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El Sevilla, al compás de los grandes, grandes

Sevilla - Borussia Dortmund | La previa

Un Sevilla de irresistible inercia pretende acercar su objetivo en Europa, los cuartos

El Dortmund titubea, pero la descarga de presión le beneficia

Rakitic, ayer con el balón de la Liga de Campeones. / Juan Carlos Vázquez

Tan irresistible es la trayectoria ganadora de este Sevilla, que el personal no tiene más remedio que comparar ya a Julen Lopetegui con Juande Ramos. A Bono con Palop. A Koundé con Daniel Alves. A ese punto de excelencia está rayando el compacto bloque que ha modelado el entrenador de Asteasu, que tiene la sana intención, de momento, de alcanzar los cuartos de final de la Champions e igualar así el techo histórico que el club, que también es el objetivo presupuestado esta temporada.

Bajo el formato primigenio de Copa de Europa, allá por 1958, al Sevilla se le cruzó el Real Madrid de Di Stéfano cuando ya sólo quedaban ocho equipos en pie; y en 2018, fue el Bayern Múnich quien se interpuso en su paso. Real Madrid, monarca absoluto del gran torneo continental. Bayern Múnich, vigente campeón y acaso el mejor equipo del mundo. Equipos grandes, grandes. Los mejores. Los espejos en los que los soñadores se miran.

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Y entre ellos, como si fuera uno más, se ha colado el Sevilla, al que ya ninguno de los ilustres europeos mira de arriba a abajo con desdén y extrañeza, como al paria que se cuela en una aristocrática fiesta digna de El Gran Gatsby. Es aceptado ya que el Sevilla puede entrar en el bombo 1 de la Champions en los sorteos. También es aceptado que te puede dar un serio disgusto, como se lo ha dado dos veces ya al Manchester United, hace tres años y también hace unos meses, cuando también tumbó al Inter. Hasta el Liverpool lo sufrió. Es un aceptado.

El Borussia Dortmund, que conoce y sufre como nadie las habituales maneras despóticas del Bayern Múnich, vio cómo se las manejó el Sevilla en Budapest ante el coloso bávaro, al que perdonó al final cuando se le puso de rodillas de forma inopinada.

Por eso el gran equipo aurinegro no tiene reparos en cederle toda la presión al Sevilla. No suena impostado y hasta le conviene, para usar la baza de la sorpresa ahora que tantas dudas describe su campaña y que hasta su entrenador, Edin Terzic, tiene fecha de caducidad como los yogures. Que allá por los noventa lograra el Dortmund lo que aún sueñan los sevillistas, la corona continental, y el hecho de que en este siglo XXI también llegaran a otra final ante sus victoriosos vecinos bávaros, en Wembley, no los va a investir de favoritos en la eliminatoria. Ni aunque tengan a Haaland, un delantero que está situado en el escaparate a la misma altura que Mbappé.

Cuando las bolas de uno y otro quedaron emparejadas, los germanos eran considerados ligeros favoritos, muy ligeros, por el hecho de jugar la vuelta en su estadio –está por ver que así sea, vistas las restricciones por la pandemia y los obligados cambios de escenarios en las competiciones de la UEFA–, pero desde diciembre hasta ahora, las trayectorias dispares de unos y otros han conferido el papel de favorito a los blancos, aunque les pese. Y el primero, a Lopetegui.

Mientras el Dortmund se ha despedido de toda posibilidad de litigar por la Bundesliga, es sexto en la tabla y dará por acabado el ciclo con Terzic el próximo junio, los sevillistas van a galope tendido dejando una víctima tras otra en las cunetas. Su partido de hace una semana ante el Barcelona en Nervión, con nada menos que una final de Copa en juego, da la medida de lo que hoy es el equipo, que en sus últimos 19 partidos, contando Liga y Copa –una oficiosa vuelta– ha cosechado 16 victorias, dos empates y una sola derrota ante el único que viaja un estrato por encima de él en España, el Atlético de Madrid. Otorgando tres puntos por victoria en esos 19 encuentros, sumaría 50. En una vuelta. El dato se describe sin adjetivos.

Esa descarga de presión le va a venir de perlas a un equipo, el Dortmund, que ha solido ser muy competitivo en Europa incluso en años en los que sus plantillas no estaban entre las mejores del continente. Y aunque hoy le falte la mitad del equipo titular, sigue contando con jugadores de primerísimo nivel, sobre todo en su ataque con Haaland y Jadon Sancho, más Reus y Reyna, otros dos llegadores muy poderosos.

Para neutralizar esa pólvora germana, el Sevilla contará con el estado de gracia que atraviesan su portero Bono y su pareja de centrales Koundé-Diego Carlos, además de la fiabilidad de Fernando como contrafuerte en la zona ancha. Más inquietud despiertan los anfitriones en sus flancos. Por el derecho, Jesús Navas puede ser la gran noticia, ya que por fin trabaja integrado en el grupo y no se puede descartar su reaparición en lugar de Aleix Vidal, que ha rendido muy bien en la ausencia del palaciego. Por el izquierdo, Escudero, a pesar de los problemas que tuvo hace una semana ante Dembélé, parece que cuenta con más opciones que Rekik.

En el resto de las líneas, todo se aclara: Joan Jordán y Rakitic acompañarán a Fernando, Suso y el Papu también armarán el juego desde fuera hacia dentro y arriba, pululará En-Nesyri. Ni siquiera el marroquí es hoy aquel que le perdonó la vida al Bayern. Todo crece y crece en este Sevilla que va al compás de los grandes, grandes.

La vuelta del capitán Jesús Navas

Desde el 30 de enero, día que disputó la primera mitad del partido en Ipurua ante el Eibar, no juega Jesús Navas en el Sevilla. Cuatro partidos se ha perdido el capitán por sus problemas en la cadera, que ya lo llevaron a salir de la cita ante el Valencia de Copa, tres días antes del partido ante el Eibar. Aleix Vidal lo ha relevado a un nivel más que aceptable en los encuentros de Liga ante Getafe y Huesca, y los de Copa ante Almería y Barcelona. “Ha entrenado por tercera vez con el grupo y está a disposición. Decidiremos mañana qué es lo que hacemos”, comentó ayer Julen Lopetegui sobre la disponibilidad del palaciego. También el brasileño Fernando Reges, el jugador que atendió a los medios, habló sobre el peso específico del capitán: “Todos sabemos que es un jugador importantísimo, no sólo para mañana, sino por toda la historia del Sevilla. Esperemos que esté mañana”.

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