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Quique Flores y los titulares (in)discutibles

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El Sevilla enciende todas las alarmas con su técnico reconociendo que 'conoce poco' a la plantilla, Rakitic pitado fuertemente y Sergio Ramos retratado de nuevo

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Sergio Ramos y Rakitic contemplan impotentes el gol de Tenaglia, 0-1 del Alavés. / Antonio Pizarro

14 de enero 2024 - 06:23

"Yo conozco muy poco al equipo. Llevo cuatro semanas de trabajo y lo conozco muy poco. Tengo que estar en manos de la dirección del club que conoce la trayectoria de los dos últimos años, que hubo títulos por medio. Están las cosas difíciles en Liga, en los campeonatos largos, y el conocimiento de la dirección deportiva y la presidencia es mayor que el mío". La respuesta de Quique Sánchez Flores en DAZN llamó la atención por reconocer que tras un mes al frente de una plantilla que tiene evidentísimas carencias arrastradas de anteriores temporadas todavía no sabría influir en la dirección deportiva para reforzarla. No quiere "invadir un territorio" con sólo cuatro semanas de trabajo. ¿Y esto tiene que ver también con la gestión del grupo, con la elección de los titulares y los suplentes?

Sería muy precipitado u oportunista aseverar esto, cuando además Quique ha llegado con un nutrido cuerpo técnico que empieza por otro técnico que ha entrenado en la élite, como José Luis Oltra, y dos asistentes técnicos como Antonio Díaz y David García Cubillo, además del preparador físico Jordi García. Los entrenamientos mandan mucho. Y en estos se produce la elección de los futbolistas. Y luego hay una realidad que flota sobre la praxis de los entrenamientos: el peso específico, el carisma y la jerarquía de algunos futbolistas que, en el caso de la actual plantilla del Sevilla, son vacas sagradas y tienen el rol de intocables.

Gran pitada a Rakitic

Sin embargo, la realidad del equipo de Nervión es crudísima y empieza a llevarse por delante incluso a sus capitanes y líderes. Rakitic escuchó una tremenda pitada mientras abandonaba el campo al ser sustituido en el triple cambio que hizo Quique ante el Alavés en el minuto 55, con 0-2 en el marcador, en el intento de buscar la remontada. El sevillismo señaló clarísimamente a un futbolista que atraviesa un pico muy bajo de rendimiento y que ya no puede esconder que su ritmo ralentizado no le da ni para evitar entregas defectuosas o protagonizar pérdidas absurdas. Ante el Alavés, poco antes de ser cambiado, entregó un balón fácil al rival posibilitando un contragolpe, después de que en la primera parte le robaran la cartera por detrás por pura lentitud. Más allá de datos objetivos de rendimiento, esos detalles no pasan desapercibidos para la grada, que busca culpables de la situación.

El problema con Rakitic, si coincide además en el campo con otros futbolistas de escaso ritmo como Óliver Torres o Suso -caso del Sevilla-Alavés- es que es demasiado evidente que influye negativamente en el juego. Y que quiere protagonizar en exceso el golpeo en las jugadas de estrategia. Pero tampoco es que tenga mucho donde elegir ahora mismo Quique.

La reincidencia de Sergio Ramos

¿Y en la zaga? Ahí sí tiene algo más para elegir quizá, tampoco mucho, pero sigue siendo intocable Sergio Ramos, que volvió a quedar retratado por enésima vez esta temporada, en un partido con la sima en el balón parado. Perfilado hacia la portería en el córner del 0-1 -como le sucedió en el gol en propia puerta en Montjüic con el Barcelona-, producto de un fallo en cadena que aprovecharon Gudiri y Tenaglia, fue mucho más obvio su foto negativa en el 2-3 definitivo, cuando Samu Omorodion -ex canterano del Nervión- le ganó por alto en el córner que remachó Rubén Duarte ante un dormido Mariano. Más evidente aún para la grada fue su error en el minuto 58: realizó una mala entrega con el equipo saliendo -otro yerro habitual-y propició la gran ocasión de Luis Rioja para haber hecho el 0-3.

No es la primera vez que Sergio Ramos, con sus galones de intocable, comete errores que paga el equipo. Y quién sabe si la historia sería distinta si no le hubieran pitado aquel penalti riguroso en Eindhoven ni la falta final que impidió el triunfo sobre el PSV del Sevilla de Mendilibar, un entrenador que tuvo la desfachatez de señalarlo pública y privadamente por creer que aún jugaba en el Real Madrid y por no amoldarse a las necesidades de un equipo de un nivel distinto, y con otras necesidades. El camero no aceptó bien las suplencias que tuvo con el técnico vizcaíno y ya se sabe cómo terminó la historia...

Rakitic y Sergio Ramos, segundo y tercer capitán del Sevilla tras la marcha de Fernando, quedaron señalados ante el Alavés de forma clara, aunque los problemas de esta plantilla van mucho más allá del protagonismo que tengan a título individual uno y otro. Sin embargo sus casos son ilustrativos por un par de cuestiones. En primer lugar, ninguno de los dos, por su pasado en los grandes de la Liga, está hecho a luchar por evitar la supervivencia. En esto tienen mucho en común con la mayoría de un plantel que ha sido campeón. Y en segundo lugar, el imperioso pragmatismo que necesita Quique Flores para empezar a darle competitividad a su equipo para salvar la categoría tiene que estar por encima de roles jerárquicos y atender a la pura realidad.

Alarmas encendidas, manda lo práctico

Porque las alarmas ya se han encendido y no está la cosa para andar con remilgos con las vacas sagradas. Si uno merece un banquillazo, tendrá que asumirlo por la supervivencia del equipo: se juega la vida.

Es lo que debe asumir toda la plantilla. También el cuerpo técnico, que no quiere hablar públicamente de lo que ha solicitado para reforzar la plantilla, pero que poco refuerzo podrá tener en la lucha por la supervivencia si Víctor Orta no ve otra vía que la de jóvenes de 20 ó 21 años.

El propio Rakitic llegó al Sevilla en el mercado invernal de 2011 junto a Medel, por la necesidad de refrescar una plantilla envejecida. Pero ambos eran jugadores contrastados, hechos en su juventud, y tuvieron rendimiento inmediato. Ahora, el lastre de una plantilla demasiado veterana, de la que Fernando se ha retirado para recogerse en el equipo de su pueblo, de la Serie B brasileña, no puede estar a la demanda de los egos de sus vacas sagradas. Éstas ya se llevaron por delante a Marcelino en 2012. Lo de ahora es mucho más grave.

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