Vaclík, dos semanas para su reivindicación

A Tomas Vaclík se le ha presentado una inesperada oportunidad para volver a reivindicarse como portero titular del Sevilla, privilegio del que gozó hasta su lesión el pasado 6 de julio. Aquella cálida noche, el sevillismo estuvo a punto de vivir un sofoco cuando el checo se lesionó en su valiente salida ante Kike García. El disparo del delantero fue al poste y posteriormente salió a córner. Ya no lo pudo defender Vaclík y, con todos los cambios hechos, fue Ocampos el que salvó la victoria con una parada in extremis ante... Dmitrovic, el meta del Eibar.

Entonces, el sevillismo y parte de la prensa se tentaron la ropa ante la lesión de Vaclík y el testigo a Bono, que tenía que defender la portería del Sevilla en los altos retos de la Liga y la Europa League. La última comparecencia hasta entonces del marroquí fue ante el Cluj, con una cantada que habría sido la puntilla a su paso por Nervión si no llega a mediar el el VAR. Pero, cosas de las veleidades del fútbol y sus pasiones, Bono ganó la gracia de prensa y público con actuaciones estelares y Vaclík cayó en el olvido y en las dudas sobre su rodilla izquierda, la misma que se lesionó ante el Eibar.

Ahora, Vaclík, otrora héroe del Sevilla –cabe recordar aquel Sevilla-Madrid que jugó tras pasar la noche en un hospital por el accidente doméstico de su hija–, afronta al menos dos semanas en las que el Sevilla va a afrontar partidos de altísima exigencia. De entrada, el equipo de Lopetegui tiene en su mano la clasificación para los octavos de la Champions.

Bono, cuyo primer positivo fue el jueves, estará como mínimo fuera hasta el jueves 3 de diciembre. Es decir, podría estar disponible una vez que pase la preceptiva cuarentena para el Sevilla-Real Madrid del 5 de diciembre. O sea, ya podría estar disponible para el Rennes-Sevilla del 8 de diciembre. Pero antes, el Sevilla debe visitar al Krasnodar y al Huesca y recibir al Chelsea.

Y ahí es donde Vaclík, único superviviente en la plantilla que no fue fichado por Monchi, Jesús Navas al margen, debe sacar sus piernas, como hizo ante el Celta, y sus manos como escudo propio y del Sevilla.