La contracrónica: Lo dice Julen, es un problema de fútbol
Sevilla FC
La primera titularidad del Papu en el eje junto a Rakitic deja muy en entredicho la capacidad ofensiva de un Sevilla que apenas pisa el área
Primera racha de tres derrotas seguidas del Sevilla de Lopetegui
Informe técnico: No tiene pinta de ser un bloqueo, pero...
Hace apenas un mes, el Sevilla era una turbina que arrolló al Getafe con un fútbol vertical, al primer toque, invitando a un rival siempre intenso y agresivo a presionarlo en el área para salir desde atrás tocando la pelota con confianza y saltando líneas siempre. Un mes después, con Ocampos de nuevo en el once, el Sevilla vuelve a ser ese equipo plano, dubitativo, sin capacidad alguna de percusión, lento, que apenas pisa el área contraria: una invitación a reposar la siesta sobre la orejera del sillón mientras de fondo suena monótona la voz del locutor en la tele.
Quizá sea que los rivales le hayan tomado la medida y ya no acuden como alimañas a presionarlo casi en su área. Si se observan bien los partidos ante el Barcelona y el Borussia Dortmund, éstos no lo hostigaban tanto en el inicio de la jugada, sino cuando, desde el mediocampo, alguno de sus jugadores daba el primer pase para atrás.
Los rivales se estudian muchísimo, y el Sevilla de los récords ha sido observado más de la cuenta, hasta que rompió todas sus rachas positivas (número de victorias seguidas en la Liga, imbatibilidad de Bono, primera derrota liguera...) cayendo en la Liga ante el Barcelona precisamente por volver de nuevo a esa contumacia en darse la vuelta con el balón en lugar de arriesgarlo con verticalidad, en lugar de buscar el prometedor horizonte del espacio por delante, con esa tierra prometida para el buen fútbol del área contraria.
En Elche, el Sevilla lanzó dos veces entre los tres palos. ¡¡Dos veces entre los tres palos ante el decimonoveno de la Liga!! Y, además, lo hizo en los minutos 86, pase atrás de Suso a Óliver Torres, el primero en probar a Edgar Badía, y 90, gol de De Jong, tras el primer centro en condiciones de todo el partido, protagonizado por Acuña.
Lopetegui renovó completamente el once que cayó de forma cruel ante el Barcelona. Apenas dejó a Vaclík y De Jong. Y ubicó por primera vez de partida al Papu Gómez de medio por dentro, con Rakitic. El resultado no pudo ser más decepcionante, pese a que el argentino realizó una promesa luego incumplida de fútbol vertical y por dentro, con un balón a Munir que éste no supo aprovechar.
Apenas Rekik, en su estreno como central en la Liga, buscó saltarse líneas por dentro, y eso que el Papu bajaba a buscar el inicio de la jugada. Pero este Sevilla tiene el mal encallado del fútbol horizontal, asegurando el pase.
De un mes acá el Sevilla se ha apocado. ¿La carga de partidos? ¿El nivel de los rivales? ¿La fatiga física o mental? "Futbolísticamente no hemos encontrado las soluciones", dijo Julen Lopetegui espantando el fantasma de la crisis. Es el fútbol de ataque el problema del Sevilla. O, mejor dicho, vuelve a serlo. Con delanteros tan de área que fuera de ella demuestran sus límites, el Sevilla apenas la pisa. Y el fútbol castiga a los apocados.
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