De un Sergio Ramos dejando pasar rivales al ratito de Mariano
Sevilla-Cádiz | Nombres propios
Acuña parecía empeñado en autoexpulsarse con un árbitro al que no se le puede protestar
La crónica del Sevilla-Cádiz
Partido desastroso de los sevillistas para perder por primera vez contra el Cádiz en el Ramón Sánchez-Pizjuán. El juego fue nauseabundo, incluida la desidia defensiva, hasta el punto de que Quique Flores denunciara que habían permitido 15 remates del Cádiz fuera de casa...
Sergio Ramos | Si esto es parte de su epílogo sevillista, vaya telita...
El defensa central de Camas retornó al Sevilla con el deseo de volver a ganarse el respeto de la afición del equipo del que era hincha cuando pequeño. Y su nivel había ido creciendo durante la temporada hasta el punto de tener cada vez más adeptos dentro de una hinchada que no lo aceptaba por sus actuaciones como madridista. No se sabe qué pasará con su futuro, pero si este partido forma parte del epílogo, la verdad es que no ha sido la mejor manera. Un coladero auténtico.
Nyland | Fue uno de los únicos que se salvó del ridículo
Dentro del desastre casi generalizado protagonizado por los 15 jugadores que puso Quique Flores en el terreno de juego, la actuación de Nyland entre los tres palos fue prácticamente lo único que se salvó. El noruego retrasó el gol del Cádiz hasta el minuto 96 y salvó incluso un remate a bocajarro de Sergi Guardiola al repeler la pelota con su rostro. No se quejó por eso como Lukébakio.
Acuña | Parecía que tenía ganas de que lo expulsaran
Meterse en la mente de un futbolista es prácticamente imposible, no se puede saber qué pasa por ella para que tomen determinadas decisiones durante los partidos. Sí se puede enjuiciar lo que transmiten hacia el aficionado y en el caso del lateral izquierdo pareció que quería irse al vestuario antes de tiempo. En caso contrario, no se entiende que protestara tanto a un árbitro tan puntilloso como Ortiz Arias.
Mariano | Sus tres remates son el colofón al engaño
El delantero hispano-dominicano llegó el último día del mercado de verano como una apuesta personal de Víctor Orta y se comentaba que lo había hecho por el salario mínimo para un futbolista de Primera División. Ni siquiera esa inversión mereció la pena a la vista de su rendimiento y sus tres remates en la recta final fueron sencillamente esperpénticos, a cual de ellos peor.
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