El Sevilla, con dos expulsados, sólo puede salvar el orgullo del sonrojo de ser un mal equipo (1-2)
Sevilla - Real Sociedad | La crónica
Los sevillistas vuelven a sufrir una nueva derrota en casa, esta vez contra la Real Sociedad, en un partido en el que ya se habían quedado sin Rakitic y Nianzou en el minuto 34
El minuto a minuto del Sevilla-Real Sociedad
Nuevo episodio negativo en la temporada sonrojante con la que está castigando el Sevilla 2022-23 a todos los suyos. El equipo confeccionado por Monchi, con el consentimiento de José Castro y José María del Nido en la clara dejación de funciones de ambos, no es capaz siquiera de acercarse a un triunfo en el Ramón Sánchez-Pizjuán y ya lleva siete partidos disputados al calor de los suyos en el presente curso. Esta vez fue la Real Sociedad la que sacó provecho de las circunstancias, de las endógenas y también de las exógenas, como las dos expulsiones que ordenó desde el VAR Jaime Latre para que Rakitic y Nianzou se fueran a la ducha en el ecuador del primer periodo. Ni siquiera el arranque racial de orgullo en el segundo periodo mitigó la sensación de impotencia absoluta.
Sería absurdo escudarse en esas dos tarjetas rojas para excusar el desastre que es este Sevilla Fútbol Club de la temporada 2022-23. En esos momentos ya iba perdiendo por el gol de Sorloth, que se plantó delante de Bono con todas las facilidades, casi como si se tratara de un entrenamiento de lo sencillo que lo tuvo. Mikel Merino buscó una incorporación del noruego, por cierto en la lista de posibles refuerzos blancos durante el verano antes de la llegada de Dolberg, y éste recibió la pelota tras pasar por debajo de las piernas de Nianzou. Ante la tardanza en la cobertura de Gudelj, el espectador más cercano del tanto, picó la pelota con facilidad para desbaratar cualquier intento de puntuar de los anfitriones.
Porque este Sevilla, a pesar de la gran oportunidad que se le presentó después a Isco y que provocó uno de los paradones de la temporada por parte de Álex Remiro (25’), es un verdadero desastre y no tiene el mínimo nivel físico exigible para poder competir en la Primera División del fútbol español.
Sampaoli, en su enésima búsqueda de un once competitivo, había hecho otra combinación en la que Rafa Mir volvía a moverse por la derecha en el arranque y Lamela e Isco lo acompañaban arriba. Pero en el centro del campo figuraban Rakitic, Óliver Torres y Gudelj, tres futbolistas que juegan con un motor de gasoil ante los fórmulas uno rivales, que lo hacen con un carburante que los mueve a una velocidad infinitamente mayor. En este caso, era la Real Sociedad, pero da igual, casi todos los adversarios que se han medido a los sevillistas hasta ahora han evidenciado que su físico era muy superior.
Físico
Sampaoli volvió a mover las piezas en su alineación, pero salió con un centro del campo lentísimo con Rakitic, Gudelj y Óliver Torres
Sobre todo cuando los únicos jugadores que pueden soportar el esfuerzo en el centro del campo, léase Joan Jordán o incluso Delaney, se quedan en el banquillo por las razones que fueren. Y con semejantes mimbres, la descomposición total llegaría en dos accidentes que el nuevo fútbol, el de los monitores y el VAR, penaliza de forma indudable. Rakitic no fue a hacerle daño a Brais Méndez, al menos eso parecía. Quiso agarrarlo claramente, una mera falta táctica, pero en ese forcejeo acabó pisándolo entre el tobillo y el peroné. Tarjeta roja irremediable en el innovador juego que responde por fútbol y el Sevilla recibía un cubo de agua muy fría para multiplicar de forma geométrica su sensación de impotencia.
Corría el minuto 28 cuando Rakitic veía definitivamente la roja tras el debate con el VAR, pero no se iba a quedar ahí la crueldad de la tarde con este Sevilla tan mal gestado y peor parido. Apenas tres minutos después, Nianzou intenta proteger un balón con una pierna para tratar de llevárselo con la otra, pero lo que encuentra de nuevo el francés es la rodilla de Brais Méndez. La reacción del banquillo realista, justo al lado de la acción, fue instantánea. Todos hacían el gesto de los monitores y Del Cerro Grande, a pesar de que inicialmente pitó falta a favor de los locales, se fue de nuevo al aparatito. Otra tarjeta roja y en el minuto 34 los sevillistas estaban nueve contra once y cero a uno en el marcador.
La clave
Las salidas de los realistas iban a ser muy peligrosas y encima llegaron las dos tarjetas rojas en accidentes que el VAR juzga como expulsiones
El partido estaba más que acabado desde ese instante y peor se le pondría a la escuadra de Sampaoli cuando muy poco después (36’) aprovechaba la superioridad en el número de peones para colocar el cero a dos con total comodidad. Si había alguna duda, ésta quedaba resuelta ya del todo, pero ahí sí se produjo un arranque racial por parte de los sevillistas y también de acierto, por supuesto. Un centro de Alex Telles era muy bien cabeceado por Rafa Mir (44’).
La desventaja se reducía hasta la mitad, pero la sensación generalizada era que sólo podía ser un engordar para morir. Porque el nueve contra once continuaba y era una sensación lacerante de impotencia. Todo dependía de que la Real Sociedad no se tirara al callejón mientras se pasaba el balón de un lado para otro constantemente sin que ningún sevillista pudiera salir ya a hostigar en busca de una recuperación.
Las decisiones de Sampaoli en el intermedio pasaron por meter a Kike Salas y Joan Jordán por Rekik e Isco. Un hombre por hombre tal vez por algún problema físico y otro perfil diferente en el caso del catalán. El Sevilla ya se parapetó con dos líneas de cuatro por delante de Bono, pero sin tratar nunca de tener la pelota y sí esperando para no encajar goles. No había posibilidad de otra cosa, sin duda.
Variaciones
En la segunda mitad, con Joan Jordán de tercer central, los sevillistas se protegieron y hasta abrieron al final la espita al milagro
Todo debía durar hasta que los realistas fueran capaces de hacer el tercer tanto, pero no lo hicieron, entre otras cosas por las paradas de Bono. Después entraron En-Nesyri y Delaney, pero daba igual, parecía casi imposible que los sevillistas pudieran llegar hasta Álex Remiro. El casi es porque al menos sí se produjo un córner a su favor en el minuto 68 y desde ahí sí se producirían algunos acercamientos. Incluso pareció que Lamela fue agarrado después por Pacheco en una jugada muy dudosa (69’) y hasta En-Nesyri cabeceó picado otro buen centro de Alex Telles.
La Real tal vez no se podía creer que fuera tan fácil la victoria en el Ramón Sánchez-Pizjuán y por ahí se abría la espita hacia el milagro, sobre todo porque el joven Pablo Marín no acertó en solitario. Hacía falta un milagro para que la raza y el pundonor sirvieran para algo más que para savalguardar el orgullo. Éste no llegó, el Sevilla de Monchi, José Castro y José María del Nido Carrasco sigue en dirección hacia el abismo más absoluto. Por mucho que fuera nueve contra once, no gana jamás y llega a este tiempo de recomponer la situación con una sensación de impotencia absoluta. Monchi tiene la llave para tratar de arreglar algo que conduce a los suyos al mayor de los sonrojos. No hay más.
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