2025
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Una inyección de adrenalina en vena (3-2)

Sevilla FC - Krasnodar | La crónica

El Sevilla protagoniza una bella gesta en la Champions League al remontar el cero a dos del Krasnodar pese a jugar con diez toda la segunda parte

En-Nesyri convierte los dos goles que provocan el júbilo en los sevillistas después de una primera mitad en la que todo les salió mal

El minuto a minuto del triunfo del Sevilla

En-Nesyri golpea con la zurda para conseguir el empate a dos. / Antonio Pizarro

El Sevilla es un espíritu indómito. La tropa de Julen Lopetegui sacó todo su orgullo a pasear para ser capaz de remontar un partido que parecía ya imposible, para darle la vuelta a todas las circunstancias adversas que se le pudieran presentar y así revertir una dinámica que amenazaba ya con hacer crisis en el interior del Ramón Sánchez-Pizjuán. Porque no pudo ser más épica esta remontada, sí remontada porque se consumó, ante el Krasnodar. Cero a dos, decisiones del VAR, justas o no, siempre determinantes y hasta una expulsión para afrontar todo el segundo periodo con uno menos y por debajo en el electrónico.

Si a Lopetegui, aparte de su visita obligada al cardiólogo, le hubieran preguntado que cómo quería que se desarrollara el litigio para recuperar la autoestima de los suyos después de tres derrotas seguidas en la Liga, seguro que ni imaginar siquiera hubiera podido pensar en algo así. Vaya, si le hubiera añadido un par de ingredientes al guión que se desarrolló, sería digno de ser nominado a los Oscar por su febril imaginación.

Porque no pudieron surgir más elementos adversos por el camino para que el Sevilla se hubiera ido a las duchas cabizbajo y con la idea de que el edificio se estaba derrumbando. Un penalti que finalmente no lo es, un gol fallado a puerta vacía por Joan Jordán, dos tantos del rival, uno de ellos en otro máximo castigo que ahora sí rectifica el VAR a favor de la sanción, más llegadas sin rédito a la portería de Safonov y hasta, para que no le faltara ni un perejil siquiera, la expulsión de Jesús Navas por pisarle la bota, y quitársela, a un rival que ya encacaraba a Vaclík. Felix Brych, aunque fuera en segunda instancia, era una máquina de acertar, pero todos los querrían a él para que los dirigiera fuera de casa.

Pero por más montañas que se le presenten por delante, este Sevilla es capaz de ir hasta la base, mirar hacia arriba y pensar que por qué no va a ser capaz de trepar hasta lo más alto. Dicho y hecho, los hombres de Lopetegui no desmayaron nunca y a En-Nesyri la portería se le hizo una H de rugby de grande para meter entre los tres palos las dos primeras que se le presentaron. Una de ellas en un regalo de Kaio, pero qué más da, ya era hora de agradecerle algo a la diosa Fortuna en un día en el que todos los elementos parecieron alineados para que no acabara la cosa como felizmente concluyó. Para los anfitriones, por supuesto que sí.

Y encima todo llegaría después de una tremenda agonía final para que el sabor aún fuera mucho más dulce si cabe. Porque nadie debe olvidar un dato fundamental, el 3-2 de En-Nesyri se contabiliza en el minuto 72 y en ese instante el Sevilla ya lleva todo el segundo periodo con un futbolista menos por la expulsión de Jesús Navas, con Ocampos de lateral derecho pegándose carreras arriba y abajo y con muchos de los futbolistas que defendían la indumentaria blanca harto ya de esfuerzos supremos para paliar la desventaja numérica.

Era lógico, por tanto, que el Krasnodar, dentro de sus limitaciones, realizara un asedio hacia Vaclík y que a los locales sólo les quedara organizarse, protegerse y saber defender lo que tanto mérito habían debido acumular para conseguirlo. Pero si remontar fue digno de admiración para cualquier aficionado medio, y neutral, que estuviera viendo aquello, más aún lo fue la heroica manera de aguantar el marcador. Con Diego Carlos completamente fundido tirándose al suelo para taponar los disparos casi a bocajarro del cuadro ruso; con Rekik debutando para tratar de proteger también a Vaclík; con Fernando multiplicándose para que pareciera que los sevillistas no estaban con diez; con Ocampos dejándose hasta el último aliento como lateral derecho y siendo capaz hasta de subir para casi provocar el cuatro a dos; con Gudelj haciendo de salvador en la única duda defensiva, en este caso de guardameta checo en una salida a un centro lateral...

Fue un bello canto a la épica, a convertir una victoria que debía ser casi rutinaria por las diferencias entre este Sevilla y este Krasnodar en algo verdaderamente extraordinario. Y fueron los sevillistas los que pudieron disfrutar de una noche así, de una de esas citas que serán recordadas durante mucho tiempo por la hermosura que había tenido el camino hacia el triunfo.

Todo, a pesar de que ya parecía que el Sevilla se había ganado a pulso entrar en una dinámica perdedora, de pasar de estar 18 partidos sin perder a saborear la derrota con más frecuencia de la deseada. Pero el péndulo siempre se iba hacia el punto negativo, a situaciones absolutamente perniciosas para la escuadra blanquirroja y el desarrollo del primer periodo era el más fiel ejemplo para mostrar este tipo de caminos inversos. Después de un arranque más o menos prometedor de los anfitriones, con ritmo, con llegadas hasta la portería defendida por Safonov, todo se volvía a ennegrecer.

Porque hasta el VAR entra a formar parte del decorado y tampoco para apoyar a un Sevilla que no puede contar ni con esa pequeña ayuda. Además, el siempre elogiado, y con razón, Jules Koundé iba a tener cinco minutos realmente nefastos para los intereses de los suyos.

Cero a dos en un abrir y cerrar de ojos. Costaba creerlo, pero ése es el fútbol. El Sevilla llegó a estar aturdido, lógicamente golpeado, y le iba a costar mucho trabajo recuperarse del mazazo. Pero aún restaba mucho tiempo por delante y por supuesto margen para la reacción. Los blancos llegarían a recomponerse, recortaron a través de Rakitic y otra vez fueron golpeado con la expulsión de Jesús Navas.

Mejor así para que la épica fuera aún mayor si cabe. El Sevilla recitó ese cantó heroico en el segundo periodo y hasta En-Nesyri se comportó como un reputado goleador. ¡Vaya inyección de adrenalina directa a las venas!

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