Lucas Ocampos, la picadora de hielo
El extremo argentino, que enlaza cinco partidos de Liga marcando, duplica como sevillista su producción goleadora en el Olympique de Marsella
Eran poco menos de las diez de la noche el pasado jueves, los jugadores del Sevilla y el Betis saltaron a la yerba del Ramón Sánchez-Pizjuán para librar un nuevo derbi pero esta vez, donde siempre ardió el fuego, reinaba el hielo. Toda la grada era puro hielo. Hasta que Lucas Ocampos empezó a mover las bielas de sus piernas como un molinillo. Y empezó a romper líneas, a sacudir a la zaga bética con su fútbol torrencial. Entonces el extremo argentino fue una picadora de hielo, que convirtió el gélido Nervión en un sarao sevillista. Coronó la fiesta con un gol, su undécimo en la Liga al transformar de nuevo un penalti, y otra asistencia, su tercera, al improvisar de tacón un pase al corazón del área pequeña que Fernando cabeceó con habilidad a la red.
El jugador de Quilmes ilustra el excelente tono físico que mostró todo el Sevilla ante el Betis después de tres meses sin competir y demasiadas semanas sin entrenamientos dignos de un equipo profesional de fútbol. Su mayúsculo despliegue, que empezó con el seco obús a la cruceta izquierda de Joel a los diez minutos de juego, se antoja más meritorio por las dudas físicas que arrastraba desde el inicio de la semana.
Ocampos no se entrenó ni lunes ni martes por sus molestias musculares, sembrando una justificada inquietud en el sevillismo. Ya el miércoles, en la sesión previa, apareció tocando el balón integrado en el grupo, aunque era una incógnita su concurso en el partido de rivalidad local.
Al final fue titular, volvió a ser un factor desequilibrante y en el minuto 70, cuando fue relevado por su paisano Éver Banega, se sentó en banco de pista junto a sus compañeros con el muslo derecho vendado tras el esfuerzo, aunque no debe tener problemas para rendir visita al Levante el lunes próximo. Cuando acabó el pleito, el guerrero se incorporó para aplaudir con rabia. Otra vez fue actor principalísimo en el éxito colectivo.
La cotización del ex atacante del Olympique de Marsella, que el próximo 11 de julio cumple 26 años, crece como la espuma. Recaló en Nervión el pasado verano a cambio de 15 millones de euros en concepto de traspaso y la cláusula de rescisión de su contrato, que expira el 30 de junio de 2024, es de 70 millones de euros, una cantidad no muy lejana ya a lo que un grande del fútbol europeo podría poner sobre la mesa para ficharlo.
Hoy, junto con Diego Carlos –el brasileño tiene una cláusula de rescisión de 75 millones–, el dorsal número 5 es el gran activo que ya ilumina la mirada de Monchi. Y es que el internacional argentino –su briosa irrupción en la selección albiceleste también le ha dado un espaldarazo en los mercados– ha duplicado su producción goleadora desde que cambió Marsella por Sevilla. En la portuaria ciudad francesa, hizo 27 goles en sus 132 encuentros. Un discreto balance de 0,20 goles por partido. De blanco, en cambio, suma 13 dianas en sus 30 apariciones (notable balance de 0,43).
El peso específico del fornido atacante sudamericano es tal, que ha participado, de algún modo, en el 34% de los 41 goles que ha anotado su equipo. En cinco de las 28 jornadas que los sevillistas han disputado no pudo jugar Ocampos. Y sólo en una de ellas ganó su equipo: en aquel apuradísimo triunfo ante el Leganés un domingo de diciembre a mediodía (jornada 15ª) gracias a Diego Carlos.
Otros dos partidos se saldaron con empate, contra el Celta en Nervión (1-1, jornada 3ª) y Osasuna fuera (1-1, jornada 16ª) y en los otros dos encuentros cayeron los de Julen Lopetegui (1-2 ante el Villarreal, jornada 17ª y 2-1 ante el Real Madrid, jornada 20ª).
Como hace tres meses ante Oblak, en aquella prueba del algodón que el Sevilla aprobó en el Wanda Metropolitano, Ocampos batió a Joel Robles con mucha solvencia desde los once metros. Si en el meollo de los partidos es un torbellino sin freno, al que a veces le llega a faltar la pausa, en los penaltis sorprende su habilidad para percibir las intenciones del portero antes de que éste se las adivine a él. Con su tanto, enlaza cinco jornadas seguidas marcando, lo que no hacía un sevillista desde que lo lograra Álvaro Negredo en 2011 (el vallecano encadenó hasta seis).
Cuando acabó el derbi, la cuenta oficial del AS Mónaco, que fue el primer club de la Ligue 1 donde militó Lucas Ocampos, colgó un tuit con el texto “¡Miarma!”, el grito de guerra de su goleador y ex sevillista Ben Yedder. Acompañaba la leyenda una foto de un muy joven Ocampos celebrando un gol. Un guiño, el humorístico mensaje, que refleja la providencial explosión del dorsal número 5 en un ataque, el sevillista, que no anda sobrado de pólvora. Ni mucho menos: 41 goles anotados en 30 partidos no es una cifra digna de lo que el equipo es, un acreditado aspirante a retornar la próxima campaña a la Liga de Campeones.
No hay comentarios