Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
Y a Jesús se le embarcó la pelota
Sevilla-Athletic | La previa
Al aire de la sobremesa volará una moneda con más peso en la cruz que en la cara. El Sevilla cierra la temporada instalado en la paradoja de que su afición está decepcionada pese a que incluso podría terminar como cuarto, aunque hasta Joaquín Caparrós casi lo dio por imposible en la previa del partido ante el Athletic, una cita que cierra esta extraña temporada en la que un director deportivo que aceptó el cargo a regañadientes se ofreció para ser el relevo en el banquillo.
Es el último partido de la Liga 18-19, que empezó con unas expectativas elevadísisimas y que termina con este extraño anticlímax después de la enorme ilusión que despertóPablo Machín cuando en otoño situó al Sevilla como líder. Ya entonces, los más precavidos anunciaban que aquel liderato era más fruto del bajo nivel de los equipos de arriba que del mérito de un equipo cogido con alfileres: la configuración de la plantilla no casaba del todo con la elección de un entrenador que se vio pronto superado por la alta exigencia de un club como el Sevilla. También por la falta de respaldo en momentos malos de parte de los que lo eligieron. Y, claro, aquel clímax otoñal tuvo su dura resaca invernal, que ha llegado hasta la primavera.
En la previa, Caparrós pidió hacer los balances para la semana que viene, tras el estúpido bolo de Tanzania, tan innecesario como poner un partido en Sevilla un 18 de mayo a las 16:15. Pero el sevillismo se va a pronunciar hoy. Los pulgares están deseando dictar sentencia. Entre otras cosas porque los aficionados son muy permeables a las sensaciones y éstas, en los últimos partidos, no han sido nada halagüeñas, por mucho que el equipo reaccionase tardíamente en el Wanda Metropolitano.
Lo cierto es que el Sevilla dilapidó la enorme distancia que tenía, como cuarto clasificado, con los equipos que sí tienen los codos metidos en la pugna por la Champions, Valencia y Getafe. Y por la cabeza de nadie pasa que ambos equipos se tiren al callejón. Puede que lo haga uno, pero es improbable que los dos pierdan teniendo que medirse a dos rivales que ya están en chanclas. Y el Sevilla necesita ganar y que no puntúen ni Valencia ni Getafe. Una quimera, aunque Caparrós recordó que se puede escribir una enciclopedia sobre cosas raras en el fútbol.
El aficionado sevillista, en cambio, piensa que lo raro es que no pacten Sevilla y Athletic un empate que serviría a ambos, más a los anfitriones que a los visitantes. Pero éstos podrían aceptar de buen grado un pacto porque su derrota, unida a la victoria de la Real Sociedad, su eterno rival, lo dejaría fuera de Europa después de una remontada impresionante. Y a nadie le gusta nadar tanto para ahogarse en la orilla. Pero esto es simple especulación y, como también recordó Caparrós, es difícil pactar nada de antemano. Los resultados de los otros partidos irán añadiendo o quitando tensión al cruce entre hispalenses y bilbaínos.
Tiene otro aliciente importante el encuentro: ver cómo rinde el Sevilla con un centro del campo casi inédito, el mismo que reaccionó en la segunda parte ante el Atlético. Amadou y Marko Rog, dos fichajes fallidos, serán los encargados de llevar el peso de una medular en la que no están, por una u otra circunstancia, Banega, Gonalons ni Roque Mesa. Las carencias de la plantilla, la carga de partidos, su falta de calidad física, la sobrecarga de esfuerzos de algunos de sus jugadores… todo eso le ha estallado a Caparrós en toda su cara cuando ha tenido que competir de verdad por ese cuarto puesto que hoy se antoja quimérico. Y tendrá que aceptar el juicio de la grada.
Hoy, bajo el sol de mayo, el sevillismo hará balance y su pulgar dictará sentencia. Que los máximos responsables del resultado final, José Castro y Joaquín Caparrós, abran el paraguas contra las críticas… O el parasol. Habrá sol, también nubes y, quién sabe, lo mismo suena la flauta y hasta Champions.
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