Competir, un verbo grabado a fuego entre récords de Lopetegui

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El Sevilla se mantiene segundo con su triunfo memorable superando adversidades y a un rival directísimo con un 58,6% de victorias en la era del guipuzcoano

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Diego Carlos, Rakitic y Koundé, tres titanes ante el Atlético, celebran el 1-0.
Diego Carlos, Rakitic y Koundé, tres titanes ante el Atlético, celebran el 1-0. / Antonio Pizarro

El monumento a su propia identidad que levantó el Sevilla, al amparo de su afición, ante el Atlético de Madrid se sustenta sobre todo por la genética de un equipo al que Julen Lopetegui le ha inoculado el veneno de la competitividad. Pero no de una competitividad cualquiera, sino de una llevada al límite, apoyada en la fe en sus posibilidades por muy escasas que sean éstas.

Ya lo demostró en su primera temporada, con la forma en la que encaró el último tramo liguero entre junio y julio tras el parón por el confinamiento del Covid. Aquellas remontadas ante Manchester United e Inter para coronarse como hexacampeón de la UEFA Europa League en agosto certificaron esa nueva vuelta de tuerca al ADN sevillista. Y ahora vuelve a confirmarlo. Cuando más apretado estaba el Sevilla por las bajas y los rivales, más sacó su carácter de animal competitivo.

El triunfo sobre el Atlético, que aun sin Griezmann pudo disponer de Luis Suárez, Correa, Joao Félix y Cunha para tratar de zaherir a la formidable zaga sevillista, se sustentó sobre esa fe y esa confianza en sí mismo, esa sensación de irreductibilidad, de invulnerabilidad, que se acrecienta cuando juega ante los suyos.

Éstos también pusieron de su parte: sabedores de que su equipo está al límite, abandonaron los debates sempiternos en torno al sistema de juego de Lopetegui –el tercer año siempre cansa–, el fútbol control, el pase atrás, el balón al portero... y se unieron a la comunión de la resistencia. El resultado, esa fusión final en la explosión de júbilo tras el emocionante gol del triunfo, fue tan vibrante que ha sorprendido incluso fuera del entorno sevillista.

Pero ese emotivo epílogo no habría sido posible sin esa concepción del fútbol como deporte colectivo en el que es fundamental la implicación absoluta de cada pieza para que el equipo responda como un ser único animado, una estructura capaz de adaptarse a los distintos contextos –ese concepto que tanto gusta a Lopetegui– ya vengan bien o mal dadas. Y ciertamente que no venían muy bien dadas en las vísperas del partido ante un necesitado rival directo, el poderoso Atlético de Madrid, que llegaba con hambre y con el prurito de reividicarse a lo grande.

El cansancio acumulado, más después de la prórroga en Andratx, dejaba a Lopetegui sin apenas armas. Con seis bajas, Jesús Navas, Suso, Lamela, Óliver Torres, En-Nesyri, y Fernando por sanción, Montiel se caía durante el partido y Acuña apenas podía subirse al barco un rato. Pero ahí sacó fuerzas de flaqueza el equipo para recordarse también a sí mismo que suele competir incluso mejor cuando se encuentra contra las cuerdas.

Evidentemente la seguridad defensiva es lo que sustenta al actual segundo clasificado de la Liga, que supo mantener su posición cuando más mermado estaba de fuerzas y ante la visita de un directísimo rival. Y mantuvo su listón defensivo altísimo. Con el gol encajado, sigue siendo el equipo de la Liga con menos tantos en contra, sólo 12 en 17 partidos disputados en las 18 jornadas. Un buen dato para cerrar el año ante el Barcelona este martes. De hecho, según apunta la cuenta estadística @LaLigaenDirecto, Lopetegui es el entrenador sevillista del siglo XXI con mejor promedio de goles en contra, 0,86.

Los medios del club destacan otro récord de Lopetegui, un acumulador de marcas sobre esas dos premisas: concepción colectiva del juego y competitividad. Es el entrenador en la historia del Sevilla que mantiene un mejor porcentaje de victorias, nada menos que un 58,6% en total (133 partidos, 78 victorias, 30 empates y 25 derrotas) y 58,1% en la Liga (93 partidos, 54 ganados, 22 empatados y 17 perdidos). Con un partido menos, es segundo a seis puntos del líder, con un partido menos, y a ocho del quinto. Ahora, a sellar el año ante el Barcelona.

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