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Este Sevilla está de psicólogo: las dudas ante una semana clave

El equipo de Diego Alonso afronta la visita al Arsenal como una quimera por la realidad de su insegura trayectoria, justo antes de un derbi en Nervión que puede ejercer de espoleta, en positivo o en negativo, antes del parón

La extraña celebración de En-Nesyri, que alcanzó los 60 goles con el Sevilla

Escándalo en Vigo tras colar Air Nostrum el Sevilla en un avión que iba para Madrid

Ocampos y Mariano, cara y cruz en Vigo, en una acción precipitada de ataque. / Salvador Sas / Efe

En-Nesyri marca el empate y ni siquiera celebra el gol, se queda clavado. A Jesús Navas le pitan un penalti y apenas Gudelj reclama junto a él al árbitro que también ha sido agarrado... En general, el Sevilla da una preocupante sensación de brazos caídos, como de enfermo resignado a su enfermedad. Con todos los respetos a los problemas de ansiedad o depresión –que eso sí que es serio, y no el fútbol por mucho dinero que mueva–, este equipo y esta afición con su vertiente catastrórica están de psicólogo... Quizá porque la cúpula dirigente es la primera que traslada esa sensación de inestabilidad o inseguridad ante los constantes meneos que desde fuera hace el postulante a la presidencia. La próxima Junta de Accionistas, Ordinaria y Extraordinaria, tendrá un récord de puntos en su orden del día: 17. Como para no marearse.

El Sevilla está inmerso en un mar de dudas e inestabilidad justo cuando va a afrontar una semana que debería mirarse con toda la ilusión del mundo, con el listón arriba, el que se le supone a un equipo que, en la actualización de los coeficientes de la UEFA de septiembre, figuraba entre los diez mejores equipos del continente. La Champions y un derbi, casi nada. Sin embargo las sensaciones antes de visitar el Emirates Stadium de Londres, donde lo espera un Arsenal que es cuarto en la Premier y que está a punto de certificar su liderato en el Grupo B de la Champions, esas sensaciones son de pesimismo, de vasito de papel medio vacío, usando la alegoría de Diego Alonso, cuando quiso ver "el vaso medio lleno".

Positivo

Ocampos, que actuó casi como un llanero solitario en Vigo y pudo sufrir un penalti, no vio amarilla y jugará el derbi

Cuatro clasificaciones para la Champions y dos títulos de la UEFA Europa League en poco más de tres años, entre julio y agosto de 2020 a mayo de 2023, deberían dar algo más de confianza a un grupo y a una afición -a un entorno, incluida la prensa- que viven en una montaña rusa continua de sensaciones, porque en ese periodo también han pasado por el banquillo del Sevilla cuatro entrenadores distintos. A ver qué psicólogo puede explicar esto para que lo entienda el depresivo paciente...

El Sevilla que presumía en septiembre de volver a integrar el top ten del ránking europeo, adelantando incluso al Barcelona, gracias a su séptimo título de la UEFA Europa League, se encuentra a un paso de otro temblor de tierra. A esta sensación de mal endémico, entre ansiedad y depresión, contribuyó sobremanera la paupérrima imagen que dio el equipo de Diego Alonso, su cuarto partido serio ya, en Vigo, donde estuvo al pairo de un Celta con uno menos durante media hora e incluso pudo pasar la vergüenza de perder así, aunque también pudo ganar con esas ocasiones finales de Rakitic y Pedrosa.

De haber ganado, quizá la sensación por fin fuera otra. Pero, de momento, el Sevilla de Diego Alonso sigue sin ganar, sigue sin arrancar de veras, como si estuviera desnortado y necesitase la ayuda de un lazarillo. De esto ejerció la compañía Air Nostrum cuando coló a la expedición sevillista en el aeropuerto de Peinador ante la estupefacción de 80 pasajeros con destino a Madrid que se quedaron en tierra. Pero en el césped no aparece el lazarillo que guíe los pasos de un equipo que no termina de encontrar un patrón, un estilo, entre tanto vaivén de entrenadores. Es para sentarse a pensar en el bordillo de la escalera del avión: cuatro clasificaciones Champions, dos títulos europeos, tres destituciones, cuatro entrenadores...

Realismo

Alguien en el club debería parar y reconocer ante todos que es un año de transición y rebajar el listón de los objetivos

Igual que el Sevilla de Mendilibar fue permeable a la tremenda energía positiva que emanaba del Ramón Sánchez-Pizjuán en las memorables noches ante el Manchester United y la Juventus, el Sevilla de Diego Alonso es permeable a tanta inestabilidad, a tanto nerviosismo, a tanta incertidumbre, institucional y deportiva. El catastrofismo es el peor compañero de viaje y el Sevilla lo lleva consigo.

Quizá sea hora de reconocer que ni clasificación europea ni gaitas, que le verdadero objetivo del Sevilla es mantener la categoría en año claramente de transición, desde punto y hora que Víctor Orta relevó a Monchi en junio, justo antes de la pretemporada. Desde esa perspectiva, el punto en Vigo es formidable: mantiene la distancia de cuatro puntos con el primer colista tras haberlo visitado... He ahí la realidad.

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