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El Sevilla pasa a octavos ante el Dinamo de Zagreb con demasiadas fatigas

Dinamo de Zagreb-Sevilla | La crónica

El equipo de Lopetegui ve cómo un rigurosísimo penalti por una mano de Acuña en el minuto 65 descarrila su eficaz plan de control con la pelota

Diego Carlos se retiró lesionado y Delaney fue expulsado casi al final

Rakitic y Acuña, ante Ristovski. / Antonio Bat (Efe)

Demasiadas fatigas pasó al final el Sevilla para certificar su clasificación para los octavos de final de la Liga Europa. En un partido de absoluto control por parte del equipo de Julen Lopetegui pero con escaso peligro una vez más, fue el jovencísimo árbitro galo François Letexier quien encendió la esperanza del Dinamo de Zagreb con un extrañísimo y muy riguroso penalti en el minuto 65. Orsic, la estrella de los croatas, lo transformó con un tiro seco y atinado y el plan de control con su fútbol combinativo y de toque de los sevillistas estalló en mil pedazos.

No es que el limitado Dinamo de Zagreb tuviera en la mano ese segundo gol que forzara la prórroga, pero la inquietud brotó lógicamente en el seno de los blancos. Y más cuando Delaney, en el minuto 91, trabó en la banda izquierda a un atacante que buscaba el área y vio la segunda amonestación. A más de uno, esa falta peligrosa en pleno descuento le recordaría el gol de Piqué en el Camp Nou en marzo pasado, cuando el Sevilla acariciaba la final de Copa y de repente se vio en una prórroga y con diez jugadores. Pero esta vez la zaga sevillista no se desaplicó e incluso Letexier, quizás con sentimiento de culpa, pitó peligro en el último intento de los balcánicos.

Los partidos fuera de casa en Europa suelen esconder minas en esos terrenos de juego tan desconocidos. Los teóricos favoritos, incluso con dos goles de ventaja que defender, no se pueden distraer un segundo porque explota la bomba. Hierba irregular, de campo de los ochenta; árbitro terriblemente casero, también como de otro tiempo; hasta el ambiente y el clima extraños. Y de repente, tocó arremangarse y remar en una media hora final, contando el tiempo añadido, realmente áspera y desagradable.

La factura por el pase fue gravosa para el Sevilla: Diego Carlos fue esta vez el lesionado de cada partido y con tres días para un importantísimo derbi, veremos si Montiel también vuelve a la enfermería y Delaney no podrá jugar la ida de los octavos por su expulsión. Además, el partido que a nivel global hizo el Sevilla tampoco es que cargue de moral al vestuario por su buen desempeño. Koundé tras el descanso, cuando tuvo que actuar de central por la izquierda, sí fue el defensa que es; Tecatito Corona, extrañamente sustituido cuando mejor jugaba, avanza en su integración; y Fernando volvió a ser Fernando, no hace falta detallar qué hizo. Pero el juego fue discreto y, atendiendo al cercano al área de Livakovic, deficiente. El nivel debe ser bastante más alto si no quiere un disgusto bien serio la tarde de este domingo.

Julen Lopetegui le dio al partido la importancia que tenía y mantuvo el grueso de su equipo titular. Saltó un once que bien hubiera sido el del derbi del domingo si Koundé y Lucas Ocampos no estuvieran sancionados. Entraron con respecto al partido ante el Espanyol cuatro jugadores: Montiel por Joan Jordán, Acuña por Augustinsson, Rakitic por Delaney y el Papu Gómez por Martial.

Precisamente el Papu fue el único que de nuevo se atrevió a chutar desde fuera del área en una primera parte insípida hasta decir basta. Los tres intentos los blocó con absoluta calma Livakovic y los hubiera blocado con una pizca más de tensión un portero de benjamines. Pero el propósito de mirar a la portería contraria, que en el caso del Sevilla de Lopetegui se traduce en arrojo, ya distingue al menudo centrocampista argentino, el verso suelto de este Sevilla con cara de poema. Una vez ensayó el Papu en el minuto 5, otra en el 36 y una tercera ya antes de que llegara el intermedio.

El Sevilla salió dispuesto a que no pasada nada y Letexier estaba a punto de ordenar el descanso cuando los de blanco vieron frustrado su plan: sí que pasó algo cuando el colegiado tenía el pito en la boca, Diego Carlos e tendió en la irregular hierba doliéndose de una pierna. Y la solicitud de cambio confirmó los temores que han ido angustiando al sevillista las últimas semanas con el gran central brasileño.

Sí que pasó una cosa, vaya que sí. Lopetegui tendrá que remendar aún más la defensa el domingo ante uno de los equipos que mejor ataca en esta Liga, si no el mejor ahora mismo.

Antes de que su músculo protestara tanto, Diego Carlos tuvo tiempo de provocar un choque hombro con hombro contra el medio croata Gojak dentro del área, después de que Rafa Mir se desentendiera a la hora de tapar al pasador. Los croatas lo protestaron mucho, pero viendo la forma de permitir los contactos, se justifica la decisión del francés.

Antes, el Dinamo inquietó en un par de incursiones de Ritkovski desde la derecha, la primera resuelta con una volea de Stefulj al corazón del área pequeña que despejó Koundé. Poco más para sobresaltar a Bono.

El Sevilla dio un paso adelante tras el descanso. Tecatito combinó con buen son con el Papu y Acuña por la siniestra, sacó buenos centros. Como el que cabeceó Koundé a las manos de Livakovic (48’). En otra triangulación de Acuña y Corona, un defensor metió la punta del pie cuando Rafa Mir, casi inédito, se disponía a remachar (54’). Y Ocampos tuvo la más clara en el 78, ya con 1-0, en un centro de Delaney que cabeceó fuera con todo a favor.

Esa gran ocasión sobrevino cuando Lopetegui ya había introducido a Óliver Torres por Tecatito de forma sorprendente. Óliver y Joan Jordán, relevo de Rakitic, trataron de adormecer el juego y que el tiempo pasara sin que sucedieran más hechos reseñables. No saltó ninguna mina más, afortunadamente para el Sevilla, que entró en el bombo con demasiadas fatiguitas.

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