Sevilla - Valencia, una obra póstuma de Valle-Inclán (1-1)

Sevilla - Valencia | La crónica

El cuadro de Sampaoli salva al final un punto ante el Valencia gracias a un penalti parado por Bono en un partido que pudo perder con claridad y también ganar en el tramo final

Así hemos contado el partido

Bono le da un punto al Sevilla al detener el penalti de Gayá. / Antonio Pizarro

El Sevilla le puede dar las gracias a todo el santoral por el punto sumado ante el Valencia, un tesoro de incalculable valor después de que Bono detuviera un penalti en el minuto 102. Fue, de cualquier forma, el digno final para una obra que pudo ser escrita por Ramón María del Valle-Inclán como uno de sus mejores esperpentos. Porque ese epílogo fue ya un verdadero espanto, con un balón que no pudo aguantar Jesús Navas, una posible tarjeta roja de Papu Gómez y la intervención del VAR para decretar un penalti cuando también se pudo fijar De Burgos Bengoetxea, el que estaba sentado frente a los monitores, en que el verdadero destinatario del pase de Kluivert, concretamente Diakhaby, estaba en fuera de juego en el momento de salir el balón de la bota del holandés.

No fue así, sin embargo, De Burgos Bengoetxea vociferaba excitado en la sala VOR, como se puede apreciar en las imágenes para indicarle a Soto Grado, el árbitro principal, que aquello había sido empujón de Kike Salas, que venía a la carrera, sobre Thierry Correia a pesar de que éste no podía llegar nunca a la pelota. Penalti, minuto 102, cabe suponer que Rubiales estaría satisfecho, más que nada por su rivalidad reconocida hacia el Sevilla, no por otra cosa, pero ahí se engrandeció la figura de Bono para detener el lanzamiento de Gayá.

El Sevilla, al menos, había sido capaz de sumar por segunda vez en la temporada en el Ramón Sánchez-Pizjuán y respiraba hondo en un final más o menos feliz de ese esperpento que volvía a protagonizar contra el Valencia. Porque por mucho que sacara fuerzas de donde no las tiene y rozara el 2-1 durante los últimos minutos del juego, incluido un cabezazo al larguero de Gudelj (68') y algunas ocasiones más en el arreón postrero, la realidad es que la escuadra de Sampaoli dejó muchos más apuntes en rojo en el debe que azules en el haber.

A saber. La primera mitad del Sevilla fue un verdadero escarnio para los suyos, un dolor cada vez más agudo. Da igual que el entrenador sea Julen Lopetegui o que lo sea Jorge Sampaoli, el equipo ha sido pésimamente construido por la organización, por Monchi, José Castro y José María del Nido Carrasco, y se empeña en demostrarlo por mucho que deje ver algunos brotes verdes en determinadas ocasiones.

Las imágenes del Sevilla-Valencia / Antonio Pizarro

El triunfo frente al Mallorca había despertado algunas esperanzas, pero no, fue una ilusión óptica y no iba a tardar en demostrarse. Apenas tres días después, el Ramón Sánchez-Pizjuán asistía a quince minutos patéticos, verdaderamente horribles, contra el Valencia. Con un ritmo que no se ve siquiera en los torneos de veteranos, los sevillistas se convertían en un apetitoso manjar para un rival que tampoco es que sea nada del otro jueves, pero que sí ha juntado a una colección de futbolistas físicos para ponérselo a disposición a un Gattuso que, al menos, sí los ordena de forma adecuada.

Sin fuerza

El ritmo del Sevilla, con Isco, Óliver Torres y Papu Gómez con Gudelj por detrás, se acerca a veces a los torneos de veteranos

Todo lo contrario de lo que le sucedió a Sampaoli. La musculutura de Marcao, como no cabía esperar otra cosa, dijo basta y todo el edificio se cayó como si fuera un castillo de naipes. El entrenador sevillista debió tener pesadillas cuando constató esa realidad, pero intentó alterar lo menos posible la disposición táctica. Salió con José Ángel, Nianzou y Acuña como trío de defensas centrales para que Montiel y Alex Telles se encargaran de las bandas. En el centro un Gudelj tremendamente desbordado por la exuberancia de unos rivales que corrían, por lo menos esprintaban, algo que ni Papu Gómez, ni Isco ni tampoco Óliver Torres son capaces siquiera de hacer. Y arriba, por no olvidarse de él, Rafa Mir, que después tendría las dos más claras para los anfitriones.

