Sampaoli no es Dios (3-0)

Copa del rey · Real Madrid-Sevilla · La Crónica

El paupérrimo planteamiento del técnico argentino conduce al Sevilla a la debacle frente al Madrid.

Mateu, que pita un penalti por empujón de James a Modric, otro actor decisivo.

Mercado y Sergio Rico asisten a la celebración de Varane en el segundo tanto. / EFE
Francisco José Ortega

05 de enero 2017 - 07:02

El Sevilla, de no mediar un milagro futbolístico, le dijo adiós a la Copa del Rey de manera anticipada. Lo hizo en el Santiago Bernabéu, con todos los aditamentos previsibles cuando se enfrenta al Real Madrid, es decir, la actuación parcialísima del encargado de impartir justicia, pero bien harían los blanquirrojos en olvidarse de lo que escapa de ellos mismos y centrarse más en la autocrítica. Porque esta derrota tuvo un nombre asociado en la persona de Jorge Sampaoli, que demostró en una de esas citas que él tiene apuntada en su calendario, que no es Dios, que también es capaz de equivocarse y a lo grande, además. El técnico argentino apostó por Ganso y por Correa para jugar sin delanteros y el rendimiento de los suyos bajó una infinidad de puntos con ello hasta convertirse en un verdadero pelele en las manos de un rival que, no se olvide, había afrontado el duelo sin Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo, Bale y Benzema, nada más y nada menos.

Era, pues, la gran oportunidad para el Sevilla para dar un golpe sobre la mesa y para presentar su candidatura en la Copa del Rey, también por imagen en la Liga. Pero no fue ni una cosa ni la otra y la cruda realidad es que la imagen del Sevilla fue paupérrima a raíz de las decisiones de su cuerpo técnico.Para empezar, porque el ritmo de Ganso le impide cualquier opción de competir contra un rival tan exigente como el Real Madrid y menos en el Santiago Bernabéu. El brasileño, eso nadie se lo niega, tiene voluntad, así que nadie interprete este análisis como una falta de respeto, pues no lo es. Pero la cruda realidad es que no llega a ningún balón dividido contra el adversario y encima más de una vez observa la jugada con pasividad desde el semicírculo del área, por ejemplo. Sí, es capaz de hacer algún detalle técnico para que los neutrales elogien su magia, pero en el cómputo global es partir con uno menos en el campo.

Vitolo intenta marcharse de Carvajal. / EFE

Eso le pesó a un Sevilla que, lejos de convertirse en protagonista y encerrar al Real Madrid en su terreno de juego, como había pregonado Sampaoli en las vísperas, jugó a todo lo contrario. Y en eso también tendrá mucho que ver el hecho de partir sin ningún delantero puro entre los 11 elegidos para afrontar esta cita en el Santiago Bernabéu. Ya lo hizo el argentino y su cuerpo técnico en Turín y en Lyon en la Liga de Campeones, pero ambos litigios salió indemne en el marcador, con sendos cero a cero, por lo que no recibió críticas por ello. Esta vez no fue así, sin embargo, se llevó tres, además muy pronto, antes del intermedio, y cabría preguntarse cuáles hubieran sido las reacciones de los sevillistas si en el banquillo hubieran estado sentados otros técnicos. El más inmediato fue Unai Emery, con sus títulos europeos, pero si se echa la vista atrás sería aún peor con cierto técnico nacido en la provincia al que le exigían no uno sino dos delanteros por partido.

Sirva todo esto para valorar que Sampaoli no mea colonia, que es capaz de echar borrones como todos los demás entrenadores y que también puede traicionar a sus pregonadas ideas con un planteamiento eminentemente defensivo que tampoco halla después ninguna capacidad de respuesta para cambiar la situación. ¿Quiere esto decir que este partido incapacita al técnico que dirige a este Sevilla? Por supuesto que no, ya ha demostrado otras cosas buenas, pero igual que se le elogia absolutamente todo lo que se le coloca en el haber también convendría tener en cuenta algunas cosas que hay que ubicarlas en el debe.

Con semejantes circunstancias futbolísticas, el Sevilla comenzó a caer precisamente por una salida del balón desde atrás mal ejecutada, con un riesgo innecesario a la hora de tratar de mover la pelota siempre desde atrás. Una arriesgada entrega de Mercado a N’Zonzi por donde dictan las normas futbolísticas que no se debe hacer, por el centro y rodeado de rivales, acabó con la pelota recuperada por Casemiro. James Rodríguez se encargó de resto con un golpeo perfecto.

Mateu Lahoz amonesta a Marcelo. / EFE

Era pronto y el Sevilla tenía tiempo para reaccionar, pero jamás lo llegaría a hacer. Varane lo ejecutó pronto, a la media hora, en un córner muy mal defendido por Rami en el marcaje zonal. Y ahí sí salió a relucir algo de amor propio para tratar de rebelarse, como pregona Sampaoli, y llegarían las dos ocasiones más claras para Correa e Iborra, la primera, y para Vitolo, la segunda. Fue el tacaño aporte ofensivo de un equipo que, dice, juega a ello.

El remate de los tomates sería un increíble penalti por empujón de James Rodríguez a Modric que Mateu Lahoz sancionó, pero eso ya era lo de menos incluso. El Sevilla había sido parido por su entrenador sin alma ninguna en este partido y jamás llegó a recuperarla, pues ni siquiera en la segunda mitad, ya sin Ganso y 11 contra 11, fue capaz de asustar al Madrid. Sampaoli, el amateurista, no es Dios, también juega atrás, y esta vez condenó a los suyos con sus ideas.

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