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Un Dorsal de Leyenda pendiente

Sevilla FC | Historia

El Sevilla cumplirá con la deuda contraída con Francisco López Alfaro desde su designación en 2020 en la recuperación de un evento suspendido por la pandemia

El club pretende llevarlo a cabo antes de que finalice la temporada, en principio en marzo

Francisco, en un sorteo de la Europa League como representante del Sevilla. / Laurent Gillieron / Efe
Jesús Alba

14 de noviembre 2021 - 06:10

Noviembre es el mes del Dorsal de Leyenda, una cita ineludible y entrañable en el calendario del Sevilla con el que el club nervionense recuerda y engrandece su historia pasada mientras se afana en hacer aún más colosal la presente y futura. La pandemia dejó una cuenta pendiente y este año sí que ya es el turno de Francisco López Alfaro –no hay fecha fijada, pero se retrasará hasta marzo–, uno de esos jugadores que aúna el cariño de todo el sevillismo, de la ciudad en general (es muy reconocido por la acera bética) y de toda la España futbolera.

El genial centrocampista de Osuna fue designado duodécimo Dorsal de Leyenda en febrero de 2020, justo un mes antes de que la pandemia de Covid-19 quebrara todos los aspectos de la vida, por supuesto también el fútbol. Tras dos años de sequía, el antepalco del Sánchez-Pizjuán debe volver a hervir con los sentimientos de uno de los mejores jugadores que ha dado la cantera del Sevilla. Puede decirse que de los últimos eslabones de lo que se conocía como la escuela sevillana (un estilo que se basaba en la clase y el hoy tan buscado y cada vez más escaso fútbol bonito), Francisco marcó un antes y un después desde que Manolo Cardo, en su debut como entrenador, tuvo lo que había que tener para ponerlo de de inicio en Zaragoza. El resultado, ya lo sabe todo el sevillismo, fue titular en muchos diarios de la época: “Zaragoza, 1-Pintinho, 4”. Aquella tarde Francisco repartió fútbol a rabiar y puso la primera piedra de una extraordinaria carrera a la que la palabra leyenda puede quedarse hasta corta.

El Sevilla aún debe hacer oficial el día en que se diga aquello de Fray Luis de León –el “decíamos ayer...”– y retome lo pendiente, que no es poco. Aunque las restricciones en principio se acabaron, el Sevilla debe aún asegurarse del aforo permitido, el número de invitados, etcétera... para organizar un evento con el boato y la clase que la entidad sevillista ha demostrado desde que José María del Nido instaurara este evento que ya ha distinguido a otros mitos como Juan Arza, José María Busto, Marcelo Campanal, Ignacio Achucarro, Antonio Valero, Paco Gallego, Enrique Lora, Curro Sanjosé, Antonio Álvarez, Enrique Montero y Pablo Blanco, el último que recibió el cariño de todo el sevillismo de varias generaciones.

Francisco, durante muchos años el sevillista con más partidos oficiales con la selección española (20), hasta la irrupción de Jesús Navas, fue subcampeón de Europa en Francia 84 y participó en el Mundial de México 86, compitió dieciséis temporadas en Primera División entre 1981 y 1997, y repartió sus servicios entre el Sevilla, donde estuvo nueve campañas y el Espanyol, camiseta que defendió las siete restantes. Francisco jugó un total de 302 partidos oficiales con el Sevilla: 258 en Liga, 30 en Copa del Rey, 8 en Copa de la UEFA y 6 en Copa de la Liga. En todos ellos logró 118 victorias, 80 empates y 104 derrotas y sumó 28 goles.

Bajo su batuta en el centro del campo, el Sevilla logró la durante décadas ansiada vuelta a las competiciones europeas. Su visión de juego era probablemente su mejor virtud, veía fútbol donde no lo veía nadie y era capaz de poner el balón a un compañero al pie desde 40 ó 50 metros.

Nacido en Osuna el 1 de noviembre de 1962, ingresó en los escalafones inferiores del Sevilla y subió peldaños hasta que en la temporada 1978-79 pasó al equipo juvenil. Tras un año de cesión al Estadio, volvió al Sevilla y de la mano de Cardo debutó en 1980 con 18 años. Se convirtió en un fijo y en un jugador imprescindible en un once perfectamente engarzado que aunaba un talento sobrenatural (Álvarez, Francisco, Pintinho, Moisés...) con esfuerzo, entrega y gran sentido táctico (Blanco, Juan Carlos, Ruda...).

Durante ocho temporadas fue una referencia en el centro del campo sevillista y fue con la llegada de Vicente Cantatore en la 1988-89 cuando el chileno empezó a relegar al cerebro sevillista, sobre todo a raíz de una reivindicación para la plantilla cumpliendo su papel de capitán.

Francisco acabó su carrera en el Espanyol y, tras unos años en la secretaría técnica blanquiazul y de entrenar a diversos equipos (Coria, Jaén, Extremadura, Figueras, Numancia...) regresó al Sevilla para pasar por varios puestos del área deportiva, como en la dirección del Sevilla C, como responsable del área de tecnificación o como miembro destacado del equipo de scoutings.

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