En efecto, era un bolo (1-3)
Ujpest-Sevilla FC | Crónica
El Sevilla resuelve con suficiencia su primer cruce oficial y se mete en la Q3.
El Ujpest no tiene nivel para darle a la prueba ningún valor empírico, pero las sensaciones fueron buenas.
El Sevilla solventó su primer compromiso oficial del curso con tremenda solvencia. Los hombres de Pablo Machín volvieron a demostrar en su visita a Budapest que están a años luz de un Ujpest que nada tiene que ver con aquel maravilloso equipo que tenía el Dozsa para completar su nombre. Lógicamente, el resultado no podía ser otro que la clasificación y ésta se confirmó con contundencia incluso para que no existiera la menor duda, pero lo más importante es que el cuadro nervionense pudo aprovechar la probeta de su segundo compromiso oficial para ir generando esa pócima que busca el entrenador soriano con un estilo de fútbol más atrevido y con salidas rápidas y sin tanto toque inocuo.
Por ahí se le puede dar valor a esta cita que difícilmente podría encuadrarse dentro de los amistosos con algún valor empírico y que podría ser descendida, sin ningún género de dudas, a la categoría de bolo estival. Claro que la diferencia entre esas citas intrascendentes para las pruebas y este ensayo está en que aquí no hay ninguna red. Si el trapecista cae finalmente, el golpetazo que se podía haber pegado hubiera sido morrocutodo. Afortunadamente, para el Sevilla, nada más lejos de la realidad.
Porque los nervionenses, como en la ida, se tomaron muy en serio el compromiso y trasladaron al césped las siderales distancias existentes entre ambas escuadras. Machín también pudo sacar conclusiones con una prueba osada en la teoría, pues colocó en el puesto de mando a los argentinos Banega y Franco Vázquez. Está claro que el dúo no debía tener ni el más mínimo problema en la suma, pues ambos tienen calidad más que de sobras para esconderle la pelota al adversario, pero más inquietud podría provocar, a priori, la resta, dado que la recuperación no es el punto fuerte de ninguno de los dos pese a que Banega pueda ofrecer buenos números en esa faceta.
Sin embargo, no se sabe muy bien si por las carencias del Ujpest o por las virtudes de ellos mismos, tanto Banega como Franco Vázquez fueron adueñándose de la situación con el paso de los minutos y de sus botas manó casi siempre el juego fluido de los sevillistas sobre el cuidado tapete del Ferenc Szusza Stadion. El Sevilla, con el esquema tradicional de Machín de tres centrales, cuatro centrocampistas y una línea de tres con mucha movilidad más arriba, se sintió cómodo desde el principio, pudo jugar con tranquilidad y, pese a que el aburrimiento fue absoluto en el arranque, dominó todas las facetas del juego. Hasta que se interrumpió el sopor en un buen centro de Escudero a la cabeza de Sarabia.
Fue apenas un chispazo, pero después se iba a repetir la conexión para que todo quedara definitivamente finiquitado si no lo estaba ya desde una semana antes en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Después de algún acercamiento más a través de la estrategia, el aburrimiento se acabó con otro pase del carrilero izquierdo hacia Sarabia. La conexión fue perfecta y la definición del madrileño con la derecha no pudo ser más acertada.
El Sevilla se había vuelto a poner por delante en esta segunda cita y ya era más que evidente que todo lo que pudiera sacarse de positivo de este compromiso era lo que pudiera escribir Machín en esa hojilla con la que se maneja fuera del banquillo. Y el técnico seguro que pudo sacar sus conclusiones, entre otras comprobar que Pejiño fue perdiéndole el miedo al juego para terminar como uno de los futbolistas más destacados del evento.
Porque el joven barbateño se encargó de dibujar la jugada del cero a dos para evidenciar que los blanquirrojos pueden haberse encontrado con un refuerzo inesperado procedente de sus equipos inferiores. Buena salida a la contra, serenidad para esperar al momento oportuno para el desmarque del compañero y Sarabia, otra vez con la derecha, se encargó de la definición. Punto final antes de la hora de juego.
Y desde entonces las pruebas se iban a incrementar aún más si cabe. Machín le dio sus primeros minutos a Muriel, que saltó al campo en compañía de Nolito. Existe expectación por ver la ubicación que le da el nuevo entrenador al colombiano, pero a la espera de ese nueve de referencia que ha solicitado a la dirección deportiva, al aún fichaje más caro de la historia del Sevilla el tocó, de nuevo, ejercer como punta punta. Salió por Ben Yedder para hacer esa función, pero precisamente su mejor acción tuvo lugar partiendo desde mucho más atrás, con metros en arrancada, para firmar un gol de lo más prometedor. Con el dibujo del actual cuerpo técnico, Muriel puede funcionar mejor escorado a un costado, aunque son tantas las incógnitas que ni siquiera puede aseverarse que continuará en la plantilla. En realidad, no cabría asegurar semejante cuestión de ninguno de los miembros, salvo de los recién llegados. Todo dependerá de la ley de la oferta y de la demanda.
Pero a la espera de que vayan resolviéndose todas esas incógnitas que se pueden plantear sobre el Sevilla 2018-19, lo mejor era comenzar con buenas sensaciones y esa eliminatoria contra el Ujpest, que llegó a ser temida ante la carencia de refuerzos, ha servido para mostrar que hay motivos para otear el horizonte con buena cara. El Sevilla de Machín es muy diferente a lo que se ha visto por Nervión en los dos últimos años y, para quien suscribe, con un estilo de fútbol mucho mejor. Era un bolo veraniego, claro que sí, igual que el Ujpest no debe servir en ningún momento como una vara de medir con el más mínimo valor empírico, pero en estas fechas estivales todo se circunscribe a las sensaciones y éstas no son malas en cuanto a la idea. La cuestión es quiénes serán finalmente los actores encargados de llevarla a cabo.
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