Pizarro, otro concepto (0-1)

El centrocampista mantiene un sistema defensivo aún con dudas y marca el estilo del que será el nuevo Sevilla.

Nolito, aún falto, debuta y participa en el gol del triunfo sobre el Leipzig en la Emirates Cup.

Guido Pizarro persigue un balón ante dos rivales.
Guido Pizarro persigue un balón ante dos rivales. / EFE
Jesús Alba

29 de julio 2017 - 17:58

El Sevilla trajo hace un par de veranos a N’Zonzi, un jugador que recordaba en muchas cosas a Kanoute, pero que no era, evidentemente, Kanoute, entre otras muchas porque jugaba en otra demarcación. Este año ha incorporado a Guido Pizarro, un jugador que juega en la misma posición que N’Zonzi, que se parece físicamente algo a N’Zonzi, pero que no es N’Zonzi.

Y el argentino, en esa administración de terrenos en los que las características de un jugador van a marcar el estilo (no el modelo) de un equipo de fútbol, tiene muchas cosas para hacerse un jugador importante, imperial incluso si él mismo quiere y aprende rápido. Pero no nos equivoquemos, va a llevar la bandera de un Sevilla distinto, más feo si se admite el término pensando en los que se les cae la baba con el toque, un Sevilla que no va a ser tan pulcro como era el de Sampaoli. Pizarro es un futbolista, por ejemplo, muy necesario en aquel Sevilla que dibujó el hoy seleccionador de la albiceleste, que sin embargo pidió piezas más dotadas para jugar por fuera del rondo que para robar por dentro, algo igual de necesario en el fútbol de hoy.

Berizzo vio a su equipo ganar en el primer amistoso en Europa, el primer ensayo con un nivel que pueda asemejarse a ese con que el Sevilla va a tener que convivir. Un partido que en líneas generales los esta vez de negro no jugaron bien, pero tampoco mal. Un partido en el que el sistema defensivo volvió a dejar lagunas y que sobrevivió gracias a la capacidad táctica y física de Pizarro y en el que mejoró en una segunda parte en la que el Leipzig, el subcampeón alemán, bajó el pistón también fruto no realizar cambios, algo que puede llegar a fulminar fibras musculares en esta época del año.

Pero es tiempo de corregir cosas, de probar… y también de pedir. El Sevilla, con Carriço y Lenglet como centralesc, sufrió enormente en la salida del balón con la presión atosigante y bien escalonada del Leipzig, que generaba superioridad numérica en los terrenos de un Pizarro muy solo en ese 4-3-3 habitual de Berizzo que por las características de ciertos jugadores se convertía más un 4-1-4-1 con Banega y Borja Lasso inviertiendo el sentido y haciendo isósceles el triángulo central. Las marcas fijas no iban del todo coordinadas y el equipo separó mucho las líneas, con lo que el conjunto alemán encontró facilidades para percutir fundamentalmente el perfil de Lenglet, que a los veinte minutos ya había perdido dos veces la espalda ante Forsberg (detuvo Sergio Rico) y Augustin (se llenó de balón y lanzó alto). Por delante se hacía muy visible Pizarro, pero también por esa deficiencia generada por el Sevilla en sí y algunas veces por el propio futbolista, que con el balón, evidentemente no es N’Zonzi. Es bueno, y más en pretemporada, que a un jugador en ese puesto clave se le exija, y mejor que salga airoso y con buenas sensaciones, pero también –no cerremos los ojos- es una muestra de que algo no marcha bien.

Así, con todo, el Sevilla tiene recursos para hacer daño incluso cuando es sometido. El debut de Nolito, muy falto de tono físico aún, no hubiera pasado de anécdota de no haber robado un balón clave, el de la jugada que acabaría en el penalti a Montoya. Éste es un hombre que encaja en el nuevo rol que pide Berizzo y que poco a poco va llamando a la puerta. No con la credencial de la calidad, pero sí con la del trabajo y el ir y venir constantemente. Ben Yedder, el mejor junto a Pizarro, le dio continuidad a la jugada para que acabara en un penalti más que dudoso de Bernardo que el franco-tunecino se encargaría de convertir.

Montoya, que tiene esa capacidad para aparecer por fuera o por dentro, también reclamaría más protagonismo en un remate al larguero en los mejores minutos del Sevilla, una segunda parte en la que logró juntarse mejor y en la que dominó a un Leipzig que pagó el esfuerzo de su presión alta inicial y cuyo entrenador no refrescó. Correa volvió a dejar patente que necesita entrenar el uno contra uno, especialmente con la facilidad que tiene para ponerse de gol, Sarabia, que dejó el sello de su calidad a balón parado y que puso un balón a lo Ganso a Montoya (la antes referida que acabó en la madera), dejó patente que otra campaña más será un jugador top, incluso de lateral izquierdo, donde suplió a Escudero. Y Borja Lasso, que jugó todo el partido, entendió que le hacen falta partidos a este nivel para saber si vale o no para la élite, pues, una vez probado el músculo y el ritmo de jugadores como Keita y Upamecano (tambié esto es extrapolable a Pozo), acelerará y crecerá lo que en Segunda División ya no puede.

Las sensaciones buenas van en aumento, en las no tan buenas hay que seguir insistiendo y este domingo, con el Arsenal enfrente, será otra buena oportunidad para ello.

Ficha técnica:

Leipzig: Gulacsi; Klostermann (Ludewig, 81), Orban, Upamecano, Bernardo; Sabitzer, Ilsanker, Keita, Forsberg; Augustin y Poulsen.

Sevilla: Sergio Rico (David Soria, 46’); Corchia, Carriço (Mercado, 46’), Lenglet, Escudero (Sarabia, 46’); Pizarro; Montoya (Krohn-Dehli, 70’), Banega, Borja Lasso, Nolito (Pozo, 46’); y Ben Yedder (Correa, 46’).

Gol: 0-1 (35’) Ben Yedder, de penalti.

Árbitro: Stewart Atwell (inglés). Amonestó con tarjeta amarilla a Borja Lasso y Corchia por el Sevilla y a Poulsen y Orban por el Leipzig.

Incidencias: Partido inaugural de la Emirates Cup disputado en el estadio del mismo nombre, propiedad del Arsenal, ante unos 12.000 espectadores.

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