Las Rozas-Sevilla
De golpe, el otoño y la Copa
Sevilla FC
Es más que patente que el Sevilla tiene un problema en la delantera al que no le ha dado la espalda la dirección deportiva, pero también es evidente que, dejando de un lado las fobias y filias de la afición y una parte muy amplia de la prensa, el análisis meramente futbolístico revela que Luuk de Jong es, hoy por hoy, el mejor delantero que puede alinear Julen Lopetegui en su equipo y que, de hecho, es lo que suele hacer en la mayoría de los partidos.
El balance goleador de los delanteros del Sevilla es muy pobre, indigno para un equipo que aspira a clasificarse para la Champions. Sólo cinco goles repartidos de la siguiente manera: dos de De Jong, dos de Munir y uno de Chicharito. Y pare usted de contar.
Pero dejando de lado los fríos números y las sensaciones que ha dejado el holandés, el más castigado por unas críticas que se ha ganado claramente por su falta de gol, lo que no se puede negar después de la última experiencia ante el Athletic es que el Sevilla, como equipo en sí, mejora futbolísticamente y saca partido de sus mejores virtudes con él en el campo, aparte de que sus pocos goles, sólo dos, le han valido al Sevilla cuatro puntos, mucho más que los réditos obtenidos por los otros tres nueves que tiene Lopetegui en la plantilla, Munir, Chicharito y Dabbur.
Es cierto que De Jong no está demostrando ser el goleador que necesita un equipo que quiere pelear por todo, pero también lo es que su coste, 12 millones de euros, está muy por debajo de las inversiones que tienen los rivales del Sevilla en la zona alta de la tabla como hombres de área. ¿Quizá se vio Monchi maniatado por el gasto de 15 millones que su antecesor hizo en Dabbur para haber apostado por un nueve acreditado y con experiencia en las grandes ligas con un gasto por encima de los 25 millones? A lo mejor por ahí hay que entenderlo todo.
Sus detractores podrán argumentar que ha jugado mucho más que nadie, 16 partidos de Liga, 13 de ellos de titular, y es cierto. Pero también lo es que los profesionales, los técnicos, han analizado y han llegado a la conclusión de que es el nueve que mejor puede interpretar el tipo de fútbol que requiere en esa posición el modelo de juego de Lopetegui. Se pudo comprobar con claridad este viernes en el partido ante el Athletic, cuya salida provocó un cambio radical en el sentido del encuentro. Ni Munir, ni Dabbur, ni Chicharito son capaces de incomodar a los centrales como el holandés. Él es quien divide la salida del balón del rival con sus carreras en horizontal y es la referencia que logra hacer recular a los centrales para que Ocampos, Jesús Navas, en su momento Nolito, Banega y el resto de llegadores puedan encontrar espacios para generar ocasiones y entradas en el área.
Ha fallado goles clamorosos, algunos de los cuales en los que hay que reconocer que no le ha acompañado la suerte, y eso preocupa a los que toman decisiones en el Sevilla, pero no tanto como otras cuestiones porque su labor en general ha sido positiva por mucho que el debate instalado en torno a él fomente una crítica feroz a la mínima ocasión. Sus números podrían decirse que son indecentes: dos goles en 1.121 minutos de Liga, pero también es verdad que han valido más puntos que los de ninguno: cuatro al servir para las victorias ante Levante (1-0) y Betis (1-2). También fue clave en el tanto de Diego Carlos que valió el triunfo ante el Leganés, aunque no es ninguna mentira que lleva seis jornadas sin ver puerta.
El hispano-marroquí se ha demostrado que no puede jugar como único punta, ya que no tiene el físico ni las condiciones adecuadas para ello. En origen era un extremo derecho con gol que se mueve bien mirando a la portería, no dándole la espalda. Es un dato revelador que Lopetegui lo ha alineado en lugar de De Jong en los tres partidos ante equipos norteños, Eibar, Osasuna y Athletic, quizá buscando una estrategia operativa distinta que no siempre dio sus frutos. Ha jugado 576 minutos (9 partidos) y anotó dos goles que sólo han valido un punto, ante Osasuna (1-1) y frente al Villarreal en casa (1-2).
Una de las decepciones importantes. Más allá de la locura que su fichaje desató en su país, el mexicano también generó cierta ilusión aquí con su llegada en el último día del mercado de verano. Tuvo un bautizo ideal con un golazo de falta ante el Qarabag, pero aquello no tenía nada que ver con LaLiga. De todas formas mostró cosas en sus primeras apariciones y desatascó con calidad y decisión un partido ante el Getafe que el Sevilla ganó gracias a un zurdazo suyo tras un gran pase de Banega. Fue el 1-0 en el minuto 69 y el Sevilla acabaría ganando por 2-0. Pero luego, sus escasas apariciones no llevaron nada de glamour y Lopetegui dejó de contar con él. Ha jugado 9 partidos de Liga (446 minutos) y ha anotado un gol. Dos puntos.
Ya se ha dicho todo lo que se tenía que decir del israelí. Un error garrafal invertir lo que el Sevilla gastó en el momento que lo hizo sin saber quién iba a ser el entrenador de la siguiente temporada. Sólo 24 minutos en la Liga, 12 ante Osasuna y 12 ante el Villarreal. El resto, puntuales apariciones ante rivales con los que no se puede medir su nivel. ¿Que Lopetegui no ha tenido ni un solo gesto de cariño con él? Puede ser, pero esto es fútbol y aquí nadie hace un favor por nadie.
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