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Días de gozo para la religión sevillista (1-0)

Sevilla FC-Valladolid | Crónica

El Sevilla se impone con sufrimiento y si las matemáticas no engañan es el equipo que más puntos suma en Primera División

Un gol de Andre Silva fue el único que subió al marcador, aunque ambos tuvieron opciones

Andre Silva remata a gol en el único tanto sevillista. / Antonio Pizarro

Sevilla/El Sevilla otea el horizonte desde lo más alto de esa montaña llamada Liga, ahora Liga Santander. Lo hace por dos razones. La primera, la más inmediata, porque derrotó en el Ramón Sánchez-Pizjuán a un dignísimo Valladolid, algo que, como locales, han podido hacer muy poquitos equipos hasta ahora en el presente curso; y la segunda, porque las matemáticas no engañan, es el que más puntos ha sumado en las 13 jornadas litigadas desde que el fútbol patrio echara a rodar allá por la mitad de agosto.

En el fútbol se puede debatir hasta el sexo de los ángeles, si se quiere claro, pero nadie podrá rebatir que la escuadra de Pablo Machín tiene, a día de hoy, 26 puntos en su casillero clasificatorio y eso supone uno más que el Barcelona, dos más que el Atlético de Madrid y así sucesivamente hasta llegar al equipo que ocupa la posición vigésima en estos instantes. Son los datos objetivos, los que más les gustan a los resultadistas puros, a quienes ven este deporte como un camino hacia ganar un día sí y otro también, siempre que sea posible.

Y amparado en semejante balance, el sevillista, empezando por su presidente, pasando por el director deportivo, el entrenador, todos los futbolistas y el resto de los profesionales, además de todos los que abrazaron desde pequeños la fe balompédica radicada en el sevillanísimo barrio de Nervión, tiene motivos más que de sobras para explotar todos los emoticonos del wapsap que hacen alusión a las sonrisas. El estado de felicidad debería ser unánime, por supuesto que sí, aunque alguno habrá, seguro, que tenga algún motivo para la queja. Si no, igual no serían dignos de estar metidos en esa religión…

Pero volviendo al relato de los hechos, hay que resaltar antes que todo que el Sevilla de Machín es el líder de la Primera División porque se lo trabajó, porque salió triunfador de un pulso cargado de contenido y en el que ganó sencillamente por la superior calidad de sus hombres de arriba. Vaya, porque anotó un gol válido a través de Andre Silva, igual que pudieron hacerlo otros futbolistas vestidos de blanco entero y con las medias negras, pero que el adversario también acopió méritos para no haberse ido de vacío. Mas el fútbol tiene sus reglas y una de ellas, trascendental, es la del fuera de juego, lo que invalidó las dos jugadas en las que el turco Enes Ünal llevó la pelota hasta la red de Vaclik.

Las cosas de las normas de este nunca suficientemente ponderado deporte. Lo que hoy te quita otros días te lo da y al Sevilla le tocó esta vez el lado bueno de las reglas para poder celebrar que es el primer clasificado cuando se ha llegado a lo que el añorado Luis Aragonés denominaría como el primer tercio. Otra cuestión matemática que tampoco ofrece la menor duda.

Los más de 34.000 aficionados que se dieron cita en el coliseo de la calle Sevilla Fútbol Club tenían motivos más que sobrados para sentirse orgullosos de los suyos cuando celebraban al final este nuevo triunfo, más allá de la feliz anécdota añadida de ser líderes además. Y lo estaban porque su Sevilla, el Sevilla que tan bien entrena hasta ahora Pablo Machín, se había vuelto a dejar hasta la última gota de sudor para adicionar tres puntos más.

Que el Valladolid había estado muy cerca de aguar la fiesta, concretamente a un paradón de Vaclik a Ünal en el minuto 92… Es verdad, sería absurdo negarlo, pero ésta es la consecuencia de la igualdad existente en este fútbol de la contemporaneidad y los pucelanos ya lo habían demostrado en sus visitas a otras canchas, tanto cuando ganaron como cuando cayeron precisamente ante el Real Madrid.

Andre Silva celebra su tanto. / Antonio Pizarro

Sin embargo, sería muy injusto restarle ningún mérito a un Sevilla que, como siempre, partió con el mismo esquema que tan buen resultado le está dando a Machín, aunque los actores sí difirieran. Eran distintos porque el técnico creyó oportuno otorgarle descanso a los dos argentinos que estaban prácticamente recién aterrizados. Se quedó en el banquillo Franco Vázquez para que Roque Mesa fuera su sustituto en el once y Banega quien ejerciera sus funciones sobre el campo. Se echó de menos al Mudo.

Paradójicamente, Banega estuvo más incómodo en una función que se le presupone más adecuada a sus características y eso provocó que el Sevilla sufriera con la presión de los vallisoletanos. Además, los locales estuvieron más imprecisos en el arranque del juego, pero tienen tanta dinamita arriba que transmitían que en cualquier acción se pondrían por delante.

Bastó para ello con que Roque Mesa adelantara algunos metros el sitio que elegía para buscar el robo del balón. En uno de ellos el canario apretó y la pelota acabó en Sarabia para que éste hiciera el resto y le diera un preciso centro a Andre Silva, quien anotó el tanto que sería a la postre decisivo con un soberbio testarazo. Acción llena de plasticidad para el 1-0.

Aunque quedaba mucho por remar hasta llegar a la orilla. El Sevilla debió incrementar su ventaja cuando el rival se abrió y dejó más desprotegida sus espaldas, sobre todo a raíz de la entrada en el campo de Enes Ünal y Verde. Entonces, el camino hacia Masip se abrió aún más, pero unas veces por una mala elección de Banega, otras por los paradones del guardameta del Valladolid y algunas más por no saber concretar, lo cierto es que vivió también sobre el alambre. Además, tampoco los cambios hicieron más sólido al equipo.

¿Qué más da?, dirán algunos cuando Del Cerro Grande ya estaría elaborando el acta de lo sucedido. El Sevilla supo aguantar para ganar, para anotar 26 puntos en la clasificación y eso supone que es que más contabiliza hasta el momento. Y, claro, es el líder de la Primera División, las cosas de ganar mucho más que perder. Tiempos de gozo, por tanto, aunque esto no para, el jueves toca Lieja, después Vitoria y así hasta donde sea posible llegar en esta feliz aventura para los sevillistas...

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