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Un feísimo récord de centros a la nada

Sevilla-Villarreal | Informe técnico

Diego Alonso, que ya es el peor revulsivo en la Liga del Sevilla con 5 empates y una derrota, no da con la tecla ofensiva y tampoco logra tapar bien al construir la casa desde el tejado

Los jugadores del Sevilla, uno a uno: esta vez le toca a Gudelj la picota

Crónica: El Sevilla de Diego Alonso, sesenta centros y la misma frustración (1-1)

Sow y Lukébakio se lamentan tras una de las múltiples e inocuas llegadas del Sevilla. / Antonio Pizarro

El Sevilla de Diego Alonso ha batido ya dos récords en una misma tarde noche: ya es el entrenador menos revulsivo de la historia del club en la Liga, pues no ha logrado ni un triunfo en sus primeros seis partidos (cinco empates y una derrota) y es el primer equipo esta Liga en realizar 60 centros, para que sólo hubiera un cabezazo entre los tres palos. Son datos aportados por los especialistas estadísticos Pedro Martín (@pedritonumeros) y Fran Martínez (@LaLigaendirecto). Y son, sobre todo, constataciones de una realidad que está socavando la paciencia del sevillismo, que no se cree lo que ve.

El Sevilla de Diego Alonso es como una casa que empieza a construirse por el tejado. El equipo está pensado de delante hacia atrás, con la circunstancia de que el tejado presenta un gran agujero negro porque el triángulo ofensivo que deberían formar el delantero centro, En-Nesyri casi siempre, y los dos interiores, Sow y Rakitic ayer, es como el triángulo de las Bermudas: un balcón que invita a asomarse a la nada.

Donde es más difícil crear el juego es en los tres cuartos, y ahí el Sevilla casi siempre opta por buscar a los extremos o los laterales que desdoblan a aquéllos para buscar una y otra vez un centro casi siempre defectuoso, o corto, o a media altura, o pasado, o blando... y casi siempre donde no hay ningún rematador. Una vez conectó un cabezazo En-Nesyri, el especialista del Sevilla, y la mandó tras un gesto muy plástico a dos metros y pico de la escuadra de Jorgensen, que estuvo comodísimo pese al aluvión de centros sevillistas.

En el Sevilla de Diego Alonso, en cambio, los laterales y los centrales tienen que ser héroes que se juegan la vida en cada envite, quien dice la vida dice la fama o la tarjeta, porque se ven absolutamente desguarecidos por un equipo volcado al ataque y con un centro del campo incapaz, impotente, ante las transiciones rápidas y los balones verticales de refrenar al rival de turno, en este caso el taimado Villarreal de Marcelino.

Defensa

Diego Alonso quiere que defienda todo el equipo, y consigue que los suyos roben mucho en posiciones adelantadas. El problema es cuando es superada la primera línea de presión. Ahí se escalonan los vacíos, sin que haya una coordinación rápida del repliegue. Juanlu, Nianzou, Gudelj, Acuña, luego Pedrosa, tuvieron que aparecer como bomberos para salvar un último pase, para bloquear un definitivo centro más de una vez.

Ataque

El Sevilla de Diego Alonso percute y percute, persevera y es tenaz, pero ¿cómo es posible que en 60 centros apenas hubiera cuatro remates a portería y sólo uno de cabeza? Pues por una mala elección y unos inexistentes automatismos del sistema ofensivo. No hay otra respuestas posible.

El Sevilla fue todo pundonor ante el Villarreal. Subieron decenas de veces los laterales, ora Juanlu, ora Acuña, ora Pedrosa, que fue el que terminó cantando bingo en el centro que cabeceó soberbio Kike Salas –un central– pero generó poquísimo por dentro y, sobre todo, no aprovechó nunca, jamás, los constantes rechaces que caían a la corona del área. Y eso que tiene especialistas en el disparo como Rakitic, Sow o Gudelj. Un problema serio.

Virtudes

La perseverancia, la fe, hasta la tenacidad y la contumacia aunque fuera para caer una y otra vez en los mismos errores.

Talón de Aquiles

Un deficitario sistema ofensivo. Y un sistema defensivo que se tambalea en cuanto es superada la primera línea y depende de las individualidades. Y luego, eso de no agotar los cambios, por muchas bajas que haya... dice poco de la confianza en los jugadores. Hizo dos, como en el fútbol en blanco y negro. El tercer cambio fue porque se lastimó Fernando en el minuto 93.

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