Osasuna - Sevilla de Copa: Agua fresca en mitad del desierto

Sevilla FC

El Sevilla se olvida de las fatiguitas de la Liga ante la posibilidad de meterse en las semifinales de Copa l

Fernando, baja más que importante en un duelo en el que la afición rojilla promete presión y que recuerda a una vieja rivalidad

El Sevilla descarta a Reine-Adélaïde en el reconocimiento médico

Lamela, en una acción de un entrenamiento.
Lamela, en una acción de un entrenamiento. / José Ángel García
J. A.

25 de enero 2023 - 06:20

El Sevilla de Jorge Sampaoli, con la alegría de haber salido de los puestos de descenso con ese golpeo de Raktic desde los once metros que hizo llorar a Monchi y respirar a muchos sevillistas, quiere sacarle los colores a aquellos que defendían antes del partido de Copa ante el Alavés que lo mejor que le podía pasar al equipo en esta temporada de fatiguitas era quedar eliminado en el torneo del KO.

Ahora, a un partido de las semifinales, las cosas se ven de otro modo y la competición cuya final repetirá este año en el estadio de La Cartuja se ve como agua fresca en mitad del desierto. La Copa es la competición de la ilusión y, llegado a estas alturas del cuadro, los gusanillos pueden aparecer en cualquier momento en los estómagos. No sería la primera vez que una trayectoria liguera de hecatombe se torna en un momento ilusionante con una final de Copa. No hay que irse muy lejos, pues la penúltima temporada en la que hubo más de un entrenador (Berizzo, Montella y Caparrós) acabó el sevillismo en el Wanda Metropolitano (ahora Civitas) esperando la posibilidad de un título que acabó arrancada de cuajo por un 5-0 bochornoso ante el Barcelona que fue la antesala de otra gran crisis que se llevó por delante primero a Óscar Arias como sustituto de Monchi, después al entrenador italiano y no lo hizo con Castro porque reaccionó a tiempo trayendo de vuelta al de San Fernando.

LA PREVIA
LA PREVIA

A éste ahora lo señala todo el sevillismo y lo critica buena parte de la prensa nacional. Ayer, cuando parecía que había despertado de un letargo que tenía extrañados a sus fieles, volvió al centro de la diana con otro episodio para analizar con el reconocimiento médico de Reine-Adélaïde. Una señal de que el problema –por si había alguna duda–está en la cartera y el tener que buscar el producto en el mercado de saldo y oferta-. Con todo, el histriónico Jorge Sampaoli debe centrarse en lo suyo y sacar de una vez jugo a una plantilla que, se quiera o no, más compensada o menos compensada, está construida con el cuarto mayor presupuesto de la Liga. Y eso se tiene que notar, nada más que en calidad.

Ese aspecto diferenciador apareció en Mendizorroza en aquel centro de Jesús Navas rematado en plancha por Rakitic, uno de los hombres a los que se ha agarrado el Sevilla en los últimos tiempos para empezar a sonreír tímidamente. El otro, el sostén que cuando no estuvo por lesión o enfermedad el proyecto se tambaléo, es Fernando, pero el brasileño es imposible que con 35 años tenga una mínima regularidad física. No estará en Pamplona, esta vez por un golpe en el tobillo recibido ante el Cádiz, y Sampaoli tendrá que recomoponer el sistema defensivo en torno a otras piezas justo en un estadio en el que su inquilino intentará que sufra todo lo posible y más a base de intensidad, de agresividad, de darle mucho ritmo al juego y de hacer que su rival no esté cómodo.

Ilusión

El respiro que el club tomó ante el Cádiz anima a disfrutar lo que se pueda de una posibilidad que está ahí y que ilusiona a todo el sevillismo

sin efectivos

La saturación de esfuerzos es el lado negativo en una plantilla cogida con alfileres que tiene un duro y prioritario objetivo en la Liga

El duelo, con frío además y no es de extrañar que incluso con agua-nieve, recuerda a los de otras épocas que encendieron una rivalidad en la que los que más a gusto se sintieron fueron los navarros, pero afortunadamente ni Aguirre ni Caparrós están en los banquillos y el fútbol al que debe apelar el Sevilla parte de otros parámetros bien distintos.

Habrá que sufrir y se sufrirá, pero ganar supone meterse en semifinales y acariciar la posibilidad de jugar una final, un lujo tal y como se han sucedido los hechos y con lo que llevan tragado desde que empezó la temporada los aficionados sevillistas.

La Copa siempre da estas posiblidades y ahora mismo es aire fresco en mitad del desierto para los de Sampaoli, que ya tendrá tiempo de hacer recuento y pensar en el Elche.

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