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Dinamarca, un regreso 'hamletiano'

Copenhage - Sevilla FC

El Sevilla viaja a Copenhage con la incertidumbre sobre la reacción de Cornellá latente en su segunda visita a tierras danesas, con Delaney y Dolberg de oportunos cicerones

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José Castro saluda a Julen Lopetegui ante Jesús Navas, Rakitic y Dmitrovic en la despedida de Munir. / Antonio Pizarro

De tanto usarse la alegoría del ser o no ser, el archiconocido monólogo del Hamlet de William Shakespeare, el adejtivo hamletiano es de uso tan general como licencioso. La Real Academia Española aún no lo incluye en su diccionario, donde tendría que incluir una acepción para describir la situación de desazón continua, de incertidumbre constante, en la que se ha metido el Sevilla de Monchi, Julen Lopetegui y José Castro. ¿Se juega en Dinamarca el guipuzcoano su ser o no ser? Parece que no, después de la bombona de oxígeno que le aplicó su temerario once en Cornellá, donde José Ángel se erigió en un héroe de drama barroco con su bigotito y su perilla de época. También con su genio de gallardo duelista con más vergüenza a perder el honor que miedo a los retos del destino.

Y allá a tierras escandinavas, a la península de Jutlandia, vuelve el Sevilla a intentar evitar la tragedia del literario príncipe de Dinamarca, donde jugará por segunda vez en su prolífica historia continental. La primera fue en su primera incursión continental, cuando un Sevilla que había sido subcampeón de Liga en la temporada 1956-57 representó junto al Real Madrid a España en la Copa de Europa. Fue su primera derrota fuera de España, el muy lejano 4 de diciembre de 1957, tras haber dejado atrás al Benfica (3-1 y 0-0). Cayó por 2-0 ante el Aarhus, que había perdido en la ida por 4-0 en Nervión, con lo que el equipo que dirigía Satur Grech se clasificó para los cuartos de final del torneo, donde ya no pudo con el todopoderoso Madrid de las cinco Copas de Europa.

Lopetegui observa el saludo de Monchi a Jesús Navas antes de la despedida de Munir. / Antonio Pizarro

Curiosamente, pese a su vastísimo y fructífero periplo europeo, han tenido que pasar 65 años para que el Sevilla vuelva a hollar tierras danesas, en donde Delaney y Dolberg son alguien y serán oportunísimos cicerones: toda ayuda es poca en el actual contexto. Después de 228 partidos continentales, con 120 victorias, 48 empates y 60 derrotas; después de 17 participaciones en la Champions incluyendo aquella lejana Copa de Europa 57-58, con 29 triunfos, 17 empates y 21 derrotas, según la estadística de José Mérida Guillén, el Sevilla busca reencontrarse consigo mismo en un torneo que le es esquivo.

Es como si el hexacampeón de la Europa League se atragantara con el himno de la Champions. Como si esta plantilla que tantas dudas está despertando desde la temporada pasada y que no ha terminado de perfilar adecuadamente Monchi, por razones financieras o por las que fueran, viera el techo de las estrellas continentales demasiado alto. En la campaña 20-21 fue el Dortmund de Haaland el que humilló el honor europeo del Sevilla, aunque fuera en octavos de final. La temporada pasada ni siquiera pasó de la fase de grupos, tras no ser capaz de superar el tercer puesto ante rivales en teoría inferiores que le dieron más de un disgusto y enseñaron todas las carencias del equipo de Lopetegui: Lille, Salzburgo y Wolfsburgo.

Monchi, tras saludar a Lopetegui durante el homenaje a Munir. / Antonio Pizarro

Esta temporada el grupo es mucho más duro a priori, y el regreso a Dinamarca se presenta como un obstáculo menor, pues el Copenhague es el equipo a batir del grupo G que compone junto a Sevilla, Manchester City y Borussia Dortmund. Pero la dura derrota frente al equipo de Pep Guardiola y la situación arrastrada del equipo obligan a que ese obstáculo menor sea saltado mal que bien para que esta situación de relación bajo sospecha no tenga un nuevo episodio antes de la visita a un sitio tan complicado como Villarreal. Y luego llega el parón liguero, con todo lo que podría significar de lapso de tiempo para voler a dudar sobre la continuidad de Lopetegui si se dan dos traspiés seguidos.

Anímicamente, el equipo, el vestuario en general, afrontará el viaje en la mañana de hoy con otro aire tras el sufrido triunfo en Cornellá. El Sevilla se demostró a sí mismo que sabe ganar, que vuelve a encajar golpes en forma de penaltitos y expulsiones. Ahora le toca enfrentarse a su destino en la Champions también. Ser o no ser...

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