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El orgullo sevillista emerge de la niebla

Leganés-Sevilla /

El Sevilla arranca un punto que le sabe a gloria gracias a un gol de Ben Yedder en el alargue tras jugar con diez toda la segunda mitad

El árbitro expulsó en el descanso al Mudo tras no atreverse a hacerlo con Nyom

Los jugadores sevillistas celebran a lo grande el gol de Ben Yedder. / Rodrigo Jiménez / Efe

Hay empates que saben a hiel y otros que saben a pura gloria, como el que arrancó el Sevilla bajo un inesperado manto de niebla al sur de Madrid. Después de que el Leganés fuera muy superior en la primera parte, que se fuera al intermedio con ventaja gracias al gol de Mikel Vesga en el primer remate del partido (5’) y que Franco Vázquez fuera expulsado por el colegiado Hernández Hernández en el túnel de vestuarios, cuando se encaminaban a darse un respiro, el partido parecía más perdido que Cuba a los ojos de los sevillistas. Pero ese factor inopinado, la niebla, se apuntó a jugar y enrareció aún más un pleito ya de por sí disparatado con el paso de los minutos. Y en el alargue Roque Mesa, que gana cuando el partido se desordena y agita, caracoleó y sacó un centro perfecto que Ben Yedder desvió a la red en el cabezazo menos limpio de la historia. Gol. Y punto que fue puntazo. Y a las vacaciones sin la amargura de la derrota, con las expectativas de Champions intactas. Fútbol...

La falta de respeto, desde múltiples vertientes, iba a hilar esta crónica. La falta de respeto de Banega, ayer en la boda de un hermano en Argentina, y de Sarabia, que también forzó ante el Girona esa quinta amarilla y la suspensión cuando ya se sabía que el organizador se perdería la cita de Leganés.

La falta de respeto de Joaquín Caparrós a la afición sevillista cada vez que proclama a boca llena ante los micrófonos o grabadoras que el Sevilla dispone de un “plantillón”, aseveración que mueve a la hilaridad cuando el Leganés te mete las cabras en el corral como ya lo hicieron el Standard de Lieja, el Krasnodar o hasta esos turcos desconocidos del Akhisar en cuanto faltan varias piezas del once base.

A Caparrós le queda un trabajo ingente para que el fondo de la plantilla no sea una falta de respeto

Caparrós, al que le queda trabajo navideño, haría bien en tener presente que para que el Sevilla goce definitivamente de la condición de “grande”, debe gozar de un trato arbitral muy diferente al que ayer tuvo. Porque también hubo falta de respeto, y bien grosera, de Hernández Hernández hacia el club de Nervión al ignorar la segunda tarjeta amarilla a Nyom por una acción de clara amonestación (43’). El ex granadinista, sin posibilidad de llegar al balón, trabó al Mudo cuando éste se disponía a colarse desde la banda izquierda hasta el área. El trencilla no tuvo valor de dejar al Leganés con diez.

El árbitro pasó de no querer expulsar a Nyom a hacerlo con Franco Vázquez por llamarlo caradura en el vestuario

Esa polémica acción pudo cambiar los derroteros del partido, hasta entonces en manos de un Leganés mejor en todo. Y la cambió, a peor para el Sevilla, ya en el descanso. Franco Vázquez, aún muy caliente por la decisión arbitral, se lo recriminara a Hernández Hernández –“eres un caradura”–, que le mostró la roja directa. Por si los sevillistas ya no lo tenían bien negro.

Por supuesto que Franco Vázquez también incurrió en una flagrante falta de respeto al club que le paga y al escudo que portaba entonces en su pecho. Su incontinencia verbal fue aún más grave al suceder minutos después de la acción y cuando el colegiado ya había reflejado su intransigencia al amonestar a Mercado tras pitar el fin de la primera parte.

Las ausencias de Banega y Sarabia cargaron con un peso insoportable al Mudo, que si ya de por sí baja prestaciones a medida que se retrasa, sin su compatriota y el madrileño sólo vio a elementos de azul y blanco a su alrededor. Y con aviesas intenciones. La imagen lastimosa de Franco Vázquez en la primera media hora fue la de todo el equipo, a merced de la vigorosa y eficaz presión de los pepineros.

Las similitudes entre ambos equipos se limitaron a la pizarra, con el sistema, pues el estilo fue muy diferente

Ambos equipos juegan con tres centrales, dos interiores y dos puntas, pero las similitudes acabaron ahí, en la pizarra. Cuando entraron en juego las pulsaciones, el ácido láctico y el sudor, el Leganés puso más. También lo armó de confianza su primer remate, que acabó en gol (5’). Fue en una de las primeras de tantas pérdidas del Mudo en el mediocampo propio. El Leganés abrió con celeridad el balón a la derecha, donde Nyom irguió la cabeza y no encontró a nadie de negro que lo hostigara ni de lejos. Tuvo tiempo y espacio para elegir un centro a la carta. La segunda parte de la inacción sevillista sobrevino en la marca al rematador, que irrumpió desde atrás y se engulló a Amadou. Vesga la cruzó imposible para Vaclik.

Pasada la media hora, el Sevilla empezó a sacar la cabeza con timidez, al menos forzó jugadas a balón parado y en una de ellas, un balón rebotado fue al pie derecho de Sergi Gómez, que chutó duro y junto al palo izquierdo de Cuéllar, que evitó el gol (33’).

El cabezazo de Ben Yedder apareció en la niebla para mantener intacto el proverbial orgullo sevillista

La roja al Mudo pudo cercenar de raíz esa reacción sevillista que ya asomaba antes del descanso. Machín metió a Promes por Navas y apenas cambió nada. El Sevilla esperó y el Leganés defendió con el balón. Machín es frío estratega que juega con los tiempos. Y ordenó a los suyos aguantar, cuidarse de encajar un segundo gol y jugársela al cara o cruz en el tramo final, ya con Gnagnon abriendo el campo por la derecha, Nolito arriba por un alteradísimo Andre Silva y el dúo Roque Mesa-Amadou –el francés envió un testarazo al poste en el 81 a pase del canario– multiplicándose en la medular: pura heterodoxia, que no supo leer el Leganés, bajo una espesa niebla de la que emergió Ben Yedder. Y con él, el proverbial orgullo del Sevilla.

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