora. Quizá deba pensar el flemático entrenador en aguantar ya lo que le queda antes del parón con la idea que le ha resultado más ganadora. A la vuelta de la esquina debe estar ya el regreso de algunos hombres que alivien las trabajaderas de una cargada pero ilusionada cuadrilla que ha recibido todos los elogios posibles y que no quiere detenerse en una racha que dura ya cuatro partidos y nada menos que 17 goles a favor que no han sido sólo cosa de Andre Silva y Ben Yedder. El momento dulce de todos, empezando por Vaclik y acabando por Banega, Franco Vázquez, Sarabia, Jesús Navas... pero también pasando por Kjaer o Sergi Gómez, habla muy bien y con mayúsculas de la palabra equipo.
Es uno de esos esfuerzos que, además, merecen la pena. Y aunque este grupo, a diferencia del del año pasado, ha demostrado no salir con asco a jugar en Ipurua ni en el Ciutat de Valencia, la actitud parece garantizada en esta esquina de la extensísima región del Cáucaso, donde el Krasnodar quiere discutirle al Sevilla la hegemonía del grupo.
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