El Sevilla, como el dicho del perro flaco

Nyland, una de las pocas certezas que estaba mostrando el Sevilla, se lesiona y es baja segura junto a Acuña y Sergio Ramos en Londres y es difícil que llegue al derbi en Nervión

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Nyland, en Quintanar de la Orden, donde tuvo que jugar porque Dmitrovic sufría una distensión en un dedo. / Afp7 / Europa Press

Taciturno y flaco como un perro viejo en el que todo son pulgas, el Sevilla viaja a Londres este martes rebuscando en su maltrecha valija el brillo de la ilusión. Será el duodécimo viaje del Sevilla a Inglaterra en este siglo para un partido de competición oficial y quizá sea, en comparación con los once precedentes, la ocasión en la que menos sugestiona a sus aficionados. Ni siquiera aquella lejanísima ya ocasión de la fase de grupos de la Copa de la UEFA a Bolton, en el todavía insospechado camino hacia su primer título internacional, el de Eindhoven 2006, en aquel otoño tristón de 2005 en el que su eterno rival se medía entretanto con rivales ingleses de Champions como el Chelsea o el Liverpool. El Sevilla de hogaño pasea su alcurnia continental como un viejo hidalgo maltratado por el destino, caído en desgracia por no haber sabido digerir su propio camino de grandeza, aunque sigue teniendo en su mano su sino.

Se trata de la cuarta jornada de la Liga de Campeones, ante un enemigo ya conocido y un estadio que ya visitó, el Emirates Stadium en el que jugó por primera vez la Champions League en 2007, aún con Juande Ramos. Pero este Arsenal de Mikel Arteta se antoja ahora una cima demasiado elevada para un Sevilla que, encima, vuelve a verse metido en la dinámica negativa de las lesiones. En el avión que traslade hoy a la expedición sevillista hasta Londres no estarán el eternamente lesionado Marcao, nada extraño pues ni inscrito está, ni Sergio Ramos, que anda empeñado en forzar para jugar el derbi. Pero es que tampoco estará una de las pocas e inesperadas certezas que había encontrado en este incierto inicio de temporada: el meta Nyland, que se lastimó ayer.

El noruego, que hacía años que no jugaba tantos partidos seguidos, es baja junto a Acuña, quien se retiró con molestias en los isquiotibiales del partido en Vigo. El lateral no está en condiciones de competir, aunque es probable que sí esté para el partido del domingo ante el Betis en Nervión. Quien lo tiene mucho más complicado, por no decir imposible, es Nyland. La descripción de su dolencia fue escueta por parte del club, pero no parece que sea cuestión de unas simples molestias, puesto que el noruego sufre una "lesión miofascial en el cuádriceps de su pierna derecha".

Este equipo, que ha sido capaz de ganarle una final al Liverpool, de tutear al Chelsea en su campo, de eliminar hasta en tres ocasiones al Manchester United e incluso ganarle en su mítico Old Trafford, de dejar también en la cuneta a un gran Tottenham camino de su segunda Copa de la UEFA, no está ahora para grandes alegrías europeas, como si echara de menos la pulsión juvenil de la primavera que enerva su pasión continental. Y mira ahora al Arsenal, un buen equipo que también tiene una baja importante como Gabriel Jesús, el hombre que dinamitó el partido en Sevilla, como a un gigante inmarcesible, como a un rival invulnerable. Al menos es la impresión que da desde fuera.

Los profesionales viajarán con ese prurito de reivindicarse en un gran escenario como el Emirates Stadium que mueve a cualquier futbolista de élite, al margen del momento de forma de su equipo. Pero la perspectiva del derbi del domingo antes del parón y la realidad de que no gana desde la goleada sobre el Almería antes del anterior parón -lo de Quintanar era puro trámite- impregna el horizonte de pernicioso desasosiego.

Que se hayan juntado las lesiones de Acuña, Sergio Ramos y Nyland, quien tuvo que jugar en Quintanar porque Dmitrovic tenía unas pequeñas molestias en un dedo -un infortunio rutinario-, no hace sino echar más leña a la hoguera del derrotismo, que parece haber prendido en un gran sector de un sevillismo decepcionado con las dos últimas salidas del equipo de Diego Alonso a Cádiz y Vigo. Lejos queda ya la ilusión del neófito que vivió Nervión con motivo del Sevilla-Real Madrid. Han pasado demasiadas cosas desde entonces y pocas positivas. Sin embargo, no deja de ser otro partido europeo de un Sevilla acostumbrado a pelear, y a hacerlo contra pronóstico, en los grandes escenarios continentales. Ahora mismo, tras las malas nuevas de Nyland y Acuña, el Sevilla es como el perro viejo y flaco, en el que todo son pulgas, y lo esperable es que no se le haya olvidado morder...

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