La gestión de la grandeza
Real Sociedad-Sevilla FC | La previa
El Sevilla retoma la Liga obligado a recuperar el tono competitivo ante un rival directo por la Champions y ya con el runrún del debate sobre el juego
Koundé se recupera a tiempo y viaja, pero es duda
En tiempos en los que parece obsesionar la palabra “grande”, serlo, parecerlo, demostrarlo, equipararse a... no viene mal recordar una frase de Carl Sagan. Astrónomo neoyorquino que dedicó su vida a buscar vida no terrestre en el cosmos a base de mandar señales a diestro y siniestro, dejó dicho: “Lo que nos hace grandes es ver lo pequeños que somos”.
La sentencia puede perfectamente aplicarse al fútbol y al momento que vive el Sevilla, casi en bucle, desde que a Monchi le dio por confeccionar equipos que ganaban “cosas”. Y ahí seguimos, los dirigentes con la palabra cosida prácticamente en la boca y los profesionales del verde tratando de bajarla al suelo constantemente sin derribar –claro está– el convencimiento de que este grupo de jugadores tiene potencial para cualquier cosa si dirigen y gestionan bien sus habilidades y mantienen la cabeza despejada.
Y en éstas ya viaja el Sevilla a San Sebastián para enfrentarse a un buen equipo con el miedo metido en el cuerpo y con parte de la afición y el entorno ya moviendo la cabeza. Nerviosos por ver a los fichajes que aún no han debutado, exigiendo más minutos para aquellos que dejaron algún detalle que gustó y tachando a Lopetegui de reservón, el ejercicio de aislarse de todo es la primera tarea para los protagonistas que van a buscar los tres puntos esta tarde a tiro de piedra de la frontera con Francia, allí donde Koundé se refugia para aguantar el tipo en su lucha interior, algo que todavía inquieta al sevillismo, que no lo acaba de ver convencido del todo.
Y el defensa es un pilar importantísimo que al club le cuesta muchísimo mantener en la plantilla y cuya continuidad puede tener un alto peaje que se le cobrará al Sevilla en diversos frentes y en su debido momento. La juventud no es una excusa y menos cuando se presume de “grandeza”.
Para Lopetegui, Koundé es uno más en un colectivo y el Sevilla no puede esperar a nadie. Se apunta finalmente la perla gala tras dos días de ausencia continuada a los entrenamientos que habían levantado las alarmas.
La Real Sociedad espera afilando su acero y sus tres victorias consecutivas en la Liga –ante Rayo Vallecano (1-0), Levante (1-0) y Cádiz (0-2)– son una dificultad añadida en un campo difícil aunque las últimas estadísticas digan lo contrario y frente a un equipo que ahora mismo, y también en el global de la carrera de fondo, es un rival directo por esa cuarta plaza de Champions que en teoría debe estar más abierta que las otras tres y no es propiedad del Sevilla por decreto, sino que hay que ganársela en el campo.
Lo ocurrido el martes ante el Salzburgo no es más que lo que el fútbol a veces ofrece. Un equipo joven y dinámico en ataque que puso en problemas a un grupo que llevaba 21 días sin competir y con varias de sus piezas pasando o rozando los 35. No es la primera vez que Fernando nota el cambio del ritmo de la Champions al de la Liga y también –por qué no decirlo– dio la casualidad de que apareció por allí un árbitro de los que no se ven mucho en Europa, anticasero como un cantante de rock.
Será que la grandeza se mide ahora haciendo un drama de un partido empatado en la Champions con un jugador menos durante 45 minutos y tres penaltis pitados en contra.
Toca competir de nuevo con la máxima intensidad, ésa es la única realidad del fútbol y la que entienden los que se baten el cobre sobre el verde. Esto acaba de empezar y la única preocupación es ir posicionándose en el lugar correcto en la tabla a base de sumar puntos, sea jugando brillantemente o limitándose a aprovechar los recursos de los que se dispone. Ésa es la grandeza.
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