La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Sevilla FC
La imagen del Sevilla en San Sebastián deja abierta la incógnita sobre los problemas de Julen Lopetegui para dar con el rendimiento idóneo en su tercera campaña al frente del equipo. Tras la pretemporada más larga del guipuzcoano y habiendo sido el Sevilla el equipo que más se ha reforzado con seis fichajes pese a los condicionantes negativos del mercado, todo parecía que iba a fluir mucho mejor en esta tercera edición de un sistema y una filosofía de juego bien definidos. Pero, de momento, no es así y en cinco días el Sevilla se ha visto al pairo del Salzburgo y la Real Sociedad en muchas fases del juego. Eso sí, sigue invicto.
Los factores para que el competitivo equipo de Lopetegui, después de dos años logrando altos objetivos, esté como atorado son múltiples y puede que influya también un factor externo a la plantilla como el aplazamiento del Sevilla-Barcelona, que unido al lapso del parón por las selecciones dejó al equipo 17 días sin competir, entre el 28 de agosto, día del Elche-Sevilla, y el 14 de septiembre, día del debut en la Champions ante el juvenil Salzburgo. Es difícil evitar la tentación de incluir en los factores la veteranía de la plantilla sevillista, con una media de edad de las más altas de la competición: 28,1 años. Una media que sube tomando el once inicial base, con futbolistas como Jesús Navas (35 años), Fernando (34), Rakitic (33) o el Papu (33). Y también hay que tener en cuenta que la mayoría de esos seis fichajes llegaron al final del mercado y aún están haciéndose al método de Lopetegui.
Pero hay otro factor propio del estilo de juego del guipuzcoano, cuyo fútbol control requiere una maduración en la que el escalonamiento de piezas y el engranaje de las mismas sobre el césped es fundamental, así como la coordinación para realizar la presión adelantada. Y el Sevilla aún no ha llegado al punto de ebullición que ha mostrado en las fases finales de las dos primeras temporadas.
Javi Varas, buen observador del fútbol y sevillista de cuna, hacía una reflexión en la radio del club sobre el calendario interruptus. "Parecía que llevaba un siglo sin jugar desde el Elche. El Sevilla compite mejor jugando cada 72 horas. Por eso tengo confianza en que con la competición sea el Sevilla de siempre", dijo. El mejor ejemplo fue el gran arranque de la pasada temporada, en la que no tuvo pretemporada.
El Sevilla presume de ser uno de los equipos que más y mejor se ha reforzado. Nadie ha fichado en la Liga más futbolistas, seis. Y esto puede tener una influencia positiva a largo plazo, no tanto a corto plazo, porque necesitará acoplar esas nuevas piezas al engranaje. Además, se da la circunstancia de que la mayoría de fichajes llegaron ya metidos en agosto, y la Liga ha empezado antes que nunca, el 15 del mes central del verano. Cuando empezaban a tomar conocimiento de compañeros y sistema, llegó el parón de selecciones y se marcharon once internacionales, con lo que ese necesario acoplamiento se vio cortocircuitado.
Luego hay distinta casuística, porque Montiel, por ejemplo, no pudo ejercitarse con su nuevo equipo hasta una semana larga desde su llegada, ya que estaba vigente el protocolo Covid para los residentes en Argentina que arribaran a España. Pero Lopetegui, también por su cariz conservador y por el respeto a los galones, ha ido haciendo debutar a los nuevos futbolistas con cuentagotas y sólo en la sexta jornada, quinto partido, hizo debutar de titulares a dos de ellos, Delaney y Lamela. No ha metido a todos en la dinámica competitiva de una tacada, hasta que no se empapen de su idea.
En la vieja guardia del Sevilla hay futbolistas de distinto octanaje. No se puede comparar a Ocampos, que siempre ha entrado muy rápido en la dinámica competitiva, con Suso, al que le cuesta coger el estado óptimo, ese punto de ebullición que también se echa en falta en futbolistas del peso de Rakitic o el Papu. Ocampos estuvo un mes lesionado antes de que comenzase la temporada, igual que Óliver Torres, con la diferencia de que la influencia del argentino para romper líneas en un sistema de control del juego es importantísima. Y está compitiendo casi sin pretemporada.
Lopetegui, que observa cada detalle, midió mal en su análisis de la clara mano de Diego Carlos, pero sí dejó una reflexión importante: la mejoría en la segunda parte no fue tanto por influencia de los cambios como del mejor engranaje colectivo. Y ya avisó de que hasta el 11 de septiembre no pudo entrenar con toda su plantilla, por los factores referidos. Y eso no le gusta, en su afán por la sincronización del colectivo, la presión alta y el fútbol control.
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