Segunda mano mala, queda el '2' del rentoy
Sevilla - Barcelona | La contracrónica
El Sevilla regaló un plácido partido al Barcelona y tiró el comodín de la Liga: el envite ganador sólo podrá darse el miércoles con la semifinal de la Copa
En el rentoy, tener el 2 es sinónimo de ganar la mano... si se sabe jugar bien ésta. Por una concurrencia casi esotérica, muchas veces los rivales de eliminatorias coperas ven incrustada en medio de éstas un duelo liguero, que viene a ser como una inesperada mano en el juego de naipes para mostrar o esconder las cartas ganadoras. Máxime cuando lo que está en juego es una final de la Copa del Rey.
Para el Sevilla, jugar la final copera es mucho más atractivo y asequible que meterse de lleno en la lucha por la Liga. Su respeto atávico a los grandes del fútbol español es como una losa cuando se ve en tan altas instancias. Y ante el Barcelona volvió a aparecer ese provincianismo casi rayano en lo servil... A no ser que fuera un rentoy.
La valentía del rentoy, un juego tan bizarramente español que no tiene cabida ni de lejos en las facilonas apuestas de las que aún se nutren muchos equipos de fútbol, consiste en tener los redaños de guardarse la carta ganadora, si se tiene, o en hacer ver que se tiene una buena mano cuando sólo queda la opción de ir de farol apostando fuerte para amedrentar al rival. ¿Qué hizo el Sevilla ante el Barcelona en el inoportuno partido liguero que llegó justo antes de la vuelta de la semifinal copera? ¿Se escondió el 2 hasta la mano decisiva del miércoles? ¿O puede haber tirado la partida al enseñar al Barcelona sus complejos y no apostar fuerte en esa mano?
Cabe esperar que en el Camp Nou el Sevilla no le tenga tanto respeto al Barcelona, que no se dé la vuelta, con descaro, con el balón en vez de salir como una flecha para buscar a un rival que jugó casi siempre en campo sevillista. Koeman varió su sistema táctico y Lopetegui lo copió como un espejo con sus cambios en el descanso, después de que la primera parte fuera un ejercicio de respeto absoluto que tuvo como único fruto el un gol en contra que pareció un castigo.
Fue por una jugada en la que Fernando, tras ir de verdad a un robo y quitarle la cartera a Lenglet, la cedió atrás a Munir en lugar de atacar el área. El balón cayó a Busquets y éste, con el equipo descolocado, vio a Messi por delante, en esos metros que había abandonado Fernando. Koundé estaba con el dedo metido en la nariz y rompiendo el fuera de juego tras su despeje orientado del origen de la jugada. Gol de Dembélé, que no siempre va a aparecer Bono para salvar a los suyos...
A estas alturas ya se puede decir que Rakitc y Papu, en el mismo equipo, ralentizan en exceso el juego del Sevilla, que en cambio gana en verticalidad con Suso u Óliver Torres. Con el ingreso de éstos, y el de Óscar, también el de En-Nesyri, al menos el equipo de Lopetegui intentó mirar al área contraria, que parecía tabú hasta entonces. El Sevilla tiró el comodín de la Liga. Y le queda la mano definitiva por la Copa. A ver qué hace con el 2, si es que lo tiene...
H.H., con permiso de don Helenio, cortó la intensidad
En el desarrollo del partido, al excesivo respeto del Sevilla, que sus protagonistas reconocieron como falta de convencimiento o de respuesta adecuada, también tuvo otro factor externo importante. Hernández Hernández, que al parecer se deja llamar H.H. en el mundillo del arbitraje, fue muy meticuloso con el juego de manos y no dejó que hubiera esa intensidad que sí permitió Mateu Lahoz en la ida de la semifinal copera. Eso facilitó el fútbol control al Barcelona, que disfrutó de constantes faltas a favor. El canario contradijo a Helenio Herrera y no quiso dejar además al Barcelona con diez. Con Messi sí que se juega mejor...
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