Retrato a un postulante en el Camp Nou

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Una defensa propia de un equipo amateur y un rácano plan, pésimas bazas de Sampaoli para negociar su futuro

Vitolo pone una fea guinda

Jorge Sampaoli se abraza a Neymar a la conclusión del encuentro en el Camp Nou.
Jorge Sampaoli se abraza a Neymar a la conclusión del encuentro en el Camp Nou. / Alejandro García
Eduardo Florido

06 de abril 2017 - 02:33

Jorge Sampaoli ha forzado los plazos de la planificación de la próxima temporada. Tras la despedida de Monchi, el argentino elevó la voz para anunciar, motu proprio, que esta semana tenía una reunión con José Castro para definir su continuidad o su salida. Menos de un año después de haber firmado su contrato (por dos temporadas) éste ya no tiene vigencia. Las aristas que, según Sampaoli, tiene ese papel firmado rasgaron su firma... hasta dejarla en nada. Poder pelear con Real Madrid y Barcelona por el título es la condición que pondría para que ese contrato firmado continuara teniendo validez. Pero, entretanto, sigue perdiendo terreno con el quinto clasificado.

El Camp Nou le ofrecía una quimérica posibilidad de volver a reivindicarse con fútbol, no con palabras, para postularse como el líder del próximo proyecto del Sevilla. ¡Qué mejor escaparate que ese Camp Nou donde hace soñar su admirado Messi! Sin embargo, la puesta en escena fue todo menos una carta de presentación digna de ese mismo hombre que no rechazó los halagos desde Barcelona cuando su equipo estaba en el candelero. Desde luego, pobre baza es para negociar nada un plan de fútbol tan rácano, con cinco defensas, tres mediocampistas, un wing (léase extremo) y un nueve que es otro wing convertido en improvisado delantero. Correa fue el hombre que oteaba las praderas, como en el Bernabéu en la Copa.

Sampaoli ya ha dejado planteamientos conservadores ante equipos a los que ve superiores y con los que pretende igualarse. Y con ese plan, Messi tardó cuatro minutos en mandar un balón a la cruceta tras una rápida triangulación entre un mar de hombres blancos desnortados, perdidos. Si algo quedó claro en el Camp Nou fue que el sistema defensivo de Sampaoli es cualquier cosa menos un sistema defensivo capaz de sostener a un equipo candidato a un título. Y los sistemas poco tienen que ver con los nombres.

No se puede defender peor un ataque que ese avance por la banda de Messi en el 1-0, seguido por dos hombres que se estorban entre sí, ni se puede marcar con menos intensidad que la que tuvo Mercado ante Luis Suárez. El 2-0 fue otro ejemplo de cómo defiende un equipo amateur: una vez superada la línea por Neymar, todos al área chica. Nadie con Luis Suárez y menos con Messi, en el punto de penalti. Y en el 3-0, Nasri quedó otra vez retratado al darle metros a Messi tras el despeje cortito de Pareja al área. Afortunadamente, era cita intersemanal y el Barça se dedicó a guardar fuerzas, forzar quintas amarillas, darle cancha a un joven como Aleñá... Porque si lo hubiese necesitado, la goleada podría haber sido de escándalo y la mejoría de la segunda mitad habría sido otra ficción de Sampaoli. PS: La expulsión de Vitolo merece un aparte. Muy amateurista.

Vitolo, la impotencia y el ejemplo de Nasri

Como fea guinda a la derrota en el Camp Nou quedó la absurda expulsión de Vitolo. Se perderá un partido clave, la despedida oficial de Monchi en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán por más señas. Con el partido ya embocando una triste recta final se enzarzó con Neymar. Clos Gómez pitó falta e inmediatamente el canario le soltó una absurda patada por detrás al brasileño que le costó la segunda amarilla. El ejemplo de la clemencia del entrenador hacia Nasri tras su estupidez en Leicester, también fruto de la impotencia, tuvo esta negativa consecuencia. Un capitán no puede hacer eso en el minuto 91.

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