Sergio Ramos, aclamado por 22.000 sevillistas

Sergio Ramos recibió el cariño de 22.000 sevillistas que llenaron las gradas de Preferencia y Fondo del Sánchez-Pizjuán El defensa internacional fue aclamado, por si había alguna duda, en su regreso a Nervión. Lloró recordando a su abuelo y a Antonio Puerta y estuvo arropado por su gente. Su mujer, Pilar Rubio, sus cuatro hijos y el cariño de todos. Y también los más pequeños de la escuela Antonio Puerta.

Desde un escenario colocado en el centro del campo, se dirigió a la afición con la sensacón de que cerraba un círculo, volviendo a pedir perdón, por tercera vez, por el pasado. Allí aparecieron Pablo Blanco, Joaquín Caparrós y Jesús Navas, que le dedicaron algunas palabras.

Blanco explicó cómo lo captó en un partido de prueba. "Tenía 12 años, y lo que nos llamó la atención era su carácter competitivo, su forma de ser. Vino un par de días más y decidimos que tenía que estar con nosotros porque era distinto a todos. Es una elagría tenerlo aquí porque es de los nuestros y nos va a hacer felices".

Por su parte, Joaquín Caparrós le deseó también lo mejor. "Es un lujazo tener a Jesús y a Sergio, dos campeones hechos en la carretera de Utrera. Tenemos que disfrutar de ellos. Recuerdo de Sergio, que cuando iba a debutar con 17 años los ojos le brillaban porque iba a consesuir lo que buscaba desde niño. Nos va a dar muchas alegrías".

Por último, Jesús Nacas tuvo unas palabras emotivas y de complicidad. "Se lo merece. Soy un hermano para él y lo quiero al máximo. Sé lo que ha pasado y lo que ha sufrido porque hemos tenido conversaciones. Él quería venir y vamos a dar lo máximo".

El jugador terminó dando una vuelta al campo y regalando balones.

La bronca, para Castro

Estaba la duda de cómo recibiría el sevillismo a Sergio Ramos pero lo hizo de forma inmejorable, aunque hay que matizar que el publico ayer en Nervión no es el que está en los partidos. Pero sí fue muy clara la afición presente con su mensaje: pitos y una sonora bronca a José Castro, que tuvo que escuchar fuerte el grito de "dimisión",