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El Sevilla recita cuentos de terror en su casa

Sevilla-Rayo Vallecano | Informe técnico

Entre el fallido dibujo del ‘falso nueve’ y la falsa calidad general, sobre todo física, el Sevilla da pavor en las comparecencias ante su gente

Isco se duele tendido en la hierba ante Isi y Camello. / Antonio Pizarro

Vaya cuento de Sevilla. Un cuento negro, negrísimo. De los que en estas fechas hojean y leen los adolescentes. De los que causan pavor, ahora que proliferan los disfraces de monstruos, zombis y fantasmas. Para fantasmada, la que se ha marcado Monchi en la planificación del pasado verano. El Rayo es hoy mejor. El Sevilla no ha ganado un partido tras seis comparecencias ligueras en Nervión y tampoco es que haya merecido hacerlo en ninguno de ellos: el objetivo, ahora mismo, no puede apuntar a otra diana que la salvación. Las prestaciones no invitan a pensar en otra cosa.

Defensa

La zaga sevillista pretende defender más arriba de lo que acaba haciéndolo. Primero, porque su salida del balón es grabada, arriesgada y a veces con una improvisación suicida. Y segundo, porque en el caso de que salven esa primera línea de presión que el Rayo de Iraola ejecutó con orden (buen entrenador el vasco), la alarmante lentitud de movimientos de los Rakitic, Óliver, Isco o Januzaj, tanto en giros, arrancadas o carreras sostenidas, hacía que la pelota acabara por pura inercia en un rayista pronto, sin apenas tiempo para que la línea de defensas de blanco saliera de la cueva.

Otro punto flaco del Sevilla fue su lentitud en el repliegue y el cierre, como se vio en el gol.

Ataque

Volvió Jorge Sampaoli a disponer ese 4-1-4-1 con Joan Jordán como medio más posicional y con Lamela como falso nueve. Y de nuevo la producción ofensiva de los sevillistas fue paupérrima en la primera mitad. Ni un remate. Y una sola jugada potable, con veneno, en un centro de Alex Telles desde su costado que no cabeceó Lamela (16’).

Joan Jordán empezó con buen son y dando cierta fluidez en el inicio de las jugadas, pero pronto quedó en evidencia que la palmaria endeblez física del bloque convirtió en un imposible llegar con peligro al área de Dimitrievski. Esa línea de cuatro, que empezó con Januzaj a la derecha, Isco a la izquierda y Rakitic y Óliver Torres por dentro, fue puro bizcocho para los intensos y ordenados jugadores de contención de enfrente, comandados por Comesaña y Óscar Valentín. Un jugador como Valentín sería un tesoro de valor incalculable para este Sevilla por su despliegue, capacidad de quite. Fuerza, en definitiva. Que es lo que no tienen los de blanco. En esa línea de cuatro, todos eran cazados en cuanto recibían el balón. No hacía falta ni que Mateu aplicara su particular reglamento, pues ninguna acción inducía a pensar que fuera antirreglamentaria.

A la media hora, Sampaoli trocó a Isco por Lamela. Nada cambió. Sí que mejoró algo el juego con Rafa Mir por Januzaj, Isco más atrás, Lamela a la derecha y el Papu por Rakitic. Ahí hubo más continuidad hacia el área, más líneas de pase, más receptores. Pero no bastó.

Virtudes

No es por falta de voluntad.

Talón de Aquiles

Y es lo malo: es por aptitud.

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