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Reencuentro de dos viejos amigos

Los capitanes De Rossi y Pareja, junto a Aitor Puerta en la ofrenda floral
Gonzalo R. Conejo

11 de agosto 2017 - 02:34

Sevilla/Conforme te acercabas a los aledaños del Ramón Sánchez Pizjuan sólo dos nombres se escuchaban, los de dos amigos que volvían a encontrarse, Jesús Navas y Antonio Puerta. Pero el reencuentro del palaciego no sería el único de la noche: Monchi, Perotti y Fazio volvían a la que fue su casa, ahora como integrantes de la Roma. Con el campo prácticamente lleno y un inmejorable ambiente de fiesta empezó el homenaje al eterno 16. Nadie mejor que Jesús Navas para portar ese dorsal.

El Sevilla saltó al campo impetuoso, con ganas de darle a Puerta el homenaje que merece, pero los minutos nivelaron las fuerzas y ni los cánticos de una grada que no dejó de animar surtían efecto. El descanso cada vez estaba más cerca y la grada de Gol Norte, mientras el resto del estadio se veía ya comiendo el bocadillo, resonaba más fuerte pidiendo el gol antes del descanso. Pero no pudo ser y se llegó al descanso con el rosco en el marcador. Durante la pausa se proyectaron imágenes de Puerta. Entre bocado y bocado de la centa, sólo se escucharon tímidos aplausos cuando Jesús Navas salió a calentar.

En la segunda parte los papeles se tornaban y fueron los de la capital italiana los que comenzaban mandando. Buscando un cambio de rumbo, el técnico de los de Nervión hizo saltar al campo a Jesús Navas. Fue un punto de inflexión que hizo despertar a una grada que parecía dormida. El estadio entero coreó su nombre mientas el hijo pródigo saltaba al césped de la que siempre ha sido su casa. A partir de ahí la fiesta no cesó y la grada llegó a su momento de extasis cuando Escudero abrió el marcador. Se notaba tensión, sólo estaban un gol por encima en el marcador y la gente buscaba una reacción del equipo que les diera la tranquilidad. En esas Nolito se marcó una gran jugada y mandó el balón al fondo de la red para dejar tranquila a la parroquía sevillista, que se veía ya con su trofeo. Ni siquiera el gol de Dzeko hizo decaer a los sevillistas, que sabían que el triunfo ya era, seguro, el mejor homenaje a Puerta.

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