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Rakitic recita su 'decíamos ayer'

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El Sevilla, ya con todo cerrado con el jugador y el Barcelona, anunciará hoy el gran fichaje del nuevo proyecto: la vuelta del suizo-croata seis años después

Rakitic, sevillista a todos los efectos, a falta de oficialidad

Bono firmará por cuatro temporadas con el Sevilla

Rakitic se enjuga las lágrimas en su despedida del Sevilla, ante la copa que levantó en 2014. / Antonio Pizarro

Se fue como capitán del Sevilla campeón de la Europa League y vuelve a un Sevilla campeón de la Europa League. Ivan Rakitic está recitando su decíamos ayer, esa frase atribuida a Fray Luis de León cuando se reintegró a su cátedra de Teología en la Universidad de Salamanca. Rakitic está a punto de ocupar su sede como capitán y símbolo del Sevilla, respetando por supuesto los galones aumentados durante su ausencia de Jesús Navas. Regresa a su hogar en España, a su ciudad, después de un gran esfuerzo del club que lo encumbró antes de su aventura en el Barcelona. Seis años después, el suizo-croata, el hombre que levantó la copa de los 15 kilos de plata en Turín reabriendo la vitrina de Nervión en 2014, vuelve a su casa.

Aún no es oficial, pero el acuerdo es total. El Sevilla, el Barcelona y su agente firmaron ayer los detalles de los distintos contratos. El del traspaso tendrá cláusulas por rendimiento sobre las que se fundamentará la inversión nervionense. En realidad, no hay una cantidad fija por traspaso, sino que estará vinculada a las clasificaciones europeas del Sevilla. Si se mete en Champions, el Barça ingresará más dinero que si es en la Europa League. Es un contrato en el que todos salen ganando, porque el Sevilla, lógicamente, busca con Rakitic mantenerse entre los cuatro que disputan la máxima competición continental.

En cuanto al contrato que ya incluso ha firmado con el Sevilla, por dos años y otro opcional, será el más alto de la actual plantilla, pues, a pesar de la rebaja importantísima que realiza para poder volver a la que considera su casa, el sueldo en el Barcelona era altísimo, de 12 millones de euros brutos, según ElDesmarque.com. Y en Nervión cobrará aproximadamente la mitad, aunque tampoco será una cantidad fija y estará condicionada por su rendimiento deportivo: logros, clasificaciones europeas y número de partidos.

Es una forma de que las partes se aseguren un alto rendimiento y también se justifique con su papel en el terreno de juego tan elevada inversión. Pero Rakitic no vuelve al Sevilla para estar con la calculadora en la mano y sí para liderar el nuevo proyecto de Monchi y Lopetegui, en el que el internacional croata tendrá muchísimo peso. No ya como sustituto de Banega, porque su estilo de juego es otro, pero sí con su personalidad, su capacidad de sacrificio y su indudable calidad técnica para jugar como centrocampista por delante del 6, en esa posición de 8 o de 10 que desempeñaba el argentino, con más pegada, más llegada y profundidad en los últimos metros, y puede que con menos control del partido con la pelota. Eso sí, con Rakitic el Sevilla también ganará en el juego a balón parado, en el que es un consumado especialista.

Monchi ha puesto muchísimo empeño en la vuelta de Rakitic, porque ha visto que era la gran ocasión. José Castro, también, ya que se ha implicado en la negociación, dando el plácet a una alta inversión con el aval del compromiso que siempre ha mostrado el jugador con la causa sevillista. El presidente del Sevilla, durante las tres últimas semanas en las que se ha estado cociendo la operación, ha mantenido conversaciones con su homólogo en el Barcelona, Josep María Bartomeu, y con el propio Rakitic, para convencerlo de que el Sevilla no lo quiere para rellenar la plantilla, sino para que sea uno de los abanderados del equipo, como ya lo fue cuando levantó como capitán la Europa League en Turín, ante el Benfica.

Rakitic, seis años después, regresa al Sevilla, adonde llegó en el invierno de 2011 junto a Medel. En los tres años y medio que estuvo en Nervión, jugó 149 partidos, marcó 32 goles, dio 41 asistencias, levantó un título... y se ganó el corazón del sevillismo. Es inolvidable su frase en el túnel de vestuarios antes de disputar un derbi en Nervión: "Es nuestra ciudad". Y la considera suya no sólo por su vínculo directo con una familia sevillana y sevillista. Aquí demostró siempre su identificación con el club y con la ciudad. Y ahora, a sus 32 años, no quiere fallarse a sí mismo... ni a toda su gente.

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