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El X Trofeo Antonio Puerta, dejando al margen toda su enorme carga emotiva, dejó algunos matices dignos de ser analizados con más calma. Uno muy llamativo fue la forma en que vivió Joaquín Caparrós el partido, pese a tratarse de un amistoso y de que el Schalke 04 opuso, en realidad, poca resistencia, metido como está en la lucha por no abandonar la Bundesliga. Al entrenador del Sevilla, casi siempre fuera del área técnica, tuvo que llamarle la atención el cuarto árbitro cuando seguía en un verdadero sprint un movimiento del partido. Estuvo en todo momento metido en el encuentro, como si para él no fuera amistoso. Lo tomó como una prueba más en la preparación de ese sprint verdadero de diez finales que tiene de aquí al final de la Liga.
Caparrós tuvo la gallardía de exigirse a sí mismo, en la rueda de prensa del relevo del banquillo, exactamente lo mismo que le exigió a Pablo Machín justo antes de su destitución: el objetivo del Sevilla no puede ser otro que el cuarto puesto, jugar la Champions. Ni una vez ha sido tan contundente José Castro a la hora de fijar el objetivo durante sus distintas comparecencias. El presidente no ha querido cargar de una excesiva presión a los profesionales técnicos y a los futbolistas. Ahora, Caparrós es preso de su palabra.
Y para responder a lo prometido sabe que no puede perder ni un momento en la tarea de reestructurar tácticamente al equipo. El utrerano está condicionado por la ausencia de nueve internacionales y, también por el amistoso, durante un parón que debería servirle para esa reestructuración. La cita con el Schalke 04 no es vara de medir, pero sí dejó patente que, ante las ausencias de internacionales, sobre todo en los dos puestos de las bandas, Jesús Navas y Promes, optó por reforzar el centro del campo. Y dejó alguna pista, como que Franco Vázquez puede tener bastante protagonismo, según qué partido, partiendo desde alguna banda, la derecha ante el Schalke 04, la misma posición que le dio ante el Espanyol a Banega, que en el Trofeo Puerta actuó de partida desde la izquierda.
La zaga volvió a aparecer configurada por cuatro jugadores, con la novedad de la vuelta al equipo de Aleix Vidal y Arana, en los laterales, y Gnagnon, como central diestro. En el eje, le dio continuidad a la pareja que forman Amadou, más libre para ir a la presión y para irrumpir con fuerza, y Gonalons, que se está convirtiendo en un pilar para ese sprint gracias a su capacidad táctica para darle equilibrio al equipo anclado por delante de la defensa y, más aún, gracias a su visión de juego para distribuir el balón a la primera, con fluidez, sin manosearlo en demasía.
Caparrós es consciente del poderío ofensivo del Sevilla, del momento espectacular de Ben Yedder, y de cómo Munir ha llegado al tramo final con ganas de sumar. Y sabe que es imprescindible dotar de seguridad a un equipo que se fue desinflando por su fragilidad defensiva. De ahí la importante reestructuración fortaleciendo el eje, para lo que se ha beneficiado del oportunísimo regreso de Gonalons.
Queda la duda del rol de Sarabia, segundo máximo goleador del equipo. La misma reestructuración le deja poco hueco. Una contractura muscular le impidió viajar a Cornellá en el reestreno de Caparrós como técnico. Y también estuvo ausente ante el Schalke 04. Es difícil sustraerse a pensar que la erosión por la frustrada renovación no pase factura.
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