La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Sevilla FC
El Sevilla visita el jueves Old Trafford, uno de los templos del fútbol mundial. Lo hará como uno de los dos representantes de la Liga que sobreviven en Europa, como un heptacampeón continental con seis títulos de la UEFA Europa League y uno de la Supercopa de Europa. También lo hará como un equipo respetado por el Manchester United, al que ha eliminado en las dos ocasiones en las que se han enfrentado, una en octavos de la Champions, con un histórico triunfo en el Teatro de los Sueños en 2018, hace justo un lustro, y otra en las semifinales de la Europa Leaque que ganó en Alemania en 2020, en plena pandemia.
Y lo hará también con la confirmación del fortísimo contraste entre el respeto que suscita en el Viejo Continente y el poco tacto con que es tratado por el fútbol español en muy distintos ámbitos. La nueva expulsión de Pape Gueye es otra clara muestra.
El comité de dirección del Sevilla se ha visto obligado a entrar en la dinámica de los comunicados oficiales de protesta contra los criterios arbitrales, al igual que ya han hecho también otros clubes que luchan por la permanencia como el Cádiz o el Espanyol. Está en el club de los agraviados y la imagen de la durísima entrada de Tchouameni sobre Chukwueze terminó de confirmar esa vara de medir tan distinta que rige entre los estamentos arbitrales del fútbol español, aunque sea un sevillano –y sevillista, algo que conoce todo el entorno del fútbol hispano quizá por ser precisamente simpatizante del Sevilla y no del Real Madrid o algún otro grande– el que presida el Comité Técnico de Árbitros.
Porque la entrada del medio centro del Real Madrid fue muchísimo más dura que la que supuso la expulsión, mediante revisión de VAR, de Pape Gueye en el Vicente Calderón. Y evidentemente muchísimo más también que la que provocó su segunda amarilla ante el Celta. Con estas dos rojas, el Sevilla sigue liderando de forma distanciada la poco honrosa clasificación de los equipos con más expulsiones en Primera División. Ya lleva 342 expulsiones en 2.626 partidos de Liga. Se suma a la de Acuña en los últimos minutos. Lo siguen en el ránking el Valencia, su próximo rival, y el Atlético de Madrid. Al menos es un podio de grandes de España.
Se mezcla aquí también el bajón del nivel de los arbitrajes en España con un dato esclarecedor: Pape Gueye sólo había sufrido una expulsión en 100 partidos partidos con el Marsella, en distintas competiciones incluidas la Champions y la Europa League, y ya lleva dos en apenas ocho partidos de Liga con el Sevilla... Llevaba razón Fernando en su protesta.
La cruda realidad es que el Sevilla sigue metido en ese bucle de condicionantes externos que ya sufrieron Julen Lopetegui y Jorge Sampaoli y que ahora empieza a sufrir José Luis Mendilibar. Como en un paradigmático reflejo de la lacra que tiene patas arriba el fútbol español, sufre un mal que es endémico en el club de Nervión, un grande en horas bajas que se siente víctima de una discriminación arraigada en los agravios comparativos que siempre ha habido en este país, y que se recrudecen cuando un club que ha tosido con fuerza a los grandes sufre los embates del destino y se encuentra a la intemperie, como un hidalgo caído en desgracia que se encuentra como un menesteroso en el arroyo, con el desprecio de los que sufrieron su tiempo de rebelde gloria.
Alegorías de este mal aparte, Mendilibar se encuentra con que debe seguir arrostrando contingencias negativas en forma de bajas importantes. A Mestalla acudirá no sólo sin Pape Gueye. También sin Acuña por su grave indisciplina, tras el precedente de Fernando, al protestar reiteradamente a Pizarro Gómez su arbitraje. Y puede que le caigan varios partidos, porque en el Comité de Competición, una vez leído el pliego de alegaciones y la disculpa pública del argentino, pesará la fuerza jurídica de la autoridad del árbitro sobre la protesta del jugador de que no usó el vocablo puto. Y esto sí es algo que concierne única y exclusivamente a la disciplina interna del club, que debería ser muy riguroso con estas salidas de tono que afectan a un equipo que necesita todas las ayudas posible y ningún palito interno en sus ruedas.
El Sevilla juega esta semana los cuartos de final de la Europa League y un partido clave con otro grande metido en la pelea por evitar el descenso, sin lateral izquierdo y sin un mediocampista que llegó para equilibrar la carencia en la medular. La falta de respeto se une a la falta de disciplina interna. Y esto sí puede arreglarse desde dentro.
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