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El Sevilla le hace el pasillo a una derrota indolora (2-1)

Real Sociedad-Sevilla | La crónica

Un equipo resacoso y de remiendos cae de forma irremisible ante la Real Sociedad para cerrar su penosa Liga en el puesto duodécimo

Lamela acortó distancias tras los goles de Brais Méndez y Cho

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La Real Sociedad le hace el pasillo al Sevilla por su séptima Europa League. / Juan Herrero (Efe)

La conquista de Budapest lo cubre todo con un manto de hilo de plata para que la temporada del Sevilla sea histórica y sus aficionados se levanten desde el jueves cada mañana sintiéndose muy afortunados por ser del equipo que son. Pero el fulgor de la séptima Europa League y la cuarta clasificación seguida para la Champions, adelantando por la derecha a un ramillete de siete equipos que le preceden en la tabla final, no debe ocultar la penosa Liga que ha perpetrado el equipo que diseñó Monchi el pasado verano y que ha rehabilitado Mendilibar desde el banquillo.

En San Sebastián, para ser fiel a su decepcionante trayectoria, los sevillistas cayeron de nuevo (2-1) y quedan con 49 magros puntos, duodécimos, con quince derrotas y sólo trece victorias y un -7 entre los goles marcados y los encajados. La derrota era indolora desde el momento en que Montiel batió al portugués Rui Patricio desde los once metros, el Sevilla alzó la Séptima y metió su bolita en el bombo 1 del sorteo de la próxima Liga de Campeones, pero eso no impedía el gesto circunspecto de José Luis Mendilibar desde la banda. Ni la evidencia de que el sevillista de a pie exige una revolución deportiva y que Castro y Monchi se pongan las pilas este verano para hacer un equipo digno para la Champions y que vuelva a pelear arriba, precisamente con equipos sólidos y regulares como la rocosa Real de Imanol Alguacil.

El enorme desgaste físico y mental y la rebuscadísima posibilidad de que el Sevilla acabara en un séptimo puesto más digno condicionó el equipo inicial que diseñó Mendilibar. El once era más propio de un bolo veraniego. Y de partido de consolación. Volvió a ser titular Manu Bueno en la zona ancha, como ocho días antes frente al Real Madrid, y a Hormigos le caía del cielo el debut con la primera plantilla. Pape Gueye retornaba tras cumplir su sanción y por delante del senegalés y de Manu Bueno, una línea con Lamela, Óliver Torres y Papu Gómez para que Rafa Mir se peleara arriba con los centrales.

Enfrente, la Real Sociedad sólo fue amable a la hora de hacerle el pasillo a los flamantes heptacampeones de la Europa League. Cuando Del Cerro Grande, también homenajeado por ambos equipos a causa de su retirada, ordenó que la pelota rodara, el cuarto clasificado de la Liga, aun saciado de sobras con su plaza de Champions, fue a buscar la portería de Dmitrovic con denuedo. El aliciente de los vascos era brindarle la victoria al gran capitán, Asier Illarramendi, otro que se despedía.

La tibieza generalizada de los de rojo, que parecía preconcebida, irremisible, cargó de tarea a Dmitrovic. A los cinco minutos, Brais Méndez cede a su derecha a Sorloth tras un caño a Badé y el portero serbio se hace grande ante el noruego; dos minutos después, el guardameta vuelte a tapar ante el ariete nórdico en un balón suelto en el área; a los diez minutos, sale el portero ante Barrenetxea, que chuta al lateral de la red; a los quince, tira desviado Zubimendi en posición ventajosa en el balcón del área; un minuto después, de nuevo Barrenetxea golpea junto al palo derecho y atrapa Dmitrovic; a los veinte, Brais remata desde la media luna y desviado cuando esta vez, el portero sevillista había hecho la estatua.

Era cuestión de minutos que cayera el gol de la Real y ocurrió en el 27. Gudelj cortó un peligroso pase de Brais, la pelota era clara para Jesús Navas, pero el palaciego, que había entrado a los nueve minutos de partido por la lesión muscular de Montiel, resbaló y encendió el fuego en el área sevillista. Barrenetxea entró con la pelota y cedió atrás a Brais, quien libre de marca, sin nadie que lo persiguiera y obstaculizara, acomodó su cuerpo a placer para chutar con la izquierda hacia el ángulo que tenía expedito, a la izquierda de Dmitrovic.

En esa deslavazada primera parte del Sevilla, apenas dos acercamientos de Rafa Mir, el primero en un buen pase de Lamela que un mal control del murciano diluyó todo el veneno que llevaba el balón (4’) y otro en un tiro del ariete sin apenas ángulo (13’).

El intrascendente cariz del partido quedó reflejado en los dos cambios de Mendilibar en el intermedio, Alex Telles por Hormigos y Nianzou a un Gudelj que merecía descansar ya tras tantas batallas. Y el caso es que el Sevilla tuvo un rato de buen fútbol tras reiniciarse el juego.

Óliver Torres envió una violenta volea al palo izquierdo de Remiro en la primera incursión, de Papu y Alex Telles por la iquierda. Luego, a los 53 minutos, Manu Bueno golpeó con intención en una falta al borde del área y obligó al portero a sacar el brazo derecho cerca de la escuadra. Al momento, Lamela envía al ángulo contrario y Remiro desvía de nuevo. Y Badé no puede acomodar el cuerpo para rematar desde muy cerca de la línea de gol.

Suso entró a la hora de juego por Manu Bueno, el Sevilla trató de encerrar a una Real más abierta tras irse del campo Zubimendi e Illarra, pero fue Cho, en su primer balón, quien aprovechó el agujero del costado de Nianzou y Telles (70’). Lamela, el mejor de los de rojo, acortó distancias con calidad ocho minutos después, pero ni Tecatito terminó de afilar el ataque para que los sevillistas arrancaran al menos un empate que lo hubiera dejado noveno, con un pellizco económico añadido. En cualquier caso, una penosa Liga... cubierta con un manto de hilo de plata.

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