La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
Sevilla FC
El nonagésimo noveno derbi de Primera División dejó muy insatisfecha a la mayoría del sevillismo. La imagen del Sevilla, la forma en que embocó el partido, su incapacidad para igualar la intensidad que le puso el Betis a un partido distinto a los demás no gustó a los aficionados. Tampoco a Julen Lopetegui, que ejerció la autocrítica tras el encuentro pese a que muchos de esos aficionados le afearon que dijera que "un punto siempre es positivo".
El técnico sevillista no elige los titulares, pero esa frase tenía un contexto y la coletilla de "más en este campo" llevaba implícita esa otra significación que tiene un derbi al que se adaptó mejor el eterno rival. Por ello, la conclusión positiva a la que se refirió el de Asteasu estaba más relacionada con la trayectoria general y el aprendizaje al que instó a sus futbolistas por la lectura que éstos hicieron del partido en caliente, sobre el césped del Villamarín.
Autocrítica y aprendizaje son los dos conceptos que quedan como lecciones después del empate ante el Betis, en espera de que el partido de rivalidad que supondrá el centésimo en la historia de la Liga, que se jugará a mediados de marzo en Nervión, tenga otra dinámica bien distinta. Esta lectura, y no las dudas que dejó el primer penalti que pitó Del Cerro Grande de Diego Carlos, sin siquiera mirar el VAR, es lo que el club hará, en sintonía con esas críticas feroces que muchos sevillistas volcaron sobre la imagen y el desarrollo del partido de su equipo en una cita de tal calado.
Lopetegui dejó otra interpretación también a tener en cuenta. Dentro de su visión del fútbol como una actividad que para ser competitiva requiere la adaptación constante a los distintos contextos, la archiconocida resiliencia, habló de que sus jugadores no igualaron la intensidad de los futbolistas verdiblancos. "Son partidos complejos. Ellos han tenido un punto de agresividad importante. Si al principio no lo corriges con tarjetas va a favor de quien toma esa decisión. Y en lugar de adaptarnos hemos estado muy pendientes del árbitro, demasiado", dijo el de Asteasu, que volvió sobre ese asunto de nuevo: "Había un punto de intensidad cerca de la agresividad que si el árbitro permitía esas situaciones tenías que subirte a ese nivel de frecuencia para competir".
Pero eso no fue todo. El Sevilla dejó pasar demasiado tiempo sin meterle el diente de verdad al partido. Y pocas veces ha sacado provecho de esa situación. Tanto si el marcador estaba cero a cero, como el día del Madrid; como si se puso por delante y especuló con el marcador: el día del Valladolid lo pagó con el empate; el día del Athletic no supo rematar a un rival muerto y sufrió la remontada.
Hay antecedentes negativos, incluso en la temporada pasada (Ipurua, Mestalla, Balaídos...), en los que pagó con un resultado negativo ese exceso de autocomplacencia o suficiencia, de control del partido especulando con el balón o con el marcador. Cuando el Sevilla ha logrado sus mayores éxitos yendo de verdad a por el rival sin importarle quién fuera éste (esta temporada en el Camp Nou, la fase final de la Europa League o un Bayern Múnich muy superior técnica, física y hasta tácticamente).
Luego, el derbi, siempre tan distinto, dejó otras lecturas que incumben a todo el departamento de fútbol, a la planificación incluso. El equipo de Lopetegui echa demasiado de menos a Fernando, por no hablar de Banega, a quien ni Óliver Torres, que naufragó en el derbi, ni Rakitic terminan de darle el relevo como mediocampista organizador, una función en la que ha crecido Joan Jordán, que tiene su techo... El Sevilla tiene un problema en la salida del balón cuando lo presionan y hasta Koundé parece más cohibido a la hora de romper líneas.
En lo positivo, también hay que apuntar que Ocampos demostró su habitual garra, pero en un mejor tono físico y de juego. Y que Suso ha vuelto más fino tras su lesión y mantiene su afilada visión de juego, además de su calidad. Y eso puede ser leído como un avance.
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