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Sevilla - Rayo Vallecano: El apremio de la Liga

Sevilla FC-Rayo Vallecano | La previa

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Rakitic y Marcao sonríen mientras estiran en el entrenamiento previo al Sevilla-Rayo Vallecano. / Juan Carlos Vázquez

Hay muchas formas de amar el fútbol. Desde el punto de vista del aficionado normal suelen estar vinculadas al equipo de su infancia, pero también a ciertos estilos de juego. Desde el prisma de los hombres de fútbol, las variables de dichos estilos son casi infinitas, aunque todos buscan su propia personalidad. El Sevilla de Jorge Sampaoli trata de buscar la suya, después de haber sorprendido con un arranque en el regreso del argentino mucho más prosaico que la lírica que derrama en su verbo locuaz, ese que se fundamenta sobre el amateurismo y el amor a la pelota. Y no es baladí esta cuestión de estilo. Por delante se ha llevado a Julen Lopetegui en cuanto los resultados no respaldaron su filosofía del fútbol control.

El sevillismo ha discutido en más de una ocasión el estilo de juego de sus entrenadores. De entrenadores exitosos. Lo hizo con el último que dejó al Sevilla tercero, Manolo Jiménez. Lo repitió con el último que ganó tres títulos europeos consecutivos –el primero fue Juande Ramos, dos Copas de UEFA y una Supercopa de Europa–, Unai Emery; y lo hizo con el único que clasificó por tres veces consecutivas al Sevilla a la Champions vía Liga, Julen Lopetegui. No es novelero en esto la afición sevillista, tan distinta como pueden ser unas hinchadas de otras.

La pizarra / Infografía / E.F.

Sampaoli sorprendió en su primera temporada por varias cuestiones. En primer lugar, por su estilo atrevido hasta lo temerario. En segundo lugar, por la forma en que dejó de lado su amateurismo en el Sevilla para entregárselo al de la Messi de Argentina. En tercero, por cómo entregó la manija de su ideario a un futbolista díscolo e indisciplinado como Samir Nasri. Pero quedó el poso de entrenador agresivo, valiente, rompedor de corsés tácticos... Como un envés del paradigma de entrenador sobrio y serio, calculador y rigorista hasta el mínimo detalle como fue Lopetegui, cuyo discurso, en el más amplio sentido, se agotó en cuanto el año 2021 dobló al 2022.

Hoy se va a ver un nuevo choque de estilos en el Ramón Sánchez-Pizjuán, el de un entrenador que busca reencontrar el suyo en el Sevilla, aún en proceso de horneado, y el de un Rayo que tiene un sello propio desde que Iraola lo cogió en Segunda para devolverlo a la élite.

El balón será el objeto de deseo de ambos y se prevé un intenso duelo dialéctico sobre el césped. "Con lo que hay debemos intentar que los jugadores que tengan el recurso de jugar al pie en algún momento hay que buscar que tengan ruptura, porque sin ruptura no se agrede al rival", pidió ayer Sampaoli, que sabe que enfrente tendrá un bloque bien estructurado que planteará una presión alta y rápidos ataques que pueden remover las dudas de un equipo que ha sufrido mucho con la salida del balón y las transiciones rápidas.

Esto es lo que ha provocado el lado más prosaico de Sampaoli, que huye de lo que lo encumbró en su primer inicio en el Sevilla, los partidos de ida y vuelta, como el gato del agua. Porque sabe que ahora tiene una plantilla distinta. Pero también sabe que llega la hora de otra vuelta de tuerca tras el sufrido impulso del Copenhague. Porque la Liga apremia y no espera a nadie.

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