Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Sevilla FC | Guerra accionarial
La guerra accionarial en el Sevilla, si ya no tuvo bastante con el bochorno de la Junta de Accionistas, sigue tomando tintes radicales y hasta bélicos con el modus operandi de los opositores más extremistas del actual consejo y sus aliados. Una semana después de las execrables pintadas en las oficinas o domicilios de José Castro, José María del Nido Carrasco y Carolina Alés en Utrera y Sevilla, de nuevo han aparecido pintadas contra Rafael Carrión, en su domicilio sevillano.
Justo antes de la Junta de Accionistas, los tres primeros ya denunciaron los hechos ante el Juzgado de lo Penal el sábado 2 de diciembre. Y una semana después se ve en la misma tesitura el patriarca de la familia Carrión, cuyo hijo Fernando Carrión Amate -ex futbolista de la cantera del Sevilla- es vicepresidente segundo en el actual consejo, donde este grupo familiar de accionistas tiene otras representaciones en las figuras de Gabriel Ramos, cuñado de Rafael Carrión y ex vicepresidente segundo, y otro de sus hijos, Jesús Carrión Amate.
La política agresiva de José María del Nido -al margen de las razones más o menos legítimas del máximo accionista del club- contra el actual consejo, a cuyos miembros ha llamado más de una vez "okupas" y ha pedido la ayuda de los sevillistas para "echarlos del Sevilla", está teniendo un feísimo apéndice en sus presuntos partidarios más radicales: unas pintadas bajo el anonimato con amenazas e insultos, sin firma alguna.
Las pintadas aparecidas en el domicilio de Carrión en Sevilla son del siguiente tenor: "El Sevilla no paga traidores", "fuera del Sevilla", "SFC o muerte", "cómplices", "usurero" o el más explícito "Carrión es cómplice".
Rafael Carrión fue presidente del club entre 1997 y 2000, entre José María González de Caldas y Roberto Alés y, aunque no está dentro del pacto de gobernabilidad que firmaron en 2019 José María del Nido y Sevillistas de Nervión (actualmente Castro, la familia Guijarro y la familia Alés) y que rompió el primero en 2020, sí vienen apoyando al actual consejo como su aliado más prominente.
Este apoyo de la familia Carrión, empero, no le sirvió al consejo para aprobar las cuentas y la gestión de los dos últimos ejercicios ante la Junta de Accionistas. Ya no cuenta el consejo con la mayoría accionarial ni con el apoyo de la mayoría de la afición. Pero esto no justifica este tipo de actos deleznables.
Es esperable, y lógico, que la familia Carrión, al igual que hicieron los otros tres miembros del consejo que recibieron este tipo de execrables amenazas y coacciones, denuncie los hechos para que la justicia investigue a sus autores y castigue los presuntos delitos cometidos. Porque una cosa son las luchas accionariales y políticas y otra esta guerra sucia y callejera. Guerra que ya tuvo un episodio feísimo con el acoso que recibió Carolina Alés por parte de unos hinchas al término del Sevila-PSV de Champions. Y guerra que también tuvo episodios feísimos en la Junta, como el enfrentamiento entre Del Nido padre y Del Nido hijo o la expulsión de un accionista minoritario, David Estévez, del salón del Meliá Lebreros donde se celebraba.
Esta es la deriva espuria que está teniendo la actual situación del Sevilla, que necesita urgentemente un replanteamiento por parte de los principales actores para encontrar una vía de salida, a ser posible de consenso, para evitar tales desmanes rayanos en la barbarie.
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