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El Sevilla actual o la cronificación de la mediocridad

Cumplido un tercio de la Liga, aun con un partido menos, el Sevilla casi calca lo 'logrado' hace un año: dos victorias y dos entrenadores en las primeras 13 jornadas

Caparrós, próximo Banquillo de Oro del Sevilla: "La destitución de Mendilibar fue precipitada"

La Real Sociedad, un espejo convexo para el Sevilla

Del Nido Carrasco saluda muy sonriente a Diego Alonso en el entrenamiento previo al derbi. / Antonio Pizarro

La Liga cumple un tercio del campeonato, aunque en puridad no lo es porque el triple de 13 jornadas, las que van disputadas, dan 39, y no 38, que es el número de partidos real. En el caso del Sevilla, además, llega a este oficioso tercio liguero con un partido menos, el que se aplazó por una DANA que debió jugar en el Metropolitano justo antes del primer parón de septiembre. El partido quedó fijado para el 23 de diciembre, fecha para la visita al lanzado Atlético de Simeone. Y parece que no llegará en muy mejoradas perspectivas que antes del primer parón...

La realidad es que este Sevilla no está para ir a campos como el Metropolitano o el Reale Arena, su próxima parada tras este tercer parón de la temporada, a gallear como hizo en otro tiempo. Y no es que gallease mucho, puesto que ni cuando estaba mejor clasificado, más cuajado como equipo y sin la desazón institucional actual también solía perder más que ganar cuando visitaba a equipos como el Atlético o la Real Sociedad. Diego Alonso debe arrostrar tras este parón retos durísimos con el sambenito de que aún no le ganado a nadie, salvedad hecha de la primera ronda copera ante un Regional Preferente.

La realidad, por dura que suene, es que la mediocridad se ha cronificado en el Sevilla. El proyecto de José Castro y José María del Nido Carrasco, en espera de lo que pase en la próxima Junta General de Accionistas, se parece mucho a aquellas aciagas temporadas 11-12 y 12-13, aún con José María del Nido de presidente, justo antes de su obligada dimisión por su deuda con la Justicia. El de ahora es el segundo pico bajo del Sevilla triunfal de este siglo, pero los números son incluso peores que en el primero.

Como hace un año, el Sevilla apenas tiene dos triunfos en la Liga en su haber. Ahora, en cambio, ha sumado menos derrotas. Llegados a la jornada decimotercera de Liga, el Sevilla actual, también tras la destitución de su entrenador, suma dos victorias, seis empates y cuatro derrotas, las cuatro con José Luis Mendilibar. Diego Alonso sólo ha perdido en esta fase dos partidos, los dos ante el Arsenal en la Champions.

La temporada pasada, ya con Jorge Sampaoli, que relevó al principio de octubre a Julen Lopetegui, el Sevilla sumaba dos victorias, cinco empates y seis derrotas. De éstas, cuatro fueron con Lopetegui, que también sumó otras dos feas derrotas en Champions ante Manchester City y Borussia Dortmund, el día de su destitución; y otras dos derrotas ligueras fueron con Sampaoli.

Hay que irse muy a principios de este siglo, a la temporada del descenso con Marcos Alonso o la segunda de Joaquín Caparrós en Primera División tras el ascenso en 2001, para encontrar números similares o peores. Tras las primeras trece jornadas, el Sevilla 99-00, el del último descenso, sumaba 9 puntos, tres menos que el actual, con un solo triunfo, seis empates y cinco derrotas. Y el Sevilla 02-03 sumaba en esta jornada 13ª 11 puntos, los mismos que la pasada temporada 22-23 y uno menos que la actual 23-24, cuando suma 12 puntos con un partido menos. Como en estas dos últimas, el Sevilla de Caparrós había llegado a la jornada 13ª con sólo dos triunfos, por cinco empates y seis derrotas.

Pero aquel Sevilla no tenía nada que ver con el actual, ni por presupuesto, ni por plantilla, ni por trayectoria, nacional o internacional. La deriva del equipo parece responder a las dudas de una cúpula dirigente que en el tiempo de un año natural, de octubre a octubre, ha visto cuatro caras de entrenadores, de Lopetegui a Diego Alonso. Hay muchos que ya piensan e incluso señalan que quizá fuese precipitada la destitución de Mendilibar. La presión externa se hace notar. Y el técnico uruguayo, tras salvar milagrosamente la derrota en el derbi, siente ya esa presión.

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