Con semejantes futbolistas, el Sevilla se iba a convertir en un verdadero muñeco de trapo para un Valencia que cabe insistir en que tampoco es el Bayern de Múnich de Beckenbauer, Paul Breitner, Uli Hoeness y Gerd Müller, ni muchísimo menos. Pero si el rival te permite centrar sin ni siquiera acercarse a hostigar por lo menos, como hizo Foulquier en la banda derecha, y encima Cavani se aprovecha de la ingenuidad de José Ángel, Montiel e incluso de Bono en su desacertada salida, pues la única consecuencia puede ser un cero a uno en el minuto 6.

Penoso

El Sevilla se empeñaba en regalarle el balón al Valencia en el primer cuarto de hora y después no llegaba a defender, como en el cero a uno

Era una fase, el primer cuarto de hora, en la que el Sevilla se empeñaba en regalarle el balón con contumacia a los valencianistas. Incluso se venía a la mente la famosa frase de Carlos Salvador Bilardo, aunque con un color diferente y un contexto también muy distinto. "¡Señores, los de blanco son los nuestros!", hubiera espetado cualquier aficionado al fútbol. Y, al menos, después del cuarto de hora y en sólo un minuto Rafa Mir debió colocar las tablas, pero Mamardashvili lo impidió con dos paradones impresionantes (17' y 18').

Un espejismo, en el minuto 25 se producía una jugada digna de los resúmenes de Navidad. José Ángel se despistaba en un saque en corto de Bono, el balón le pasaba por debajo de la bota y el guardameta marroquí se veía obligado a hacerle un paradón escalofriante a Lino para evitar el cero a dos. Era el colmo de los colmos y Sampaoli se encargaba de quitar al chaval, visiblemente nervioso, para meter a Jesús Navas y retrasar a Montiel al puesto de central. Pero nada, los suyos seguían siendo un verdadero pelele para el Valencia y quien tenía razones para cabrearse era un Gattuso que no entendía que el partido no se fuera al intermedio absolutamente sentenciado a su favor.

Las imágenes del Sevilla-Valencia / Antonio Pizarro

Todo iba a virar en la segunda mitad. Sampaoli se hartaría de sus compatriotas Montiel y Acuña, sendas máquinas de regalar el balón al rival en su preparación para Catar 2022, y puso en su lugar a Delaney y Lamela. El Sevilla pasaba a jugar con defensa de cuatro y, al menos, fue capaz de ir equilibrando el juego hasta incluso decantarlo a su favor desde que en el minuto 55 se le anulaba un gol a Rafa Mir por un fuera de juego igual de justo que el que le invalidaron a Samuel Lino en el 33'. Orsay ambos.

Cuadro

El trazo de Monchi en este verano se ha acercado mucho más al Ecce Homo de Borja que a una buena obra pictórica

Pero desde ahí el Sevilla fue apretando cada vez más y comenzó a tener acercamientos peligrosos. Mal tiro de Lamela en una opción clara en solitario (61'), cabezazo al larguero de Gudelj en un córner (68'), media vuelta de Papu Gómez al lateral de la red (69'), tiro de Rafa Mir arriba (71'), ahí llegó el empate de Lamela (86') y después otro disparo cruzado de Rafa Mir (88') en un error del Valencia, un error de Mamardashvili (92') que no aprovechó el '9' sevillista, y, por último, un cabezazo de Kike Salas (95') que no entró por muy poco.

Los locales, dentro de sus limitaciones, que son muchas, entre otras cosas porque a Monchi le ha salido este año el cuadro como el Ecce Homo de Borja, había sido capaz de acercarse al triunfo. Lo tuvo casi en la mano dentro de la locura, pero no lo consiguió y lo pudo perder todo en el esperpéntico final. Afortunadamente para los sevillistas, Bono subió un punto al casillero, menos mal.

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