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El respeto al rival y la alegoría del maratón de 38 kilómetros, o jornadas, suelen ser lugares comunes en el discurso de Julen Lopetegui. En la previa del encuentro ante el Valladolid realizó una síntesis perfecta de esa filosofía. No se cansó de echarle flores al equipo de Sergio, recordó que aún no había perdido en su casa, reiteró que apenas era el kilómetro 14 de una carrera de fondo y que quedaba por delante un mundo... Y al término del partido apenas se salió del guión que él mismo va dictando, añadiendo la necesidad sempiterna de mejorar: "Es muy difícil ganar en todos los campos, pero cada partido es una batalla diferente y hay que seguir mejorando para cometer cada vez menos errores y continuar por esta línea", dijo.
Julen Lopetegui ya podría presumir de estar haciendo historia en el Sevilla, pero no se va a salir de su carril. Incluso le dará importancia al Qarabag, próximo visitante del Ramón Sánchez-Pizjuán, pese a que su equipo ya está clasificado como primero del Grupo A para los dieciseisavos de final de la Europa League. Aunque la realidad es clara: su Sevilla es el mejor visitante en la historia del club de Nervión en la Liga a estas alturas. De hecho, ya ha ganado los mismos partidos que en toda la temporada anterior, cinco, por un empate y dos derrotas.
El Sevilla es el rey a domicilio del presente campeonato liguero, tras haber sumado 16 puntos de los 24 que ha disputado, algo en lo que también influye que, por las obras en el Ramón Sánchez-Pizjuán, comenzó el torneo con dos partidos fuera y es el que más ha jugado lejos de su feudo. Tres tropiezos jalonan su magnífica trayectoria: la extrañísima derrota en Ipurua; la goleada en el Camp Nou tras desperdiciar varias ocasiones clarísimas para adelantarse; y el empate en Mestalla por no matar el partido.
Lopetegui llama a la calma y a mejorar aspectos importantes, como la contumacia en dejar una mínima ventaja en el marcador pese a que, en Valladolid, por ejemplo, el Sevilla fue un yunke inexpugnable que apenas concedió alguna ocasión a los locales. El aislado remate de volea de Sandro al larguero en la primera parte y poco más. Una contumacia que tiene a la parroquia sevillista algo escéptica, sobre todo al recordar cómo los equipos de las temporadas anteriores, el de Eduardo Berizzo en la campaña 17-18 y el de Pablo Machín en el ejercicio 18-19, presentaban números similares: un punto más, 28, el del argentino y los mismos el del soriano. Y ya se sabe cómo acabaron sus respectivas aventuras en Nervión.
Lopetegui, mientras Monchi mira a más largo plazo y es preguntado por las opciones del Sevilla de pelear por la Liga en años sucesivos, es mucho más cortoplacista y ya tiene la mente puesta en el Leganés. Pero la realidad dicta que, como destacó la empresa Opta, que nutre estadísticamente a LaLiga, es el entrenador del Sevilla que mejor porcentaje de victorias tiene en el torneo liguero: 57,4%. Sobre la base de técnicos con un mínimo de cinco partidos dirigidos, ha superado a Jorge Sampaoli, cuya base estadística sobre la Liga 16-17 lo dejó en la cima con un 55,3%. Pero el guipuzcoano espera mantenerse arriba, en el tercer o cuarto puesto, y que no se le caiga el equipo en la segunda vuelta como pasó en esos años.
Es decir, el Sevilla de Lopetegui quiere mantener ese excelente porcentaje. Y hacerlo mejorando lo que presenta actualmente, que es la proverbial fortaleza defensiva que aportan futbolistas de eminente corte táctico y físico como Koundé, Diego Carlos o Fernando, y también el alto grado de implicación de todos los jugadores, desde Nolito o De Jong hasta el joven Reguilón o el veterano Jesús Navas, para la resta.
Para que el Sevilla no se desfonde como le pasó con Berizzo y Machín, también con el propio Sampaoli cuando tropezó en Leicester, Lopetegui tiene que trabajar sobre la mejoría de la fase ofensiva, la participación de los futbolistas de ataque y el margen tan ajustado con el que su equipo está ganando los partidos. Eso le permitirá mejorar la rotación, refrescar con los cambios y, de paso... que su afición tenga menos sobresaltos.
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