La infidelidad de Sampaoli hacia el 'ser amado'
Sevilla FC | Análisis
La renuncia al balón en el Camp Nou desdice al técnico, cuya charla táctica sobre que lo importante es la pelota se vio traicionada con la puesta en escena y el desarrollo
Montiel, el segundo más valorado en Whoscored; Loïc Badé y Pape Gueye, con números positivos
Del dicho al hecho hay mucho trecho. Y ese trecho tiene muchos caminos, senderos, vericuetos, atajos... y hasta traiciones, o mejor dicho deslealtades, infidelidades. Justo en la semana en la que el club aireó un vídeo con una charla táctica de Jorge Sampaoli sobre el comportamiento defensivo, titulada de forma engolada como Masterclass: la línea defensiva, el Sevilla sí que ofreció una masterclass de cómo entregarse al Barcelona en el Camp Nou, desde el mismo planteamiento del entrenador y la elección del once titular hasta el desarrollo del partido y la impotencia de los futbolistas, ya sobre el césped, para llevar a cabo el plan ideado, que difícilmente sería dejar pasar el tiempo sin que marcase el Barcelona...
"Para nosotros no existe el rival, existe la pelota", decía e insistía Sampaoli mostrando el imán redondo amarillo con el que situaba el esférico en la pizarra magnética durante esa charla táctica que permitió que el club, a través de su canal oficial de Youtube, trasladase a la opinión pública sevillista. Es algo positivo que tiene el argentino, que no se anda con tanto hermetismo, aunque a veces eso procure disensiones en los discursos, como cuando dijo en la previa del partido en Barcelona que habría "discusiones internas" sobre cómo había ido la planificación en el mercado de enero.
En el fútbol, ese deporte colectivo, cuando las papas queman cada uno arrima el ascua a su sardina. De ahí quizá la salida de tono de Rakitic ante las cámaras de DAZN en las tripas del Camp Nou: "Nos faltó valentía". A Sampaoli le salió horrible el plan en el Camp Nou, donde su equipo prácticamente se olvidó de esa referencia del balón. Y puede que no tanto por seguir un plan establecido, al que ayudaba poco la elección de las piezas, la extraña ausencia de un líder como Fernando o la apuesta por centrocampistas de posición en lugar de extremos en las alas, como por pura impotencia.
Porque al Sevilla le faltó precisión y determinación en la salida para superar la barrera azulgrana: los balones salían despedidos con excesiva fuerza, o desviados, sin destino; o bien fallaban los controles los receptores. Un desastre. Al equipo que compareció testimonialmente en el Camp Nou se le hizo imposible la tarea y el Sevilla –seis triunfos en el Camp Nou en toda la historia de la Liga y sólo dos en este siglo de tanta gloria, uno de ellos en la Copa de 2010– redundó en ese complejo de inferioridad que lo ataca cuando acude a los estadios de los dos gigantes del fútbol español.
"La línea tiene que mirar solamente el balón, y ponerse en disponibilidad para que no la sorprenda el balón", decía el técnico de Casilda en su masterclass. "Cuando el balón va a la banda, nosotros tenemos que ir y tener los canales muy cerrados", aseguraba. Y fue por las bandas por donde reventó el partido el Barcelona, que, en cambio, por dentro entró menos... aunque también lo hizo. El 1-0 fue un balón de dentro del área hacia fuera, al flanco de Montiel, que se tomó al pie de la letra el mensaje: se quedó mirando el balón, como obnubilado, imantado por la esfera amarilla, sin prestar atención al rival...
"Que el delantero se acomode a vos, y no vos al delantero", había dicho el técnico a sus futbolistas en esa charla táctica desvelada a la opinión pública. Pero en realidad el Sevilla hizo todo lo contrario. Y no se sabe bien si todo parte de un planteamiento excesivamente especulador sin el balón, esa gran referencia que tanto esgrime siempre Sampaoli, o fue por la impotencia de un equipo que, sin alas ni velocidad en el once inicial, y obturado igualmente cuando Sampaoli intentó corregirlo sacando a Lamela y Bryan Gil para darle salida por fuera y con Rakitic de falso 9, se vio claramente superado por un voraz Barcelona que desplegó una gran presión adelantada o tras la pérdida del balón.
¿Tanta distancia hay entre este Barcelona y este Sevilla como para dar esa imagen tan paupérrima? El resultado fue sonrojante, pues el Sevilla apenas pisó el campo contrario y sólo realizó ¡tres remates!, uno solo entre los tres palos. La semana es larga y hay tiempo para borrar lo del Camp Nou. Urge pasar tan nefasta página, retomar la senda perdida, y que la búsqueda de causas o responsables no se lleve por delante esa mejoría que había mostrado el Sevilla en las jornadas previas, sin vértigo al mirar al pozo de la tabla. Porque no le queda otra que hacerlo.
Y la deslealtad de Montiel
Montiel se vio retratado en los tres goles y en más de una jugada Jordi Alba le cogió la espalda. En el primer tanto incluso pasa por delante suya, no por detrás, y no lo sigue. En el segundo es Gavi el que se desmarca por su espalda y el argentino no hace ni amago de cerrar el centro pasado de Raphinha. Y en el tercero, salta midiendo horrible para despejar el centro de Frenkie de Jong a Jordi Alba, el balón lo supera y se queda fuera de sitio para tapar el centro del capitán azulgrana a Raphinha. Hasta Xavi se refirió al argentino en su rueda de prensa. "Montiel marcaba fuera de posición, por lo que Jordi Alba tenía espacio para correr por detrás. Podía combinar con Gavi o Lewandowski". Curiosamente, Sampaoli se había referido en su charla táctica a la plantilla de la función clave de los laterales, el "quinto hombre de la línea", que debía "saltar a la presión del balón". "Los quintos son los que presionan el balón con tiempo. Cuando (los rivales) juegan con el de afuera salta el quinto", afirmó. Montiel debió de quedarse dormido en clase...
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