Espaldarazo al proyecto de Monchi y Lopetegui

Sevilla FC

El triunfo en el derbi, con goles de dos apuestas del director deportivo, ratifica la gestión del técnico una plantilla a la que, con sus defectos, le está sacando rendimiento con sus giros tácticos

El guipuzcoano se salió con la suya con De Jong, aunque volvió a corregir la defensa para apuntalar el lateral derecho

Ocampos y De Jong celebran el 1-2 en el Benito Villamarín.
Ocampos y De Jong celebran el 1-2 en el Benito Villamarín. / Antonio Pizarro

Un derbi tiene una carga de trascendencia que puede ir de lo positivo a lo grave. Quizá por ello Julen Lopetegui celebró el final del partido casi como un hincha, dando saltos y abrazándose a sus ayudantes, a Banega, a todo el que pasara por allí. La euforia, justificada desde la evasión espontánea tras tanta tensión, también tenía en este caso el fundamento de las dudas alrededor de la capacidad del guipuzcoano, que entró con muy mal pie por lo del Mundial y no termina de convencer a más de uno por su perseverancia en algunas decisiones tácticas, por ejemplo, la titularidad en el derbi de De Jong.

Pero Lopetegui ganó y lo hizo con el gol del hombre por el que apostó en contra de un sector de la opinión pública sevillista, con el tosco holandés de 9, sin Munir, trigoleador en Europa, siquiera convocado, con Chicharito y Dabbur en el banquillo. Apostó fuerte por De Jong y, aunque posiblemente el plan de partido era sacarlo del campo en la segunda parte para ubicar en punta a un delantero más rápido para las contras, se salió con la suya y, de camino, ratificó que lo ideado por Monchi en verano va por buen camino cuando se ha cumplido un tercio de la Liga, aun con matices a mejorar. Importantes matices cabría decir.

Cuarto en la Liga, a un punto de Barcelona y Madrid, colíderes con un partido menos; clasificado en la Europa League con dos jornadas de antelación como líder de un grupo facilón; y con la plantilla participando en las rotaciones gracias a la gestión de Lopetegui... El proyecto de Monchi sale ganando con el triunfo en el derbi, de la mano de Lopetegui y también de las de Ocampos y De Jong.

La entrada del pleno otoño le ha venido bien al Sevilla. Desde el parón de octubre al de noviembre, el Sevilla ha ganado cinco partidos, tres de Liga (Levante, Getafe y Betis) y dos de Europa League (al Dudelange), y ha empatado en Mestalla, por no saber rematar al Valencia, y en Nervión ante el Atlético, que pudo ganar y también perder. Hay razones para ver la botella medio llena, aunque no ha ganado a ningún grande. Estar en puesto Champions tras haberse medido a los cuatro colosos de la Liga y haber ganado el derbi fuera tiene mucho mérito en una plantilla nueva con un sistema nuevo.

Un sistema que son varios. Si hay una conclusión positiva que se puede sacar de la gestión de Lopetegui de estos siete partidos en 22 días de competición es que ha usado a muchos futbolistas en más de un dibujo táctico. Ante el Atlético alineó el inédito 3-5-2 por la baja de Fernando y por la potente delantera rojiblanca. En el mismo partido varió al 4-3-3 para que Koundé relevase a Jesús Navas en el lateral y éste pasase al extremo. En Dudelange usó un 4-2-3-1, para aprovechar el juego combinativo de cuatro atacantes como Munir, Rony Lopes, Nolito y Dabbur. Y en el derbi varió ligeramente a un 4-1-4-1, con buenas vigilancias de Fernando y Diego Carlos sobre la estrella del rival, Fekir, y un De Jong que fue un faro como referencia en las fases más potables.

Concluir de esta forma el primer tercio de la Liga es un espaldarazo al proyecto. Pero el propio Lopetegui empieza a ser consciente de las lagunas que puede encontrar en la configuración de la plantilla. Al Sevilla volvieron a hacerle un gol con un balón de lateral a lateral, al segundo palo, como hizo dos el Atlético, uno anulado por el VAR. Y el técnico sevillista tuvo que volver a meter a Koundé en el lateral derecho y, pues no tenía tres centrales en el campo como el día del Atlético, gastó un cambio que echó de menos ante el desgaste de Banega y de De Jong y la falta de velocidad para terminar de rematar el plan de partido.

Pero también debe achacársele a Lopetegui que haya sido rácano en su idea de controlar los partidos en lugar de rematarlos. El derbi le salió bien, pero en Mestalla le estalló el petardo en la cara. Y eso sí es algo que debe corregir. Porque gestionar los partidos, y no sólo la plantilla, también es su responsabilidad. Y Monchi lo advirtió en plena fiesta: “No podemos bajar el pistón”.

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