Doble lateral izquierdo, gol por la derecha (1-1)
Levante-Sevilla
El Sevilla echa a perder un gran trabajo en su visita al Levante por dar un paso atrás cuando tenía a su favor el resultado
Una acción finiquitada en un rebote en Diego Carlos les quita dos puntos a los blancos
Primer sinsabor para el Sevilla después del retorno del fútbol. Los blancos echaron a perder un excelente trabajo en su visita al Levante en La Nucía por la sencilla razón de que tal vez fueron devorados por esa herramienta que les han puesto a su disposición a los entrenadores para que efectúen hasta cinco sustituciones. Julen Lopetegui no ha sido ajeno a esta posibilidad y no sólo fue capaz de realizar tres sustituciones al mismo tiempo para debilitar de golpe a un equipo que hasta ese instante mandaba sobre el césped sino que después de un mensaje conservador fue castigado con dureza por las circunstancias de apostar por un doble lateral izquierdo, precisamente la zona por la que llegó el empate del rival.
¿Casualidad? Nadie podrá aseverar que sea así, pero sí es evidente que la correa transmisora de órdenes a los futbolistas que pueden ser las permutas en el fútbol fue tremendamente perniciosa. Aparte de lo que tenga que ver con las sensaciones, que siempre son difíciles de cuantificar de manera científica, sí es cierto que entró Reguilón por Ocampos cuando restaban seis minutos para el final, 12, si se cuenta el añadido por Hernández Hernández. Y a partir de ese momento no sólo no se detuvo la sangría que estaba causando Hernani por la banda derecha del Levante sino que Koundé tuvo que salvar de forma milagrosa una llegada del portugués por esa zona y que después el gol de los locales tendría su génesis en un pase profundo hacia el lateral Miramón que no pudo ser defendido con acierto por el binomio integrado por Reguilón y Escudero.
Esos datos no pertenecen a las cosas que no se pueden cuantificar en el fútbol, sino que pueden ser estudiados con los millones de datos que reciben los cuerpos técnicos en la actualidad. El Sevilla no sólo dio un paso atrás con la apuesta de su entrenador por el doble lateral sino que fue incapaz de resolver de esa manera el daño que le estaba causando Hernani, un futbolista que tiene una calidad increíble para lo poco que juega en su actual club y en otros anteriores en los que militó, salvo en el Vitoria Guimaraes.
El Sevilla había echado por tierra setenta minutos de un fútbol sobrio, eficaz, muy de verdad, capaz de neutralizar al Levante e incluso de golpearlo en una acción perfecta de contragolpe que se saldaba en tres toques desde Diego Carlos hasta que De Jong golpeaba a la primera con la derecha a la red de Aitor Fernández previo paso por un impecable Munir tanto en su control, maravilloso, como en su centro, un verdadero caramelito para que acabara con todos los suyos festejando el tanto.
Los nervionenses conseguían de esa manera plasmar en el marcador su mejor por mucho que no realizaran un partido espectacular en una primera mitad en la que el sol castigaba con fuerza a los veintidós valientes que saltaban al césped de La Nucía sin una sombra en la que protegerse. Está claro que las cremas de protección deben ser un nuevo elemento a valorar en este fútbol de nuevo cuño a puerta cerrada y con horarios que ponen la cara como un pimiento morrón a los De Jong, Vaclík y demás blanquitos de piel.
Con Banega esta vez al mando de las operaciones en uno de las tres escasas novedades que Lopetegui introdujo respecto al once del derbi contra el Betis, las otras dos eran las entradas de Escudero y de Gudelj, el Sevilla fue capaz de ir domando el ímpetu del Levante hasta prácticamente someterlo. Siempre, por supuesto, con la carencia de gol que afecta tanto a los nervionenses.
Sólo una falta lateral directa a la cruceta de Munir y un remate picado de Koundé con todo a su favor para marcar fue el balance ofensivo digno de ser resaltado en la libreta de anotaciones. El resto era un disparo inocente de De Jong desde lejos y numerosos intentos de progresar de Ocampos y Jesús Navas por su costado con escaso éxito casi siempre. Eso sí, el Sevilla había tenido el control del juego en la mayor parte de ese primer acto.
Y el segundo no pudo comenzar mejor para los forasteros. Diego Carlos saca uno de esos pases largos que parecen propios de los approach del golf, en los que el balón cae a plomo después de superar todos elementos que están por el camino; Munir realiza un control orientado con el pecho para entrar en el área con la cabeza levantada, como deben hacerlo los buenos futbolistas, y además tiene la pausa suficiente para permitir que la carrera de De Jong esta vez sí le pueda servir para rematar con ventaja a gol. El Sevilla salía del vestuario con ventaja y eso debía servirle para manejar el juego y llevarlo hasta donde mejor le conviniera.
Lo hizo la tropa de Lopetegui, que tuvo noqueado al Levante durante un buen lapso, incluso debió rematar la faena en un gol anulado a Diego Carlos en una de esas faltas en las que unas veces los jueces te dan y otras te quitan. El leve empujón del brasileño evitó ese cero a dos y Lopetegui comenzó su carrusel de modificaciones.
Tres de golpe para empezar para sacar de la circulación a Banega y a Joan Jordán, los futbolistas que mayor control habían tenido. Los entrenadores unas veces aciertan y otras yerran con sus decisiones y con los cinco cambios se incrementa incluso el margen para las equivocaciones. El Sevilla fue perdiendo pie hasta que incluso tuvo ese doble lateral izquierdo y fue castigado con un gol por la derecha del ataque del Levante. Hay veces que el manual indica que lo que funciona no conviene alterarlo mucho...
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